Si había algo a lo que realmente Ally temía, eso; era la oscuridad. Aunque para algunos fuera bastante tonto. Pero no todos teníamos los mismos miedos. Ni le dábamos la misma importancia a las cosas que nos rodeaban.
Probablemente para justificarlos estaban algunos acontecimientos que marcaban aquellos miedos. Como los traumas en nuestra infancia. O algún incidente vivido en el transcurso de nuestra vida. Pero por alguna circunstancia, Ally; no tenia como justificar aquel miedo; o eso creía ella. Pensaba que era por ser una chica tonta y cobarde. Y le daba mucha más razón a aquellos que tanto se lo repetían.
No sabía en qué momento había oscurecido tanto y mucho menos el por qué estaba en medio del bosque. Solo sentía la necesidad de volver a casa con su abuela. Un poco infantil para una chica de diecisiete años; pero era lo único seguro que tenia. Su única familia y apoyo. También la invadía el deseo de huir. El miedo que se desplegaba por todo su sistema con cada paso que daba. Aunque otra parte de ella se aferraba precisamente a lo que más temía.
Todo su alrededor era diferente. Era un bosque que inspiraba escalofríos. Mucha oscuridad y ruidos extraños. Pero mientras más se adentraba en él; en ella crecía un sentimiento de terror.
Sus ojos color miel, observaban – o por lo menos eso trataba – todo a su alrededor. Tratando de encontrar alguna señal que le indicara que alguien estuviera ahí.
- Allyson. – Dijo una voz bastante rasposa. Esto hizo que la joven se detuviera. Aquella voz había hecho que se le erizara la piel. Por lo que su miedo aumento.
- ¿quién está ahí? – Pregunto casi inaudiblemente sin querer girarse. Algo le decía que no lo hiciera, y eso; era su lado temeroso. Pero había un lado dentro de ella que no conocía. Y ese; fue el que le dio el valor de finalmente girarse. Tratando de localizar el lugar de donde había provenido la voz.
- Allyson – Volvió a repetir.
La joven no lograba distinguir nada. Todo estaba demasiado oscuro y se preguntaba como realmente había logrado caminar hasta donde estaba.
- ¿Cómo sabes quién soy? ¿Quién eres? – Pregunto más nerviosa. Su cuerpo temblaba. Aunque no sabía si era por el frio de la noche o el miedo que la invadía en ese momento. Tal vez ambas.
Cuando dio un paso para salir de aquel lugar, algo – o mejor dicho – alguien; sujeto fuertemente su brazo; impidiéndole avanzar. Controlando un grito desesperado, Ally comenzó a forcejar para liberarse del agarre a la cual estaba siendo sometida. Pero cuando dio media vuelta para mirar quien la sostenía; su sangre se helo. Se encontró con un par de ojos de color negro que paralizaron sus sentidos por completo del temor que la invadió en ese preciso instante. Eran unos ojos que inspiraban terror.
- Bienvenida a mi mundo – Susurro el hombre con una sonrisa y mirada perversa que le erizo la piel por completo.
Mientras que el hombre hacia mas fuerte su agarre e intentaba adentrar a la chica a lo más profundo del lugar, unos gritos hicieron reaccionar a la joven; que había permanecido en estado de shock por un segundo.
- Ally! – Grito la voz de una mujer. La chica trato de mirar de donde provenía pero el agarre en su brazo la hizo gritar de dolor. – Allyson!!! – Volvió a oír. La voz se hacía cada vez más cercana.
- Suéltame! – Logro decir mientras se trataba de librar del hombre.
- Hija, despierta – Susurro su abuela preocupada al ver a su nieta tan agitada.
Era medianoche cuando despertó por los gritos de su nieta. Ella inmediatamente se dirigió a la habitación de la joven. Al entrar la encontró removiéndose entre las sabanas y completamente bañada en sudor. Con preocupación se acerco y un grito proveniente de Ally, la hizo temblar.
- Allyson… Mi niña. Por favor – Suplico su abuela con la voz entrecortada.
Cuando Ally, finalmente pudor abrir los ojos, Sally pudo notar el miedo y el terror que en ellos se leía. – ¿Abuela? – Pregunto con un hilo de voz. Asegurándose de que en ese momento, su abuela fuera real y estuvieran lo suficientemente seguras.
- Si pequeña. Estoy aquí – Dijo envolviéndola en una abrazo, al cual su nieta se aferro.
Sally aun podía sentir el cuerpo de la pequeña temblar y se pregunto qué tan horrible había sido esta vez que la tenia así; por lo que solo se dedico a abrazarla con suma ternura para lograr calmarla.
Después de un largo tiempo susurrando palabras tranquilizadoras, Ally pudo volver a dormir.
Al notar eso; la abuela Sally se dispuso a regresar a su habitación sin antes darle un beso en la frente a su nieta. Suspiro cansadamente y se dirigió a su cama aun con la preocupación en su pequeña.