--Dinos cómo es tu nombre... Y el de ella.--ordeno inexpresivo. Su aparición y el supuesto asentamiento, le sabia muy rancio. Incluso para el extraño mundo en el que vivían, y lo que mas le llamaba la atención, la niña convenientemente era muda, podría escuchar pero no decirles que sabía.
--Ignoren al maleducado, primero deben entrar en calor, luego hablaremos.-- dijo Leira sonriéndole dulcemente a la niña. No tendría más de seis años, a diferencia de Murphy que ya superaba los diez. Tenía ojos rasgados y marrones, cabello ondulado y moreno, en algún punto de su vida pareció haber sufrido quemaduras.-- Arika, podrías traer un poco de la crema que haces para la congelación, por favor.
Sin poder evitarlo la tomo del brazo y la saco de la tienda, gesto que empezaba a hacerle costumbre, y que para que mentir le encantaba. La podía sentir tensarse a través de los gustes y de su ropa, y aunque su cara no mostraba emociones sabia de sobra que la fastidiaba y le frustraba no poder evitar el contacto.
--¿Piensas gastar suministros en ellos?-- pensó en voz alta. Su tono salio mas brusco que lo que esperaba, pero solo pensaba a largo plazo cuando su hermana se quemara y no tuvieran esa crema, pensaría "¿Porque siquiera les dejamos entrar en la tienda?"
--¡Acaso te estás escuchando! Es una niña, y ¿Sabes que? Si no hay nadie que pueda cuidar de ella la llevaremos con nosotros, porque es una niña, y nos prometimos algo ¿Recuerdas? Salvaremos a los indefensos.-- dijo algo alterada, lo que algo significara para Leira, porque sabe que podría ser peor.
--Somos dos adultos cuidando de tres niños, uno más solo...-- se cayó mirando a la nada, su hermana ya no era una niña aunque le doliera admitirlo veía como miraba a ese tal Roan, quien no llego nunca a ganarse su confianza al ver como la tocaba y como ella se sonrojaba, mientras que Leira en otro mundo hablaba con Murphy sin percatarse de lo que ocurría en sus narices.
--Somos adultos, pero Roan se convertirá pronto en uno y Arika...-- la interrumpió al ver la conexion que tenia con sus pensamientos.
--No digas nada.-- dijo mirándola serio.
--Tu hermana ya no es una niña, Tahiel.-- dijo sonriendo.-- Pronto cumplirá quince, y cuando menos te lo esperes tendrá que procrear...-- frunció el ceño al escuchar la palabra a la que tanto le temía, y mucho más si se encontraba cerca del nombre de su hermana, mientras ella sonreía burlona observando su disconformidad.
Él alzo las cejas curioso. Y el pensamiento de Leira desnuda duchándose en una casa de Asunción, paso por su mente, sin poder evitarlo recordó su sonrojo y sus gritos, preguntándole desde cuando estaba ahí parado, sin decirle que se marchara.
--Con esa lógica, tú tendrías que procrear conmigo.-- dijo alzando una ceja burlón.
--A lo que quiero llegar, es que les prometimos llegar a Buenos Aires.-- dijo esquivando su mirada, noto el sonrojo debajo de sus ojos, por o que supuso que llegaban mucho mas abajo y sin poder evitarlo, bajo la vista imaginando.
¡NO! ¡Concéntrate, están discutiendo!
--Si lo que planean es llegar a la capital...-- dijo una voz extraña.--Me alegra decirles que no están tan lejos.
Ambos le miraron sincronizados. Y le miraron inconformes. Leira se veía adorable, y el metro sesenta no ayudaba a cambiar eso, pero Tahiel con su metro noventa más la cantidad de ropa puesta, que le sumaba unos veinte años, era lo más intimidante que verías por allí.
--¿Y tú eres?-- dijo Leira con desconfianza, cosa que bajo la bufanda le hizo sonreír, era el mismo tono que usaba con el cuando se conocieron, pero enseguida frunció el ceño al notar que no debía mostrar esa debilidad.
--Y yo que creí que éramos bienvenidos.-- dijo el tipo risueño, cosa que solo provocaba querer partirle la estúpida sonrisa. Tranquilizándose respondió:
--La niña es bienvenida, nuestra hospitalidad hacia a tí fue pura cortesía.-- dijo Tahiel con voz pasiva.-- ¿Porque no nos cuentas quien eres y quien se llevó la camioneta?
--Soy Eodor...
Eodor= Hedor.
¿Se bañara?
La próxima risa de Tahiel tuvo que ser suplantada por el quejido de dolor que le proporciono el tacón de la bota de Leira.
-- Y la niña se llama Lían, y a menos que sepan hablar lenguaje de señas me necesitaran a mí para comunicarse con ella.
--Sabemos-- dijo Leira de inmediato. Tahiel poso la vista un segundo en ella, tratando de descifrar desde cuando sabia hablar lenguaje de señas y el porque el no lo sabia -- Y a menos que nos des una explicación razonable, somos capaces de dejarte aquí tirado, así que habla.
La felicidad broto en los ojos de Tahiel una milésima de segundo, ver como trataba a los hombres Leira, era mucho mas divertido que recibir el trato.