164 Girasoles

2.Déjame tranquilo

GIRASOL NÚMERO 5

 

Zayn Sanderson.

Salgo de la ducha con una toalla en la cintura, voy a mi habitación y busco que ponerme en el armario, saco lo primero que encuentro.

Ya vestido meto un cuaderno y unas cuantas latas de pintura en aerosol en mi mochila. Oh, claro, quizá también necesite un lápiz.

Dejo la mochila sobre mi hombro y voy a la sala de mi departamento, vivo solo desde los dieciocho.

Luego de la muerte de mis padres mi hermano mayor y yo vivimos juntos un año en Bradford, mi ciudad natal en Inglaterra, pero luego se fue a otra ciudad por trabajo y temas de convivencia entre él y yo, entonces decidí venir a estudiar administración de empresas y economía a Estados Unidos con mi parte de la herencia de nuestros padres, que es bastante dinero en realidad, la verdad es que quería estar lo más lejos posible de los recuerdos y de mi hermano, si tengo que ser sincero.

Venir a vivir a otro país fue muy extraño al principio, pero me he ido acostumbrando, necesitaba salir de Inglaterra.

Me preparo el desayuno y luego de comerlo todo salgo de mi departamento, el edificio no es realmente lindo ni grande y tampoco está en el mejor barrio, pero no necesito más la verdad.

Una vez afuera me subo a la motocicleta y decido ir directo a la universidad por el tiempo, después iré a pintar un poco por ahí.

Para mis clases voy adelantado, pero quedé en verme con un tipo bajo las gradas para hacer un trato.

Estaciono mi motocicleta en el estacionamiento de la universidad y voy directo a las gradas, Landon ya está en el lugar.

—Bien, amigo, ya atraparon a un chico, así que te pido que lo hagas lo más privado posible— dice Landon tendiéndome la bolsa con marihuana— ¿Será tu primera vez drogándote?— pregunta y simplemente asiento.— Bienvenido al club, chico.

Ruedo los ojos.

—¿Me lo vas a dar o no?

—Claro, amigo, aún ni la pruebas y ya estás desesperado, tranquilo.

—No es eso, no soy un tipo con paciencia. Toma tu puto dinero y dame mi droga.

Ríe y hacemos el cambio.

—Suerte, amigo.

Me da unas palmadas en el hombro y se va.

Guardo la bolsa en el bolsillo de mi sudadera negra, me pongo el gorro y salgo de debajo las gradas.

—Hola— dice una rubia sonriente apareciendo de la nada, me sobresalto.

—¿Qué quieres ahora?— pregunto cortante, le paso por el lado y sigo caminando, pero intenta seguirme el paso a mi lado.

Yo no soy un tipo muy alto, pero aún así camino rápido y ella es muy baja, da saltitos de vez en cuando para seguirme el paso.

—¿Qué hacías ahí?— pregunta.

—Nada que te importe.

—Te traje algo— dice animada, la miro de reojo y veo que me tiende un girasol, ruedo los ojos.

—Tengo cuatro girasoles, niña. Uno por día, son cuatro más de los que necesito, ya no quiero otro.

—Pero lo traje para ti.

—Pues no, gracias.

—Eres muy descortés.

—Y tu muy irritante, ¿Qué tienes? ¿Ocho años?

—Tengo diecinueve.

—No pareciera.

—¿Qué hacías debajo de las gradas?

—Nada que te importe— canturreo.

—Si me importa.

—No.

—Somos futuros mejores amigos, claro que me importa.

Suelto una risa irónica.

—De eso nada— afirmo.

—¿Hacías lo que la mayoría de los chicos hacen aquí?

—¿Tener sexo? ¿Masturbarme? Pues no.

Hace una mueca de disgusto y de sorpresa, apuesto que ni sabe lo que significa.

—Ew, no ¿La gente hace eso ahí? Pero si es un lugar público.— dice con inocencia e ingenuidad, prefiero mantenerme callado— En fin. ¿Se trata de la droga?

—No.

—Es eso. ¿Compraste droga?

—Dije que no.

—Exacto, dijiste que no, pero nunca me respondes ninguna pregunta, solo dices eso no te importa, vete de aquí y blah, blah, blah, pero no es una respuesta.

—Joder, Sandra, que no.

—Es Sarah, en realidad.

—Como sea.

—No lo hagas, eso te perjudica la vida.— dice y me quedo callado.

—Déjame tranquilo, Sandra.

—Sarah.

¿Qué no me había corregido Sandra por Sarah? En fin.

—Eso, Sarah. Solo largo, vete.

—Me voy si me aceptas el girasol— dice y me lo tiende de nuevo, suelto un bufido y se lo recibo.

—Ahora largo de mi vista.

—Claro. Adiós, amigo— dice y se va de inmediato de mi lado corriendo.

—¡No soy tu amigo!

Me fijo en como va vestida mientras se aleja, ¿Quién se viste de tantos colores? Joder, me dio dolor de cabeza de solo ver su vestido casi de payaso.
 

• ────── ✾ ────── •

Estoy en el callejón de siempre, estuve graffiteando la muralla, ya voy casi por la mitad, no sé donde voy a pintar cuando la muralla esté toda pintada.

Desde que tengo quince años que me atrae esto de pintar en las calles, lo hago bien y siempre me ha relajado, solo que últimamente no es suficiente.

Me siento en el piso con la espalda apoyada en la muralla y reviso en el bolsillo de mi sudadera, saco la bolsita de marihuana que compré hoy por la mañana, nunca he hecho esto, pero estoy dispuesto a probarlo, se que provoca adicción y la verdad no me importa, solo quiero olvidarlo todo por un rato.

—¡Mierda! ¡Oh, gatito, lo lamento tanto!

Maldigo para mis adentros al escuchar esa voz tan irritante.

—¡Zayn! Dios mío, por favor no le cuentes a nadie que tropecé con un gatito, ¡Quiero golpearme! Espero no haberle hecho daño.

Joder, ¿En serio es así de buena? Qué irritante.

—¿Qué es eso?— pregunta señalando la bolsita en mis manos, la guardo en mi bolsillo y me pongo en pie.

—¿Por qué siempre te apareces? Joder, búscate una vida.

—Tengo una vida.

—¿Ah si? Pues céntrate en ella.

—¿Es droga?

—No.

—De nuevo me respondiste.



#24677 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, sadstory

Editado: 05.09.2021

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