Viernes 2 de octubre de 2020
Llevamos varios minutos esperando y el chico sigue sin venir. No me acuerdo muy bien de su físico, solo lo he visto una vez, y estaba muy cansada como para acordarme. Recuerdo que era alto, pelo rubio, ojos claros… perfecto para Carla. Rompió con su novio hace unos meses, y, semanas más tarde, empezó a hablar de Adam como un amigo que había conocido en el parque.
Después de unos minutos esperando en el pie de las escaleras, siento que alguien se acerca por detrás. Me giro disimuladamente: Adam, seguro que es él. Lleva una especie de collar con una tarjeta plastificada colgando. Con la luz de fondo, no puedo distinguir muy bien su rostro, pero solo con sus andares puedo identificarlo.
Su sonrisa se refleja al cruzar una mirada con Carla, quien, disimuladamente le mira de reojo mientras me habla. Durante unos segundos, puedo apreciar la chispa que hay entre ellos. El tiempo ralentiza las agujas del reloj, la música deja de sonar, la gente para de bailar y gritar, por una fracción de segundo que parecen minutos, donde con una simple mirada ha podido deslumbrar la atracción que sienten ambos.
El chico va acercándose poco a poco a medida que vuelvo a la realidad. Al llegar se guarda la mano en el bolsillo para sacar unas pulseras de tela para el evento. Entrega cinco pulseras a las chicas y me da otra para mí, mientras que se queda la última para él. Apenas he acabado de atarla, cuando veo como me da un casto beso sobre la mano de Carla que tenía entre sus manos.
- A ti también te puedo dar un beso, si quieres – mierda, me ha pillado mirándolos.
- Tranquilo, no estoy celosa – digo riendo – ¿Entramos?
- Claro – dice acercándose al guardia de seguridad – ellas vienen conmigo, mis amigos están arriba.
El chico se adelanta hasta la entrada, y enseña la tarjeta y acto seguido, el señor saca la cuerda que impide llegar a la sala. A medida que vamos pasando, vamos enseñando las pulseras. Miro a Carla con cara de “¿No tienes nada que contarme?”, y ésta sonríe al ver a que me refiero.
-Te conté lo que me pasó con Theo, ¿no? – asiento sin decir nada. Ella continua, la voz aumenta a causa de la música – Pues, inmediatamente después presenté mi dimisión en la empresa, no soportaba seguir viéndolo. Dejé de hablarme con él por WhatsApp, eliminé su contacto de mi móvil… no quería nada de él.
- Chicas – interrumpe Lucía – nos sentamos en aquella mesa – dice señalando una pequeña mesa y unos sofás para sentarnos – Voy a pedir bebidas, ¿qué queréis?
- Con una cerveza me va bien.
- Lo mismo.
- Perfecto, ahora vuelvo.
Lucía se aleja hacia la barra del bar. Entretanto, Carla y yo nos acercamos al sofá mientras sigue explicando la historia de Theo, su exnovio, y Adam, su “amigo”. Personalmente no conocía mucho a Theo, pero por lo que me ha contado, fue un capullo. Era jueves, ambos trabajaban en la misma oficina. Llevaba un tiempo en el lavabo, entonces, ella, preocupada por lo que le podía pasar, se dirigió hacia el lavabo y los pilló allí mismo, en el lavamanos del baño de chicas. Enseguida salió disparada del lugar. Al día siguiente ni se presentó al trabajo, ya le había mandado un correo a su jefe explicando el motivo de su retirada. Hacía ya un tiempo que pensaba en abrir su propia empresa de “Weeding Planner”. Le encantaba organizar eventos, bodas, comuniones…
Al final de esa misma semana fue al cine, necesitaba despejarse, y fue allí, en la sala de cine, donde conoció a Adam. La sala estaba vacía, faltaban aun diez minutos para que comenzara la película. Él ya la había visto varias veces, ella, en cambio era su primera vez. Ambos estaban en asientos distintos, separados por un pasillo. Las miradas entre ambos eran fugaces, a ella le daba vergüenza que la mirasen tan detenidamente y cuando le pillaba giraba rápidamente la cabeza, y éste sonreía. Cuando acabó la película salió de la sala aun con el bote de palomitas en una mano y la botella de agua en la otra, pero la sorpresa se la llevó cuando vio al chico del cine sentado en uno de los bancos del cine. Al principio pensó que esperaba a alguien, una novia, algún amigo… pero al pasar por delante vio que éste se levantaba y la seguía hasta que noto que la estiraban del brazo. “Hola, soy Adam, el chico de la sala”. Ese era el mote que empezaba a ponerle ella antes de saber su nombre. “Hola, soy Carla”. Con estas escasas palabras empezaron a hablar. Carla no es mucho de confiar, pero poco a poco se fue soltando, aunque la diversión acabó cuando llegaron al portal de su casa y se tuvieron que despedir, no sin antes regalarle un beso en la mejilla a la chica, supongo que no la quería asustar.
- Chicas aquí tenéis – dice Lucía con las cervezas en la mano.
- Gracias Lu – así es como la hemos bautizado, es más corto y rápido.
La música fluye por todo el local, noto como Carla busca con la mirada los ojos de Adam, hasta que los encuentra. Está junto a un grupo de amigos cerca de la barra. A primera vista no reconozco a ninguno de los chicos, y eso que Carla me había enseñado fotos de los amigos de él…
- Tía ve – interrumpo la distracción de la chica, aunque sigue sin apartar la vista del chico.
- Que va, está con sus amigos, no quiero molestarle.
- Para él nunca serás una molestia, créeme. Sino no estaría mirándote todo el rato. Seguro que está más atento a tus pasos que a la conversación.