Prólogo

Narrador omnisciente.

Un policía entra en la estación, cansado de un largo día, listo para recojer sus cosas e irse a casa.

—Hola Matt–Dice la mujer de la recepción mientras analiza unos documentos.

—¿Algo nuevo?–Pregunta Matt.

—Lo de siempre, y tres chicas que irrumpieron en propiedad privada para "Robar algo"–Dice la regordeta morena haciendo comillas en la última palabra.

—Vaya–Responde el policía pensativo–¿Turistas?

—Exactamente.

Olvidando completamente su cansancio Matt se sienta en un banco y le hace una señal a la mujer.

—Sabes que no puedo contarte nada de los casos pero aquí voy–Habla.

—No es por ser entrometido Diana, solo es curiosidad.

—Bueno–Habla rodando los ojos mira su computadora y luego los documentos sobre la mesa.

—Son tres, Wendy Jones, Daria Ross y una joyita, Alessandra Drivers.

—Ajam continúa–Habla el oficial agarrando su barbilla.

—Es curioso, son la rubia, la pelinegra y la pelirroja–Dice Dania soltando una risita.

—Si, sigue–Matt se empezaba a impacientar.

—Wendy Jones, la rubia. 19 años 3 veces detenida dentro de fiestas cuando era menor de edad, en octavo grado también estuvo detenida, al parecer–La mujer habré sus ojos como platos–Por drogar a su maestra de Biología.

Matt un poco sorprendido asiente para que Diana prosiga.

—La pelirroja, Daria Ross 18 años, yo diría que la más inocente de las tres, en sus antecedentes solo está: Una vez detenida por intentar robarse 47 libros de la biblioteca de su pueblo.

—Ya veo–Dice Matt con una pequeña sonrisa en su rostro.
Robar libros vaya delito, pensó.

—Y la última–Dice la mujer-–Alessandra Drivers 18 años, la pelinegra, ella estuvo hace poco en la estación de Shindaw O.

—Conducía a exceso de velocidad, y peor aún, en estado de ebriedad, atropellando a un ciervo que pasaba por la carretera–Continuó.

—Pobre–Murmuro Matt refiriéndose al ciervo.

—Tambien vendía drogas en la secundaria, y se hizo pasar por prostituta para robar todo su dinero a un anciano–Dice la recepcionista–Totalmente cliché.

—Oh vaya joyitas–Habla el policía–¿Y está vez por qué están aquí?

—Es una larga historia, no diría que merecen cárcel pero sus padres están furiosos.