15 dias en Nueva York

Capítulo 3

 

Viernes 2 de octubre de 2020

La luz del día me ciega por completo al entrar por la ventana. Intento taparme con la manta, cuando siento que Carla me tira una almohada, a la segunda vez soy yo quien se la devuelve. Aun con el sueño en la cabeza me dirijo hacia la ventana. Miles de coches circulan por las carreteras, igual que las personas. Las tiendas y cafeterías están abarrotadas de gente que esperan su turno.

Cojo rápido unos leggins y una sudadera y bajo al salón dispuesta a comenzar el día con ganas. Ayer quedé con Carla que iríamos a correr por las mañanas. También he pensado que, aunque me dijo Nico que hasta el lunes tenía “fiesta”, podría ir estos dos días, para acostumbrarme a los compañeros, y luego pasearía por la ciudad para conocerla.

Llevamos corriendo más de una hora. Apenas noto las piernas, no suelo correr por las mañanas, pero esto es como un reto, y lo conseguiré. Carla no para de darme propuestas de lugares para una boda. Se dedica a organizar bodas, y ayer tuvo unos clientes nuevos: Tyler y Kate. Carla me ha hablado mucho de ellos, e incluso he llegado a hablar con Kate en varias ocasiones. Llevan casi ocho años de noviazgo y por fin han decidido dar el siguiente paso. Lleva planificándola hace escasas semanas, apenas le falta la vajilla, las flores, y otros detalles, pero bueno, lo importante ya está.

- ¿Haces esto todos los días?

- Sí, – responde con la voz un poco agitada – me ayuda a despejar la mente.

- Tenías un trabajo muy bueno hace unos años, ¿porque te cambiaste?

- No me entusiasmaba lo que estaba haciendo, era todo lo mismo. Necesitaba hacer algo que de verdad me gustara y elegí crear mi propia empresa de bodas.

- Me alegro mucho. ¿Qué tal está Frank?

- Él sigue en el mismo trabajo. Al parecer la quiebra de la empresa en Barcelona, no afectó a ningún local fuera del país.

Finalmente llegamos al apartamento. Me ducho con tranquilidad, disfrutando de cada gota que resbala por mi piel, y me preparo con mi mejor vestimenta para el día que se presenta. No me gusta maquillarme mucho, pero aun así me pongo un poco rímel. Carla se ha ido hace unos minutos, al parecer tenía prisa por llegar a su oficina.

Un aire fresco me atrapa por completo al abrir la puerta. La cafetería queda a un par de manzanas, enfrente del trabajo. La cola se empieza a ver desde fuera, pero afortunadamente parece que los dependientes van rápido, porque en pocos minutos ya estoy casi en el mostrador. Mientras espero decido cogerle la llamada a Carla que me pide algún consejo.

- Mañana voy a verlos, y te podré ayudar con el lugar… Por cierto, no conocerás a alguien que quiera hacerme un tour por la ciudad, ¿no? Aún no me acostumbro, y con estos edificios tan altos, seguro que me pierdo…

- ¿Que desea tomar? - interrumpe el dependiente.

- Ahora te llamo – digo colgando la llamada - Un café con leche, por favor.

- ¡Marchando! – inevitablemente me saca una pequeña sonrisa ante la energía que tiene a estas horas.

Sigo pensando que hacer con el tema del guía. Necesito a alguien que me lleve por esta ciudad al menos hasta que la conozca un poco. Tras unos minutos, el camarero me entrega el vaso.

- Aquí tienes – dice el chico guiñando un ojo.

- Gracias – le devuelvo una sonrisa sincera al coger el vaso

En ese mismo instante, antes de que pueda girarme, noto un violento empujón por detrás, haciendo que el café vaya a parar a mi camisa. En seguida noto decenas de miradas sobre mí, incluyendo la del dependiente, que se gira rápidamente hacia la máquina de cafés. Me giro hacia quien me ha empujado, pero éste ya está pidiendo su pedido.

- Idiota – susurro para mí - ¿Qué haces? – esta vez algo más la voz.

- Lo siento no te he visto, iba pensando en mis cosas. Me sabe fatal, deja que te invite a otro café.

- Disculpen – interviene el dependiente entregándome otro vaso – Invita la casa.

El joven vuelve a sonreír y yo acepto el vaso. Las ocho cincuenta. Llego corriendo a casa. No puede ser que por culpa de este tío vaya a llegar tarde el primer día. Subo rápido y dejo la blusa en la cesta para la lavadora, huele completamente a café. Entro al baño y me pongo algo de colonia para que disimule el olor de la bebida y me pongo otra prenda, esta vez opto por un vestido granate. Me maquillo un poco antes de salir escopeteada de casa.

Aun con el café en una mano y el bolso en la otra, llego al edificio. Me paro en recepción, las palabras “RE-DESIGN” se leen detrás del mostrador.

- Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

- Hola, busco al Sr. Collins

- Claro. Octava planta, segundo despacho. Lo verá fácilmente.

- Muchas gracias.

Llamo al ascensor y espero a que baje: “diez”, “nueve”, “ocho” los minutos van pasando y no tengo tiempo que perder “tres”, “dos”, “uno” … “planta cero”. De éste salen un par de señores con traje, pueden que hayan tenido una reunión a primera hora. Subo al ascensor y pulso directamente el número diecisiete.




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