Zombis entre mundos.

Capítulo 2

La casa pasó a ser el centro de una nueva base. La base tiene varias cuadras a su alrededor, muchas de las casas se volvieron a usar, pero el objetivo no es albergar sobrevivientes. 

 

Las personas del lugar, tienen dos cosas en la cabeza: Familiares y peligro.  La primera, es si pueden ver a sus familiares muertos, ¿seguirían vivos en el otro lado? ¿Qué vidas tienen? Preguntas que llevan a la segunda cosa, que es una preocupación, ¿pasará el virus al otro lado? ¿Habrá caos al otro lado? ¿Les llevaremos el fin?

 

Nadie duda de lo que dijo el General, sobre el portal a una realidad sin criaturas. Para Angélica del lado limpio, parece que la gente prefiere creer que andar dudando sobre la veracidad de las palabras. Así que Angélica empieza a comparar este mundo con el suyo.

–Angélica –empieza hablar el General.

– ¿Mande? –dicen ambas al mismo tiempo.

–Me refiero, a la Angélica del lado de las criaturas.

– ¿Qué pasa General? –pregunta Angélica del lado de las criaturas.

–Si deseas quedarte en casa, digo, es tu casa.

– ¿Me quedo en la base?

–Legalmente es tu casa.

–Sí, les di permiso legal para que hicieran la base.   

–Quédate aquí, es una orden. La explicación es sencilla: Las primeras personas que contactaremos son tus familiares. Sé que es difícil, sé que te alegras por verlos y sé que temes contagiarlos.

– ¿Quieren usar mi casa del lado limpio como primera base? –pregunta Angélica.

–Si es posible. Yo estaré al mando, pero necesitamos que este vacía.

–Todo tiene que ser rápido, ya que solo nos queda hasta mañana.

–Por suerte el tiempo corre igual. Igual, intenta hablar con ellos, pero si quieres que te crean, piensa en algo.   

–Está bien General.

 

Dicho la orden, el general se marcha por la puerta.  Angélica se queda pensando y dirige su mirada a su otra yo.

– ¿Quieres que te ayude? –dice la Angélica del lado limpio.

–Si hay algo que puedo hacer, pero necesito que estés conmigo para que me crean.

–Una pregunta.

– ¿Cuál?

–Los de aquí creyeron rápidamente lo de ese portal, pero los del otro lado, ¿piensan que no van a creer?

–Aquí creemos en cualquier cosa, pero los del otro lado no han visto los que nosotros. Supongo que es por eso, pero no tengo tiempo que perder pensando en esas cosas.

–Segunda pregunta.

– ¿Cuál?

– ¿Hablas con un general?  ¿Cómo entraste al ejercito? ¿Qué vida tienes?

–La historia es larga. Te aclaro que entre al ejército para que mis sobrinos no lo hicieran, pero solo hasta que ellos tengan 18.

– ¿A esa edad entraran?

–Si. Es obligatorio, no hay de otra. Igual, muchos siguen estudiando cómo pueden, ya que ni profesores hay.

– ¿Mis hermanas?

–Angélica–interrumpe el General–, no preguntes más.

 

El General se quedó al otro lado de la puerta y escuchó toda la conversación.

–Está bien, General –empieza hablar la Angélica del lado de las criaturas.

–No quiero que te sientas mal –dice preocupado el General.  

–Otra yo, solo están con vida mis sobrinos.

–Perdona por preguntar.

–Descuida, del mismo modo yo quería preguntante muchas cosas. Me sorprende que tu hagas tesis cuando yo, no pude seguir con mis estudios y menos en un mundo que, mi carrera es inútil.  

 

El General entra a la habitación.

–Angélica del lado limpio, procura no preguntar por las vidas de los de aquí.

–Está bien, General.

–Otra yo, ¿qué se siente ser militar? –pregunta Angélica, en un intento de cambiar el tema.

–Angélica, te dije que no preguntaras sobre la vida de los de aquí.

–Descuide General –interrumpe al General–, mi otra yo, no sabe hablar con los de aquí, del mismo modo que yo no sé cómo hablar con los del lado limpio.

 

Un momento de silencio en la habitación.

–Otra yo, la historia es la siguiente: El ejército, empezó a entrenar a civiles, incluyendo menores de edad, pero yo no quería eso para mis sobrinos.

–Así que te entregaste tú.

–Así es y no fui la única. Lamentable mente, no podíamos decir eso para los huérfanos y los nuevos huérfanos.

–Así que, al final si hubo niños soldados.

–Así es. Muchos de ellos, están aquí.

–Los que se vinieron con David.

–Así es.

–Y los que se vinieron contigo.

–No, solo es uno: Carlos, un nuevo huérfano.

– ¿Perdió a sus padres por el fin del mundo?

–Así es.  También tenía que venir con un grupo de novatos, pero Mario y María parecían muy sorprendidos y pensé en lo peor. Termine viniéndome con un grupo mejor preparado y para nada– dice mientras se pone las manos en la cabeza, en señal de preocupación.  




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