De un salto, me convierto una vez mas en humana y semi desnuda camino hasta la entrada de la mansión. Supongo que tendré que ir a comprarme ropa nueva, he perdido mucha en poco tiempo. Después de salir así de cabreada de aquella oficina, me convertí en loba y me vine directamente ha casa, pero como es de esperar no por el camino principal, tuve que pasar por el bosque. No se que más abran hablado, pero realmente ahora mismo me da igual. Los chicos aun no llegan. Esta es la primera vez que me meto en un problema y que le hablo mal a una persona mayor que yo estando Dante presente.
—¿Shayla? — Aine se me queda viendo, no sabe que es lo que estoy haciendo, asique saco por conclusión de que los hombres jamás llegaron a la mansión — ¿Qué haces aquí tan temprano, ha ocurrido algo?
—Lo siento Aine… — bajo la mirada — pero no tengas ganas de hablar.
Corro escaleras arriba, entro a mi habitación y cierro la puerta de esta con violencia, me dejo caer en mi cama y me cubro mi rostro con la almohada. La vergüenza que debí haber sentido minutos atrás, aparece ahora. Me he comportado como una niña malcriada. Creo que al fin y al cabo los demás tienen razón cuando describen a los hombres lobos; son animales que actúan por impulso, que no se saben controlar y que es mejor mantenerse alejados de ellos. Suelto maldiciones silenciosas y el olor de Dante me llega de golpe, mi corazón se acelera, haciendo que mis manos comiencen a sudar. Gabriel también viene con él, perfecto, tendré que soportar las bromas de mal gusto del rubio. Me quito el cojín de mi rostro e intento oír lo que vienen hablando.
—Ha venido callado durante todo el camino ¿tan molesto estas?
—Lo estoy, pero no con ella… — me arrastro hasta la puerta de mi habitación para poder escuchar mejor — no ha hecho nada tan grave, bueno, aparte claramente de defenderse.
—¿Con quién estas molesto entonces?
—Con el director… las cosas que dijo no fueron las mas apropiadas para alguien de su nivel — una sonrisa aparece en mis labios, Dante no está molesto por lo que he hecho.
—Admito que también me ha cabreado lo que él a dicho… — siento como Gabriel camina de un lado a otro — tenia ganas de… — deja que un suspiro se escape de sus labios cansado — ¿vas a hablar con ella?
—Lo hare, por eso necesito que se vayan de aquí todos. Necesito tener una conversación privada con la chica y teniéndolos aquí, eso es imposible.
En un dos por tres, la casa se sume en un gran silencio, corro hacia el baño de la habitación, me quito las pocas prendas que llevo puesta y me meto debajo de la regadera. Admito que esta es una forma muy inmadura de resolver los problemas, pero el simple hecho de estar sola con Dante me hace ponerme nerviosa. Alguien golpea la puerta de mi habitación, claramente sabe que me estoy dando un baño, pero sospecho que él está pensando que solo me encuentro encerrada con la llave del agua prendida.
Alrededor de media hora es la que me paso debajo del agua, sentada en la bañera. Miro mis manos, se encuentran arrugadas debido a estar tanto tiempo aquí. Cierro el grifo, tomo dos toallas, con una me envuelvo el cuerpo y con la otra comienzo a secar mi cabello. Dudo unos segundos antes de salir del cuarto de baño, pero al final termino haciéndolo.
—Te he estado esperando… — pego un brinco en mi puesto y me lo quedo viendo, se encuentra tendido en mi cama jugando con su móvil — te has tardado mucho, ahora entiendo porque sale tan cara la cuenta del agua.
Desvió la mirada y me muerdo el labio, tomo con fuerza mi toalla que rodea mi delgado, y nada sensual, cuerpo. Si se me llegara a caer, seria mi fin. Digamos que, a mis diecisiete años, mi cuerpo no se ha desarrollado como debería, de hecho, parece el de una chica de catorce. Soy la mujer loba mas humana de todos los tiempos.
—¿Qué haces aquí? — mi pulso se acelera cuando sus ojos conectan con los míos.
—Ya te lo he dicho — pone los ojos en blanco — esperándote — se acomoda en la cama y guarda su teléfono.
—¿Pero, por qué?
—¿Por qué lo preguntas Shayla? Bien sabes que es lo que tenemos que hablar nosotros dos.
—Bien, pero necesito vestirme antes — desvió mi mirada una vez más. Sus ojos grises no se separan de mí.
Tomándome por sorpresa, él me tiene acorralada e la pared, mis nervios aumentan aun mas y me giro para verlo, esta demasiado cerca, un suspiro se escapa de mis labios golpeándole el rostro levemente.
—Mira, me agrado bastante de que me defendieras de aquella rubia, sobre todo que lo hicieras por ti misma también… — asegura — pero te pediré de la mejor forma posible que no vuelvas a pelear con nadie, mucho menos cuando eso involucra en convertirte en loba.
Mis manos han comenzado a sudar, asique me aseguro de afirmar bien la toalla para que esta no se caiga.
—Yo... — él tiene su mirada puesta en mi rostro y yo intento mantenérsela — por favor, aléjate de mí.
—Quiero que me lo prometas — se acerca mas aun a mi cuerpo y eso me hace sentirme mas nerviosa aun, siento el calor que suelta su cuerpo, también su perfume me envuelve con velocidad, pero lo que mas me hace temblar, es el leve tacto que hace su pierna con la mía.