Es raro que Gabriel me esté diciendo todas estas cosas, pero ahora veo y entiendo, que cuando las personas están a punto de morir o algo por el estilo, todas esas personas que jamás le dijeron algo lindo o que les daba mucha vergüenza, dicen todas esas cosas guardadas que tenían en su interior. Una vez leí una frase en un libro, el cual no me recuerdo el nombre, que las personas no suelen darle realmente la importancia a las personas que más quieren, pero cuando están muertas o simplemente están en sus últimos días de vida, dicen todo lo que alguna vez quisieron decirle, pero no lo hicieron por miedo y vergüenza, yo creo que haría lo mismo con Dante, si lo veo que está muriendo, le diría todo lo que alguna vez he querido decirle, pero nunca me he atrevido.
— ¿Tienes hambre? — pregunta de la nada.
Esa pregunta es muy estúpida, claro que tengo hambre, después de todo, no desayune bien esta mañana.
—Mucha— sonrió de forma nerviosa.
Tengo miedo de que Gabriel solo este fingiendo que yo le agrado, que solo lo esté haciendo por lastima o porque Dante se lo pidió, algo que dudo que sea así.
—Bien — se acerca a la puerta— vuelvo al tiro, tu solo espérame aquí.
Asiento con la cabeza, y me acodo un poco mejor en mi cómoda cama. Mi móvil suena y lo tomo en un movimiento torpe.
De: Amira
¿Puedo ir a verte a tu casa? Enserio me has dejado preocupada.
Una sonrisa se instala en mi rostro.
Para: Amira
¡Claro que puedes venir! 💕 le diré a Aine que este atenta a tu llegada.
Bloqueo mi móvil, Gabriel aparece por la puerta acompañado de Aine.
—Justo te traían algo para comer — sonríe este.
—Aquí tienes mi niña — Aine me da una cálida sonrisa.
—Muchas gracias — sonrió para los dos— antes que se me olvide — miro a Aine — va a venir Amira a verme.
—Entiendo — asiente con la cabeza mientras sonríe amable — estaré atenta entonces — camina hacia la puerta — los dejo solos.
Dicho eso se va, Gabriel se sienta en el suelo en forma de indio mientras me da una cálida sonrisa.
— ¿Qué quieres?
—Pasar tiempo contigo — se encoje de hombros.
Tomo un poco del café con leche que me ha traído Aine, y le extiendo una taza a Gabriel, este me da una sonrisa cariñosa.
— ¿Prendo la televisión?
Asiento con la cabeza, este toma el mando de la televisión y empieza a pasar de canal en canal, hasta que deja una película, la cual me ha llamado mucho la atención, esta se llama, correr o morir. Mi móvil suena y rápidamente lo tomo.
De: Amira
Llego un poco tarde, nos vemos en un rato más 💕
Durante toda la hora que la película duro, ninguno con Gabriel menciono muchas palabras, ya que realmente estábamos muy metidos en la película esta.
—Me encanto — digo finalmente.
—Quiero ver la segunda parte — Gabriel se levanta del suelo y se sacude un poco la ropa.
—También quiero — sonrió.
Gabriel mira algo en su móvil y luego hace una mueca rara.
—Dante necesita que vaya con él a su reunión fuera del país.
Suelta un enorme suspiro y se levanta del suelo, busca algo en el escritorio de Dante y de él, saca dos carpetas llenas de documentos.
— ¿Estarás bien sola? — pregunta.
—Claro que si — le doy una sonrisa amistosa— aparte que Aine va a estar conmigo.
—Tienes razón — ladea su cabeza nervioso — bien, nos vemos en unos días más.
Asiento con la cabeza, y este sale con su velocidad de vampiro fuera de la habitación, el olor se siente más lejos de la mansión, así que eso me da a entender que ya se ha ido.
El timbre de la casa suena y el olor de Amira me llega rápidamente. Con dificultad me levanto de la cama y camino hacia la salía de la habitación de Dante, la cual voy a tener que venir a limpiar yo personalmente, para que no quede ni un poco de olor a mí, si es necesario dejare todos estos días la ventana abierta. Oigo las voces de Aine y Amira.
—Tú deberías estar en cama — miro hacia la escalera, ambas mujeres me miran cansadas.
—Quiero ir a mi habitación— sonrío angelical.
—Te ayudo— vuelve a hablar Amira mientras se acerca a mí.
Le doy una sonrisa de agradecimiento y con su ayuda, ambas llegamos a mi habitación, la cual, queda un poco lejos de la de Dante.
—Estoy molesta contigo— gruñe mi amiga cuando ya la puerta está cerrada.
—Fui una estúpida, lo sé — ruedo los ojos y me acuesto en mi cama.
—Al menos lo reconoces — susurra esta.
La miro con cara "no jodas ahora"
—Lo siento ¿sí? — Gruñe y se acuesta a mi lado — me has preocupado y cuando me dijiste que saliste como un perro cobarde, me entro mucha rabia.
— ¡No salí como un perro cobarde! _ chillo molesta.