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Prólogo

Alicia

—¡Alicia despierta! — Grita mi madre aporreando la puerta, haciendo que me despierte de golpe.

Me revuelvo en el edredón y dejo escapar un gruñido. Abro los ojos mirando hacia mi puerta. Mi madre al parecer estaba incluso más ansiosa que yo por mi último día que pasare en portland antes de mudarme a Seattle.

—Cariño, levántate y abre la puerta — Canturrea mi madre detrás de la puerta.

—Vale, no hay prisa — Digo tratando de reunir todas mis fuerzas para ponerme en pie.

Después de varios segundos decido que no era momento de poner más ansiosa a mi madre así que abro la puerta.

—Buenos días — Digo masajeando mi ojo derecho soñolienta.

—Te has quedado dormida — Afirma, alzando las cejas viendo mi rostro con cierta preocupación.

—Lo siento ayer no dormí lo suficiente —Me defiendo con indiferencia, captando su mirada con rapidez. —No es para tanto, ¿viajo mañana, recuerdas? —La tranquilizo.

La noche anterior me la pasé organizando todas las cosas que tenía que llevar a Seattle, no fue una tarea fácil ya que tenía miles de cosas pendientes aquí que con suerte terminé antes de que amaneciera.

Ir a la universidad northwest de Seattle fue una de mis metas más grandes en toda mi existencia, mi vida aquí, aunque no es mala, es común y sin sentido, no quería eso para mi futuro, no quería pasar toda la eternidad en una burbuja de la cual nunca podría escapar, por eso me esforcé cada segundo para irme lo más lejos de aquí.

Mi madre deja caer sus hombros y se relaja, una media sonrisa aparece en sus labios

—¡Venga!, toma una ducha y baja a desayunar, estaremos esperando— Se aleja de mi habitación y empieza a caminar por el pasillo.

—Está bien— Cierro la puerta y me dirijo al armario.

Saco unos vaqueros y una camiseta cutre sin mangas y rápidamente me dirijo al cuarto de baño. 

Abro el grifo y el agua caliente cae sobre mi piel desnuda haciendo que la tensión que tenía mi cuerpo desaparezca por completo, disfrutando cada segundo del baño.

Ya lista, bajo al comedor donde se encontraban mis padres y mi hermano.

—Papá— Saludo con una sonrisa débil a mi padre quien deja de ver su periódico para verme, me sonríe a modo de respuesta. Me siento en la silla que estaba ubicada justo al lado de mi hermano. —Idiota — Lo saludo y miro a mi hermano que me sonríe sarcástico.

A diferencia de mí, mi hermano era bastante peculiar entre los dos. Llevaba casi la mitad de su piel cubierta de tatuajes y piercings. Su aspecto aterraba a la gente que pasaba por su lado, pero a él no parece importarle. Es seguro de sí mismo y eso me agrada de él. Aarón no es mala persona como todo el mundo cree, las apariencias engañan y él es la prueba de eso.

—Me alegra la idea de que los dos vayan a la misma universidad— Comenta mi padre centrando toda la atención entre nosotros.

—He pasado toda mi vida con ella, creo que no es tan malo solo unos años más —Se burla mi hermano, mirando a mis padres con diversión.

—Opino lo mismo, idiota— Frunzo el ceño.

—Tus modales, señorita — Interfiere mi madre fingiendo estar molesta le sonrío a modo de disculpa y prosigue: — No saben que feliz me hacen, Los extrañaremos demasiado

—También nosotros — Dice mi hermano antes de llevar una cucharada de cereal en la boca. —Vamos a estar bien.

—Deben prometer que llamaran cada vez que puedan— Exclama mi madre acercándose a nosotros para abrazarnos.

Mi madre era sensible en todos los aspectos, y aunque se esforzaba en no demostrarlo demasiado su intento era lamentable.

—Madre...— Se queja mi hermano cuando mi madre lo envuelve en sus brazos.

Me rio por lo bajo y miro a mi padre alzando las cejas con diversión, ver como una persona como Aarón es abrazada por mi madre es tierno.

—Cariño, déjalo que aún no se han ido— Habla mi padre reprimiendo una sonrisa.

—Vale, vale­— suelta a mi hermano y se aleja refunfuñando hacia su asiento.

Ladeo la cabeza aun sonriendo. La escena me causaba una emoción repentina que me hizo sentir bien por un momento.

No recuerdo la última vez que sonreí de esa forma, desde que Alex termino conmigo porque se había enamorado de alguien más, no logre recomponerme por completo. Trato de olvidarlo, pero es imposible, siempre está ahí, presente en mis pensamientos y en mi vida. Recordar que de un momento a otro él aparecía frente a mi puerta diciendo que no me amaba, que no estaba seguro de que, si alguna vez lo hizo, que en definitiva había alguien más que quería.

Miro a mi familia quien parece hablar de algo sin prestarme demasiada atención y sonrió con melancolía, es lo único por el cual regresaría a esta ciudad, merece la pena volver. A veces pienso que si mi familia hubiera sido una completa mierda estaría segura de que no volvería jamás, aunque me obligaran.

De repente escuche mi móvil sonar y me sobresalte, mis padres dejaron de hablar y prestaron toda la atención en mí. En un rápido movimiento cojo mi teléfono y veo la pantalla, el nombre de Sharon aparece.



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En el texto hay: adolecentes, romance, toxico

Editado: 16.07.2019

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