Rubby
Eran las diez de la noche, no podía dormir, pero todo parecía normal. Salí a mi jardín luego de tratar de dormir, lo cual me parecía inútil, ya que por una extraña razón no lo podía hacer. Eso no me pasaba desde niña, ¿por qué me volvería a suceder luego de tanto tiempo? No me parecía nada coherente, pero no sabía. Últimamente, las cosas no estaban del todo bien en mi vida, lo suponía, pero muy en el fondo lo sabía.
Quise pensar que todo ocurría por alguna razón superior a nosotros, pero no lo sabía y temía tener la razón. Era una niña que no sabía lo que era tener la razón, no sabía más de lo que sabía. Muchas personas subestiman a los niños, pero no debería de ser así, ya que muchas veces, nosotros sabemos más que un adulto. Eso es lo que estaba ocurriendo en ese momento, pero yo no lo sabía, al menos, no del todo.
Me recosté en el césped fresco y húmedo, observaba el maravilloso azul del cielo, cubierto de hermosas estrellas y una luna llena que alumbraba todo el vecindario. Comencé a oír ruidos, pero no le di importancia, creyendo que era Noha, el perro de la vecina, cerré mis ojos sintiendo el viento chocar con mi rostro, hermosa sensación, hasta que por un momento sentí como alguien tapó mi boca con un pañuelo lleno de formol.
Aquello no me hacía efecto aún, pero era obvio que lo haría muy pronto. El formol lograba eso en cualquier ser humano, era imposible ser inmune a eso, al menos, eso era lo que yo pensaba en su momento. Cosas que pensaba, no podía negar aquello.
—¡AYUDA! —Comencé a gritar, esperaba que alguien me ayudara.
—Lo siento mucho —sonrió y me pegó en la nariz, dejándome inconsciente.
Me duermo, pero aún puedo sentir el dolor producido por el golpe. Estaba en algún lugar extraño, aunque no sabía dónde, ya que todavía no podía abrir mis ojos. El formol hizo efecto, pero el golpe me había dejado en shock, había sido el golpe más fuerte que me habían dado hasta ese instante.
Desperté en una limusina, estaba recostada. Traté de sentarme, así podría visualizar mejor por la ventanilla. Quizás sabría la localización con tan solo ver alguna referencia del lugar. Esperaba que así sea.
—¡AYUDA! —Miré por la ventanilla.
—Aún no, mi vida —Me pegó nuevamente.
Luego de unas horas, desperté atada a un sofá con sogas, con una sustancia que me quemaba, se podían ver mis venas; la sangre no dejaba de escurrir. Había más personas, pero estas solo me miraban con desprecio y asco, no podía comprender porqué tal atrocidad hacia mi ser, ¿qué había hecho?
Necesitaba salir con vida, yo quería vivir. Quería mantenerme a salvo, no quería morir. Creo que era muy diferente a muchas personas, algunas personas querían morir y yo estaba luchando para seguir viva. No comprendía la razón por la cual Dios dejaba que esas cosas pasaran. Matar a seres que querían vivir y no a los que deseaban morir.
—Por favor, ya basta —Traté de moverme como pude.
—Es inútil, linda, si te mueves más morirás —Sonrió y sus ojos se volvieron rojos.
—¿Qué eres? —Pregunté asustada y en pánico.
—Una persona, ¿qué más puedo ser? —Alzó una ceja sin dejar de verme con sus ojos rojos.
—¿Y por qué si eres humana tienes esos ojos rojos? —Pregunté entre sollozos.
Alzó nuevamente una ceja y ladeó su cabeza— ¿cómo lo puedes ver? —Sonrió—. Ya veo, es cierto lo que dicen de ti —se impresionó, al menos, eso me demostró su rostro en completo shock—. ¿Cómo es posible que seas tú?
Alcé una ceja, fruncí el ceño y ladeé la cabeza—. ¿De qué hablas?
—Tú eres una maldita amenaza para mi Lord.
—¿Tu Lord? —La miré—. ¿De qué hablas? —Pregunté furiosa.
—Lucifer —Dijo con obviedad—. Hablo que tú eres una amenaza para él, maldita híbrida.
Fruncí el ceño sin comprender ni una palabra—. ¿Amenaza? —Alcé ambas cejas esperando una respuesta—. ¿Híbrida?
—Así es, hermosa, ¿por qué crees que puedes ver a todos los sobrenaturales? porque eres un híbrido de Ángel y demonio.
Sollocé sin poder creer lo que estaba escuchando, eso era imposible—No es posible, yo solo soy una persona, soy Rubby, una simple humana.
—Sí, sigue diciendo eso. ¿Quieres ver que no eres lo que piensas?
—No, no necesito ver, yo solo quiero irme, déjeme.
—Lo siento, ya es tarde —Me levantó y me ató en unas sogas con otro tipo de sustancias—. Te dolerá y mucho, no te muevas, esta es la primera prueba. La sustancia es el “chin" de un ángel, si eres uno esto dolerá lo suficiente, en tres, dos, uno....
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Editado: 03.09.2022