ᴇᴠᴇʀʏʙᴏᴅʏ ᴡᴀɴᴛꜱ ᴛᴏ ʀᴜʟᴇ ᴛʜᴇ ᴡᴏʀʟᴅ. (ᴛᴏᴍ ʀɪᴅᴅʟᴇ)

2

Nunca había creído en el amor

Solía pensar que era el caos personificado.

Fuí criada en un orfanato muggle de pocos recursos y ahí pude ser testigo de toda clase de atrocidades. Siempre supe que era diferente; movía objetos con la mente, cosas malas les pasaban a aquellos que osaban meterse conmigo. Siempre me trataron como lo que era: un bicho raro.

A los once años llegó mí carta de Hogwarts. Pude permitirme sentir felicidad, alivio, al saber que había un lugar para las personas como yo.

Sin embargo, llegar a Hogwarts y conocer a mis compañeros fue un balde de agua helada cayendo abruptamente sobre mí.

Me volví a sentir como un jodido pez fuera del agua.

Una incomprendida.

Sabía que era una Obscurial; había aprendido sobre ellos en algunas clases de Defensa Contra Las Artes Oscuras, pero me dí cuenta que aún siendo una Obscurial, era extraña.

Ningún Obscurial sobrevive más de diez años de edad.

Y yo tenía dieciséis años.

Genial, hasta para ser anormal, lo era.

¿Yo, Alexandría Mars? Una ironía andante.

Como era de esperarse, quedé en Slytherin. La casa que se caracterizaba por su astucia, ingenio y ambición.

¿La verdad sobre mí? Me sentía inalcanzable, temible.

Con el pasar de los años aprendí a controlar a mí Obscurus y con ello, me volví imparable.

A pesar de que no había levantado sospechas acerca de mí peculiar habilidad, supe sacarle provecho. Podía acechar desde las sombras, causar miedo y sobre todo, no dejar que me intimidaran. Me gané el respeto de muchas personas de mí casa.

Verán, las chicas de Slytherin eran sumamente estúpidas. Al tomar cada palabra al pie de la letra, obviamente no creían que los Obscurial pudiesen vivir más tiempo, así que pensaron que era una hechicera muy poderosa.

Ya saben lo que dicen: «Al diablo es mejor tenerlo de amigo.»

Pasé años perdida en mí misma, concentrada en mis poderes; en dominarlos y no viceversa, que no me dí cuenta de las cosas que pasaban a mí alrededor.

Había algo que pasaba, algo que estaba arrasando con todo y todos sin ningún pudor.

Ése algo tenía nombre y apellido: Tom Marvolo Riddle.

¿Cómo me enteré de que Tom Riddle era la semilla de la maldad?

Verán, para practicar a controlar mí Obscurial iba a dos lugares: 

1. Torre de Astronomía.

2. Lavabo de baño, segundo piso.

Así es, justo el escondite de la Cámara de los Secretos.

Ya veía venir los malévolos planes de Tom Riddle, así que me transformé en aquella nube obscura que acechaba desde las sombras.

Pero algo pasó.

El basilisco salió y asesinó a Myrtle Warren y no pude hacer nada para evitarlo.

Lo intenté, pero cuando quise volver a mí forma original, no pude.

Falté a algunas clases por ello, tuve que quedarme en el baño hasta poder volver a la normalidad, ya que si algún profesor llegaba a ver a un Obscurial por los pasillos de Hogwarts sucumbirían al horror.

Tom Riddle despertó algo en mí.

Una sed insaciable de borrar aquella sonrisa petulante de su rostro, una probada de la realidad: él no era la persona a la que más había que temerle en Hogwarts.

Después de nuestro pequeño encuentro en la Torre de Astronomía no habíamos vuelto a hablar, sólo cruzábamos miradas durante las clases, pasillos e incluso en el Gran Comedor.

Yo nunca lo miraba primero: «Eso era arriesgarse» —pensé.

Pero al sentir esa energía pesada en mí, esa comezón y aquellos escalofríos, no hacía falta adivinar quién me estaba mirando.

¿Mirando? No, observando.

Tom Marvolo Riddle me estudiaba desde las sombras. 

«Como un cazador estudia a su presa.»

Bufé divertida ante ese pensamiento.

Él no contaba en que yo también tenía mí cacería.

¿Él? La presa cuya cabeza tenía el valor más alto de todos.

¿Cazarla?

Pan comido.

. . .

Después de la cena decidí ir a la Torre de Astronomía de nuevo, quería transformarme de nuevo.

Me encantaba. Todas mis preocupaciones simplemente se esfumaban, me sentía ligera como una pluma, como una simple brisa. Gozaba de dar vueltas por los aires, interpretar una danza entre las nubes, una sin ningún espectador.

Sólo que esta vez no fue así.

Ahí estaba él, de pie entre las sombras, observando en silencio.

A pesar de haberlo estudiado tanto tiempo, jamás me acostumbraría a mirarlo, al menos no directamente. Aquellos ojos verdes eran tan intensos e imponentes que me era imposible no perderme dentro de ellos, quedaba totalmente hipnotizada.

Aquellos ojos verdes eran tan intensos e imponentes que me era imposible no perderme dentro de ellos, quedaba totalmente hipnotizada



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En el texto hay: hogwarts, harrypotter, tomriddle

Editado: 22.02.2021

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