#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 09

Ya tendida en mi cama, me quedo viendo fijamente el techo de la habitación, tras decir aquello Dante se fue dejándome con un lio en mi cabeza. Un suspiro se escapa de mis labios. Maldito, pero sexy, vampiro. Me gustaría saber el verdadero motivo por el cual él se ha comportado de esa forma tan posesiva, pero bien sé que él jamás me dirá la razón y yo tampoco preguntare.

¿Sabes que es lo mejor que podemos hacer ahora? — ella espera una respuesta, pero mi silencio es mas que suficiente — salir por ahí, distraernos un poco, aclarar la mente.

Me parece bien… — susurro mientras me siento en la cama.

Tomo una mochila vieja, pongo una muda de ropa bastante casual y también mi teléfono. Menos mal que Dante es millonario y se puede dar el lujo de estar comprándome ropa, pero suelo ponerme cosas bastante sencillas cuando salgo, así no me da tanta pena romper mi ropa. Él debe gastar mucho dinero conmigo. Al salir de mi habitación y bajar las escaleras, me encuentro con Gabriel.

—¿Vas a alguna parte? — el rubio se encuentra recostado en la pared de la cocina, en su mano tiene unos cuantos papees, supongo que al fin se ha puesto a trabajar.

—Lara lo necesita… — susurro mirándolo de reojo.

—¿Solo ella?

Dejo que un suspiro se escape de mis labios y me giro para encararlo como siempre. El olor de un vampiro en particular hace que me quede quieta en mi puesto, Gabriel lleva su mirada a la puerta, no parece feliz por la visita que vamos a recibir.

—Lo siento, pero tendrás que postergar tu paseo — Dante hace presencia en el pasillo donde nos encontramos y avanza hasta la puerta principal de la mansión.

Es él… — susurra alarmada mi loba.

Lanzo la mochila detrás de la puerta y me acomodo a un lado de esta con la vista clavada en el suelo, Gabriel se encuentra a mi lado. Alguien golpea la puerta lentamente, tomo mis manos, nerviosa. Dante da pasos cortos hasta la entrada, toma la manilla de esta y abre la puerta lentamente. Un hombre de buena estatura y cabellera negra entra a la mansión, el vampiro mas temido se encuentra a pocos pasos de mí, bajo la mirada rápidamente.

—Dante — saluda, alegre.

—Abuelo.

Al conde Drácula jamás le agrado la idea de que miembros de su familia le llamaran por aquel apodo que le pusieron en la antigüedad, él siempre ha preferido que lo llamen por lo que es, en este caso, el abuelo de Dante Bell.

—¡Vaya! — exclama, puedo sentir su mirada en mi — veo que te encuentras acompañado de tu amigo y tu mascota.

Cierro mis ojos, temerosa, siempre que él esta, me gustaría ser un pequeño insecto, el cual no es fácil verlo. El nudo en mi garganta hace imposible la tarea de poder tragar la saliva que estoy conteniendo. Una fría mano toma mi mentón, abro mis ojos y el anciano levanta mi cabeza. Mis ojos, de un color celeste azulado, se encuentran con los de él, mucho mas rojos que los de Dante, unos ojos que te hacen querer salir corriendo.

—Dime lobita ¿acaso Dante no te ha enseñado a saludar? — me sonríe como un maniático, mis piernas tiemblan, pero intento mantenerme firme ante su presencia.

Siempre, desde que soy pequeña, le he tenido terror. Jamás me trato mal, ósea me refiero a que me haya intentado golpear o algo por el estilo, pero sus palabras pueden lastimar mucho más. Cuando él se encuentra cerca de mí, las palabras siempre salen entorpecidas, es como si mi mente no funcionara. Jamás lo miro mucho tiempo directamente a los ojos. Este hombre me aterra. El disfruta ver mi miedo reflejado en mi mirada.

—Es un gusto volver a verlo señor Bell — me esfuerzo para que el tono de mi voz no se quiebre en pleno camino, pero eso no significa que ha salido como siempre.

Esa sonrisa burlista no desaparece de sus labios, deja caer mi rostro con violencia y se da la vuelta para ir con su nieto al living. No se que cara abra puesto Gabriel, mucho menos se si es que Dante ha visto el miedo en mis ojos, pues me da vergüenza verlos a ellos después de lo ocurrido. No me gusta que las personas vean mi lado débil.

—Que desperdicio de alimento Dante, tu mascota es más inútil que mi nueva esposa — ríe mientras pasea su dedo por los cuadros de la mansión.

El olor de los guardias del conde es potente, supongo que solo los vampiros mas fuertes tienen permitido estar cerca del anciano. Si él quisiera, podría ordenar que me asesinen en este preciso momento y yo no podría hacer nada para defenderme, mucho menos lo podrían hacer Dante o Gabriel, claro, teniendo en cuenta de que algún día se atrevan a desobedecer los deseos de Drácula.

—Con permiso… — una dulce voz llama la atención de todos nosotros.

Una hermosa rubia acaba de entrar a la mansión, tiene una sonrisa hermosa en sus labios. Es alta, mucho más que yo, sus ojos son de un verde encantador. Su cuerpo es como el de una modelo y vaya, que pestañas más hermosas. Ella nos observa a todos sonriendo, pero cuando su mirada queda en el dueño de la mansión, se hace aun mas grande y encantadora, por otro lado, Dante la mira como si no fuera nadie importante.

—¿Y tu quien eres? — intenta que su voz no sea tan cortante como siempre, pero al parecer no le ha funcionado de mucho.




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