Me encuentro aquí en esta misma coordenada, exactamente en el tiempo- espacio de mi existencia y en una fracción de micro-segundo sabes que ese ultimo abrazo vendrá consigo cambios para los cuales no estaba preparada.
Donde he caminado, jugado y reído desde los últimos 4 años con Spencer, mi prima y mi mejor amiga. Sé que debería estar feliz por ella, pero solo ella sabe que me ocurre cuando sonrío y hay un millón de persona a alrededor nuestro, sabe cuál es mi sonrisa cuando mi corazón se rompe, ella usa el sarcasmo para no tomarle tanta importancia y de alguna forma repararme, ella y yo somos un equipo perfecto, somos completamente diferentes en miles de aspectos, usualmente yo soy la sensible soñadora y ella es la realista, ella es la única persona que conoce mi sonrisa cuando me inspiro, sabe que necesito escribir y ella sabe que canción es perfecta en mis momentos de inspiración al momento de escribir, solo ella.
Y ahora es mi turno de bajarme los pies a la tierra cuando esté volando muy alto, ahora es su turno de creer en ella misma, y que creyendo en sus sueños es como se harán realidad. Y que sí, si hay un feliz para siempre o al menos yo soy la que cree aún los cuentos de hadas o en las palabras de Spencer toda vía tengo fe en que la humanidad no está tan perdida.
Fui a buscarla a su casa ya que era 7 de Septiembre y ese día cumplió años mi hermana pequeña.
-Spencer, ya nos vamos- le avisé.
- ya voy- gritó desde su habitación – espérenme solo me pongo los pantalones.
- estás en… -<< ay no >>- apúrate.
Después de 5 minutos salió vestida, y corrió hacia la camioneta y se subió a la batea de mi lado derecho, (desde que llegué a este pueblo esos siempre han sido nuestros lugares en la camioneta mal gastada de él abuelo, cabe recalcar que amamos esa camioneta por todos los recuerdos que tenemos en ella) mientras íbamos a la reunión que tenía mi hermana, la miré detenidamente para ver si se podría detener el tiempo, pero por lógica no funcionó.
Cuando menos me lo esperé ya habíamos llegado, Spencer se bajó muy rápido.
- Tío me podría prestar la camioneta para ir a despedirme de ellos- preguntó a mi papá y él no se mostraba muy dispuesto – ándale no voy a tardar.
- Bueno está bien - dijo y yo me pasé lo más rápido posible a la cabina para el asiento del copiloto.
Spencer se subió y primero fuimos a buscar a nuestro mejor amigo, Aldo. Y después a su amiga de ella Diviana, y pasamos a su casa y fue un buen momento entre amigos, y cuando vimos él atardecer, nos despedimos de ella y me subí a la camioneta esperándolos y en una Aldo y Spencer salieron corriendo por algo.
Sabía claramente por que lo hacían; días antes Aldo me contó que Spencer y Diviana guardaban un secreto y a pesar de que éramos inseparables, me dolió que no confiara en mí que me ocultara algo importante para ella, pero si ella lo quería así respetaría el que no me lo dijera.
Aldo fue el primero en volver.
-¿Qué pasó? – pregunté sabiendo claramente la respuesta.
-Que ella te lo diga – Aldo era un chico muy inteligente, era muy bueno en la física y por ende un nerd gay, con problemas tanto psicológicos como para socializar. Solo bajé la mirada y decidí hacerlo. Cuando menos vi, ella se sentó en el asiento del piloto.
-¿Qué pasó? – pregunté aun sabiendo que lo negaría.
- nada solo se me olvidó algo. - Sonreí, pensaba que me diría algo, acerca de mi falsa sonrisa, pero no lo hizo, pero pude observar que Aldo agachó su mirada de decepción hacia ella.
Fuimos a dejar a Aldo en su casa, nos despedimos él me abrazó
- ¿Estás bien? - me dijo con una voz suave de preocupación y sensibilidad.
- sí, no te preocupes, te quiero - y me aparté de él y se volvió para entrar en su casa.
Volvimos a la fiesta de Giselle, para entregarle la camioneta a mi Papá y como ya era tarde nos fuimos caminando a casa.
-¿Y ahora por qué tan callada?- preguntó.
- Realmente no estaba pensando en nada.- << Y era cierto, hay veces en las que mi mente se queda en blanco>>.
Y entonces empezamos a viajar al pasado por medio de nuestro recuerdo revivido en voz alta, y volvimos a reír de esos momentos por los cuales no sabíamos que un día los echaríamos de menos, cada ridiculez hecha en público, y hoy es nuestra última noche juntas. Un secreto que debía callar ya que nunca debí saberlo, no iba arruinar esa noche.
Bajamos enfrente de su casa, ella y yo nos bajamos y cuando íbamos a entrar ella se detuvo.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué te detienes? – Pregunté despistada.
Y la voltee a ver, ella estaba llorando, casi nunca la veía de esa forma, usualmente era yo la débil, la que siempre cedía a las lágrimas, pero ella, era más resistente que yo en esos aspectos, no sé por cuánto tiempo se estuvo tragando las lágrimas. Sin pensarlo dos veces la abracé tan fuerte que sentí como se concentraba el tiempo y el espacio en solo un instante