Zombis entre mundos.

Capítulo 8

Capítulo 8

 

El día empezó bien para Yami. Una rica cena, salvar a alguien de transformarse, hablar con Thomas, después con los padres de éste y, para terminar, hablando con Angélica en la sección de terapia del medio día.

—Veamos, ¿éstas en modo de teorías de conspiración? —pregunta Yami.

—No es así Yami. Es que estuve pensando en los autos que se usan. Ya tenemos años en este mundo muerto, pero aún hay combustible, ¿por qué? Tengo entendido, que si no se usa después de cierto tiempo ya no sirve, ¿de dónde lo sacan? — se cuestiona.

—Si no han creado una forma de mantener el combustible por más tiempo, entonces han usado alguna fabrica petrolera. Una que aún funcione —comenta sin preocupación Yami. 

—Puede ser, puede ser. Aun así, me deja inquieta.

— ¿Tu otra tu sabe de esto?

—No. No quiero hacerla batallar más. Ya tiene demasiado con los cultos.

—Así que ella se encarga de los cultos.

—Contra su voluntad.

—No lo creo. Cuando la trató el terapeuta anterior, ella parecía normal, en lo que cabe para este mundo.

—Se acostumbró muy rápido.  

—Demasiado, creo que quiere proteger su lado. Me recuerda a alguien en el pasado.

— ¿A quién?

—Pues, a ti. Así eras en un principio, a hora tu otra tú, recrea ese comportamiento. Según los informes de tus antecedentes.

—Ya cambiamos el tema, de gasolina a mi otra yo.

—Si quieres saber de dónde se saca el combustible, te lo diré, pero no te gustará.

—Dime de una vez.

 

Después de pensarlo por unos minutos, Yami opta por decirlo y así dispersar la duda de Angélica, aunque el peligro que se convierta sea obvio.

—Angélica, el petróleo dejó de usarse cuando se cumplió casi los dos años del fin del mundo. Se usan los cuerpos de las criaturas que, por ironía del destino, sus cuerpos se hacen fácilmente petróleo. Solo se realiza un pequeño procedimiento, para el cual, no necesitan ser inmóviles. En pocas, no es necesario dispararles en la cabeza o el corazón.

 

Ante ese comentario, Angélica se sorprende y cae de rodillas en el suelo.  Ante la posible transformación, Yami recuerda el cuchillo que está en un cajón de su escritorio.

—Eso es feo —dice Angélica.

 

El silencio sigue y nadie habla por varios minutos.

— ¿A todos nos usarán si nos convertiremos? —pregunta Angélica.

 

Yami no contesta por varios minutos.

 

El silencio sigue.

—Angélica —empieza hablar Yami—, no necesitas convertirte en criatura. Cuando mueras, tu cuerpo no se pudre y es perfecto para convertirse en petróleo con el procedimiento que utilizan en las criaturas.

 

Angélica no dice nada.

—Bueno, como era de esperarse, no lo sabías. Ésto se descubrió apenas hace un año y fue cuando buscaban nuevos lugares para bases así que quitaron las tumbas del cementerio y por accidente, una se abrió, una que tenía años, se vio como una criatura.

—¿Desde cuando los muertos de antes se ven como los de ahora?

—Se parecía a una criatura, pero otro ataúd de un año más viejo, el muerto se veía como debería.

— Así que, desde hace años al morirnos solo nos secamos y nos vemos como carne seca.

—En cierto modo sí. Otra diferencia, es que, con el procedimiento que te dije antes, con el primer cuerpo del año 1900, si se pudo hacer petróleo, pero con el de 1899 no se pudo. Repitieron el experimento con varios cuerpos de varias décadas después del 1900 y si se pudo.

—Así que, mis hermanas, mi hermano, mi madre y padre, yo… yo intente darles santa sepultura.

—Lo siento, al final, fueron usados para fabricar petróleo.

 

El impacto de la noticia para Angélica fue muy grande.

—También tu amigo Nolverto, se convirtió en petróleo. Tu amigo Mario no lo sabe y no sé lo digas.

—¿Temes que se convierta?

—Temo que te conviertas tu, pero tus manos no muestran señal de mutación, así como el General lo mostró ayer.

—¿El General lo sabía?

—Sí, también Thomas y la familia de éste. 

 

Un silencio invade el lugar, pero lo rompe la risa de Angélica. Yami se queda viendo.

—Interesante —empieza hablar Angélica mientras se levanta—, simplemente ya no importa. Solo quiero que este mundo cambie, que el fin del mundo terminé.

 

Yami nota la mirada de Angélica y ve que no es la misma.

 

No se transforma y eso es lo importante para Yami.

—Terminó la terapia de hoy Angélica. Me alegra que seas una que no se transforme, pero no le digas a nadie de lo que se habló aquí.

—Bueno, no tengo motivos para hablar con alguien de esto, pero me siento mejor.

 

Yami acompaña a Angélica a la puerta y al salir, nota a las personas del lugar con armas ocultas. Se preparaban para atacar en caso de una transformación.

 

Angélica se fue del lugar con gustó. Hablar le hace bien.

—¿Se encuentra Thomas aquí? —pregunta Yami a las personas del lugar.

 

Nadie contesta.

 

Al no ver a Thomas, regresa a su consultorio, agarra el teléfono y marca el número de Thtomas.

Ho.. hola— se escucha una vos.

—Thomas, soy Yami, ¿no vendrás a tu consulta de hoy?

Es… es que yo ando…ocupado.

—¿Ocupado?

 

Yami escucha atentamente y reconoce la vos del General.

Dame el teléfono —dice el General.

— ¿Hola?

Yami, andamos ocupados y no creo que sea alguien que le guste escuchar lo que hacemos —dice General mientras recupera el aliento.

—Entiendo, hasta la siguiente semana. Adiós.

 

Dicho eso Yami cuelga el teléfono.

—Esa llamada me costará mucho.

 

Yami se arrepintió de hacer la llamada y más por el costo, pero es bueno que, para la humanidad el teléfono regrese. Cuando pudieron volver a usar los teléfonos de casa, la reacción de la gente fue como si se tratará de un invento nuevo.




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