15 dias en Nueva York

Capítulo 7

 

Sábado 3 de octubre del 2020

El viaje de vuelta ha sido más silencioso de lo habitual. Después de hablar de aquello, Bruno ha permanecido callado durante todo el trayecto, centrándose únicamente en la carretera. Para destapar dicho silencio encendí la radio. Coldplay inundó el coche con su “Viva la vida”. Empecé a tatarear el ritmo, y él comenzó a cantarla susurrando la letra hasta que finalmente ambos acabamos cantando la canción a todo pulmón dentro del vehículo.

Al llegar al portal de Bruno, él se baja para despedirse, no sin antes coger las cosas que había puesto en el maletero. En ese momento empiezo a ojear los mensajes del móvil. Tres mensajes de “OnlyGirls”, en el que estamos las cinco chicas del grupo: Lisa, Marta, Lucia, Carla y yo. Es un poco cursi, pero Lisa es quien creo el grupo y así se puso. En principio era provisional hasta que encontráramos unos que nos gustara a todas, pero finalmente se quedó así, ya nos hemos acostumbrado.

OnlyGirls

             Lucia G: Chicas Marta y yo estamos en el bar, ¿alguien se viene?

             Lisa K: Estoy saliendo, voy para allá.

             Clara L: Hoy no puedo, lo siento. Tengo que repasar algo importante de la boda.

             Sandra M: Yo voy. Cinco minutos.

Me despido de Bruno con una pequeña sonrisa a la vez que alzo la cabeza del dispositivo y arranco el vehículo con dirección al bar en que hemos quedado. En pocos minutos llego a la puerta del local, las chicas levantan la mano desde una mesa de la terraza para llamar mi atención. Efectivamente solo están Lisa, Marta y Lucia, Carla no ha podido venir. Durante el trayecto la he intentado llamar, pero me sale el contestador, y no he podido comunicarme ni siquiera por mensaje, seguramente seguirá con la boda.

Al llegar me sorprende la multitud de personas que pasean por la calle, entando y saliendo de los locales. Nunca me acostumbraré… Me llama la atención un grupo de chicas que alzan las manos y las mueven de un lado a otro sin parar. A medida que me voy acercando voy identificando a las chicas, primero a Lucia, y luego a Marta y Lisa que están sentadas en las sillas con las manos levantadas. Ellas ya han pedido algo para picar y unas cervezas.

- Chicas, voy a pedir – digo sin sentarme, dejando el bolso sobre la única silla que queda libre.

Me acerco a la barra con la esperanza de que alguien me atienda. Enseguida veo al camarero del viernes acercándose con un delantal negro encima y una pequeña libreta que saca del bolsillo.

- ¿Qué desea? – dice el chico guardando otra vez la libreta y apoyándose en la barra.

- Una cerveza fría, por favor.

El chico se marcha con media sonría hacia el dispensador de cerveza que hay en el centro de la barra. Al cabo de unos segundos vuelve con el vaso hasta el límite y con una cantidad de espuma aceptable.

- Muchas gracias.

- Por cierto, no me has dicho tu nombre.

- Sandra. Trabajo aquí cerca, así que me veras a menudo.

- Encantado. Yo soy Ethan.

Vuelvo a la mesa con el vaso en la mano. Las chicas están hablando de una fiesta en una casa o algo parecido. Primero me limito a escuchar, hasta que Lisa se da cuenta de que estoy un poco perdida en el tema.

- Te voy poniendo en situación. – susurra la chica que se sienta junto a mi – Al parecer la compañera de piso de Lucia se va unos días de la cuidad, por trabajo creo. El caso es que estaba proponiendo quedar todos allí para celebrar tu bienvenida al grupo.

- Sé que es un poco tarde, pero no me queda muy claro cuantos somos en el grupo. Sé que estáis vosotras, Carla, y…

- Los chicos: Adam, Dylan y Bruno… somos ocho.

- Chicas a mi lo de quedar me parece bien – digo ya en un tono normal.

- Perfecto. Ahora aviso a los chicos

La conversación continúa decidiendo el día y la hora hasta que entra el tema de chicos, y a partir de entonces se desata un sinfín de cotilleos que hay dentro de la revista.

- El otro día vi a Dylan hablando con la chica de la cafetería – dice Lucia – ¡Que envidia!

- Dylan, ¿el socio del Sr. Collins?, ¿qué pasa con él?

- Que a Lucia le gusta – interviene rápidamente Marta antes de que esta diga algo.

- Yo tengo dos amores “platónicos”, si se puede llamar así: Dylan, y Bruno, el inversor – hace una pequeña pausa antes de seguir – que suerte tienes Sandra sentándote justo enfrente.

- Tampoco es para tanto.

- Ya…

Continuamos hablando durante unos minutos hasta que los vasos quedan completamente vacíos. Sin embargo, hay una cosa que no me queda clara, ¿Por qué “platónicos”? Mientras las chicas van recogiendo las cosas, Lisa me va explicando la inquebrantable regla número cuatro.

Regla #4: Está prohibido la relación sentimental entre dos empleados de la empresa. Si esto llega a pasar, ambos trabajadores serán despedidos de forma inmediata, a no ser que el gerente diga lo contrario.




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