GIRASOL NÚMERO 35
Zayn Sanderson
¿Para qué vivo?
Me he hecho esa pregunta más veces de las que me gustaría admitir.
¿Para qué me esfuerzo en seguir con una vida que no me gusta? ¿Para qué ir a la universidad? ¿Para qué intentar obtener buenas calificaciones? No le encuentro sentido a nada de lo que hago.
No tengo padres a los que agradar, no hay amigos, no me interesa tener novia, mi hermano me interesa menos. ¿Para qué hago todo lo que hago? Ni siquiera tengo planes ni metas.
Obtener una profesión universitaria, trabajar en una empresa y llegar a una casa solitaria por el resto de mi vida... no tiene sentido. No sé qué es lo que estoy haciendo y me siento fatal. Todo se siente tan... vacío y sin color.
No solo se trata de lo que no tengo, también de lo que si. Entonces me hago la pregunta... ¿Qué tengo? Tengo que vivir con el recuerdo de los gritos de agonía y sufrimiento de mis padres al morir, tengo que vivir con el recuerdo de cuando vivían y todo parecía ser bueno, tal vez no perfecto porque solían discutir bastante, pero... era bueno, mucho mejor que esto. Mucho mejor que esta jodida soledad de mierda.
Nada me gusta realmente, nada me apasiona lo necesario, no amo nada lo suficiente como para que me haga desear vivir y experimentar. Estoy perdido.
¿Para qué quiero trabajar? ¿Para mi? ¿Para disfrutar todo solo? No tiene sentido.
A veces... siento que quiero acabar con toda esta mierda, con los recuerdos, con esta vida sin sentido que no quiero tener, que no me hace feliz... pero no puedo, no puedo hacerlo, soy un cobarde.
Suelto un suspiro mientras veo la bolsa de droga que le compré hoy a Landon. Trago grueso.
Si no puedo acabar con todo, al menos puedo olvidarlo por unas horas.
Dejo el contenido de la bolsa en mi escritorio, justo a un lado del montón de girasoles que la italiana me ha regalado.
Iba a hacerlo... en serio iba a hacerlo, iba a drogarme, pero entonces me detengo a medio camino cuando escucho un ruido, están llamando a la puerta de mi departamento. Suelto un suspiro y alejo la silla del escritorio, el pequeño golpe que hago contra este provoca que uno de los girasoles más antiguos bote las semillas secas que van al centro encima de la droga.
Mierda.
Esa italiana irritante me arruina la droga incluso cuando ni siquiera está.
Suelto un bufido y me dirijo a la puerta principal del departamento pasando por el pasillo y la sala, cuando la abro pongo los ojos en blanco.
—¿Qué haces aquí?— le pregunto irritado.
Pues sí arruinó mi droga estando aquí.
—¡Feliz cumpleaños!— grita la italiana sonriente y entusiasmada, trae una caja casi más grande que ella y tiene pegada una banderita de cumpleaños, encima está el girasol de hoy. Es sábado y estaba teniendo un buen día sin italianas que solo viven para complicarme aún más la vida.
Frunzo el ceño—Te demandaré por acoso, ¿Cómo supiste que es mi cumpleaños?
—Vi que un maestro te felicitó hoy.— dice entrando al departamento sin mi invitación— Te traje un regalo—dice sonriente, suelto un bufido y cierro la puerta.
¿Cuántas veces tengo que decirle que no la soporto y que la odio para que deje de insistir en aparecerse e irritarme?
Cuando iba a tratarla mal por millonésima vez para que se largue, mi vista cae en el regalo y proceso todo... la verdad es el primer regalo de cumpleaños que recibo en años... cualquier tipo de regalo, en realidad.
La italiana deja el regalo en el sofá.
—¡Vamos, ábrelo!— dice emocionada.
Me quedo en silencio y la miro... No, de eso nada.
—No lo quiero, tu y tu regalo pueden irse— digo señalando la puerta.
—¿Qué? ¡No, por favor ábrelo! Te va a gustar, créeme.
—Dudo mucho que me guste. Largo.
—Sé que te va a gustar.
—Tu no sabes nada, ¿Tengo que mostrarte el camino a la puerta?
—Ya he gastado el dinero y la verdad es que no me sobra, así que ¿Podrías, por favor al menos verlo y decidir si lo odias o no?
—Te odio y odio tu regalo.
—¡Al menos míralo!
Suelto un bufido pasando mis manos estresado por mi rostro, pero luego dejo mis manos a mis costado y le echo una mirada a la italiana.
—No tiene arcoíris, unicornios o cosas así, ¿Cierto?— le pregunto con una mirada asesina.
—Claro que no. Los arcoíris, unicornios y "esas cosas así" son bonitos, pero sé que no te gustan las cosas coloridas. En serio ábrelo, creo que te va a gustar.
Me quedo callado y estático.
He de admitir que no se siente tan mal que por primera vez en años alguien se interese por comprarme algo en mi cumpleaños, aunque sea esa tonta italiana.
Olviden que pensé eso, excepto lo de tonta italiana, eso sí que es cierto.
Suelto un suspiro agotado. Me acerco y quito el girasol de encima y luego quito la cinta verde de la caja, de inmediato las cuatro paredes de esta se abren y lo primero que capta mi vista es un pastel de cumpleaños, es negro y encima trae escrito "ZAYN" en un diseño de las típicas letras de grafiti en colores naranjo, verde, morado y azul. A los lados hay otros regalos; un set de pinturas en aerosol de una marca que es bastante buena, un set de plumas a tinta negra de distintos tamaños y una remera de The Beatles.
En realidad... es un buen regalo.
—El pastel lo he hecho yo. Yo solita— dice sonriente y la miro— Bueno, mi tía me ha ayudado un poco— dice y alzo ambas cejas— ¡Bien! Mas que un poco, pero he aportado bastante.
Trago grueso... no sé qué decir.
—¿Por qué haces esto? Creo que no he dejado de insultarte y de decirte que te quiero lejos. Y que te odio, además.
Sin mencionar lo que he dicho de su padre.
—Tu me odias, yo a ti no. Me gusta ser fiel a lo que siento y... perdóname si te molesta, pero... siento que quieres tener a alguien cerca aunque no lo demuestres... aunque lo evites.