164 Girasoles

18.Hoy te ves bien

GIRASOL NÚMERO 54

 

Zayn Sanderson

—Me estoy hartando de bloquear todos los números por los que me llamas— digo luego de contestar la llamada del número desconocido.

—Y yo me estoy hartando de cambiarle la tarjeta a mi teléfono todo el tiempo— dice James.

—Déjame en paz, joder. No te quiero volver a ver.

—Hermano, ya bas-

—¡No me digas así! Joder.

—Zayn. ¿En serio crees que mamá estaría feliz con esto?

¿Si supiera lo que ha hecho? Si.

—Deja de utilizar a mamá. No me interesa estar cerca de ti, ¿Qué no entiendes?

—Zayn... estoy intentando decirte que quiero reparar las cosas. No fuiste el único que perdió a sus padres, yo también la pasé muy mal.

—En los peores momentos es cuando vez quienes son las personas a las que realmente les importas... yo intenté ser un buen hermano incluso en ese momento y me estaba muriendo por dentro.

—Lo... lo lamento, Zayn.

—Ya es muy tarde— digo y cuelgo la llamada.

Trago grueso y finalmente logro salir del departamento para dirigirme a la universidad en mi motocicleta, cuando llego y entro veo que hay tres girasoles pegados a mi casillero. Suelto un suspiro, los saco y los lanzo dentro sin leer la nota.

—Hey, ¿Qué pasa? Pensé que ya habíamos pasado esa etapa— dice la italiana apareciendo de la nada, la miro mal.

—No estoy de humor— digo y paso por su lado para caminar lejos.

—¿Qué pasa?—pregunta caminando a mi lado.

—Pasa que no estoy del maldito humor.

—Pero... te traje algo.— dice y me detengo bruscamente para encararla.

—¡Que no quiero tus maldi— dejo de gritar cuando pone en frente de mi rostro un frasco con galletas— ¿Y eso?

—Yo las he hecho. Ayer. Estuve... enferma y tuve un poco de tiempo. Hice para mi tía, para Liam y para mí, sobraron unas cuantas, así que pensé en traerte— dice y sonríe. Frunzo el ceño.

La odio.

Odio cuando hace cosas así, es tierna de la nada y me hace sentir extraño. ¡Si le estaba gritando!

—¿Quieres?— pregunta, miro el frasco un par de segundos y luego miro sus ojos brillantes.

Zayn, enfócate, ¡Estás enojado!

—No quiero— digo y sigo caminando.

—¿Por qué no?— pregunta caminando a mi lado.

—Porque no.

—Pensé que ya habíamos pasado la etapa del porque no, ¿Estamos dando pasos hacia atrás?

—No.— digo inconscientemente y ella sonríe— Digo sí. Ugh, no lo sé. Deja de molestarme.

—No te estoy molestando, solo te hago compañía.

—Lo mismo.

—No es lo mismo. Si te estuviera molestando haría ruiditos de monos o algo así— dice sonriendo y me giro a verla.

—¿Y cómo serían esos ruiditos?— pregunto curioso, ella me sonríe 

—Uh uh uh— dice imitando a un mono con los ruidos y sus manos, suelto una carcajada.—¡Te reíste!— me señala y frunzo el ceño— ¡He hecho que Zayn Sanderson articule una risa completa!— grita y da saltitos de alegría, dejo de caminar y ella también. Me cruzo de brazos— Bien, lo siento, es que hacerte reír es todo un trabajo duro, Zayn. Me ha tomado como dos meses.

—Es que has sido tan ridícula, que no he podido evitarlo.

Sonríe— Pues si se necesita ser ridícula para que rías, lo hago, ¡Pero solo tenías que decirlo y aligerarme el trabajo!

Me remojo los labios y la miro un par de segundos de arriba a abajo aún de brazos cruzados.

—¿Qué?— pregunta sonriente, tranquilizándose.

Niego con la cabeza.

—Nada— digo y vuelvo a caminar.

Como era de esperarse, ella me sigue el paso y comienza a contarme cosas sin parar. De repente giro el rostro solo un poco para verla por un par de segundos. La italiana es baja y delgada, su ropa generalmente es llamativa, aunque no siempre. Hoy trae puesto un sweater negro con flores blancas, un vaquero blanco ajustado y unas botas negras con cordones. Su cabello lo lleva suelto con sus típicas ondas perfectas. Sus ojos brillan cada vez que me cuenta algo que le emociona y se muerte el labio inferior cuando está nerviosa, también comienza a jugar con las puntas de su cabello o mira sus pies. 

—¿Pasa algo?— pregunta dejando de caminar porque me he quedado mirándola. Había planeado que solo fueran un par de segundos, pero se me han pasado. También dejo de caminar.

—Hoy te ves bien.

Sus ojos se abren mucho y sus mejillas se tornan completamente rojas. 

—¿Qué?—pregunta, perpleja.

—Que hoy te ves bien.

—Me veo bien... ¿Feliz?

Sonrío— Te ves linda, italiana.

Traga grueso y como pensé que lo haría, se muerde el labio y se pone a juguetear con las puntas de su cabello.

—Y-yo... uhm... 

No puedo evitar sonreír divertido al verla tan nerviosa, su piel blanca hace que cuando se sonroje se lo note más de lo normal.

—¿Por qué sonríes? ¿A sido una broma?— me pregunta casi molesta. Casi.

—No, ha sido verdad— digo, pero sigo sonriendo.

—¿¡Entonces por qué sonríes!?

—Porque eres muy divertida, italiana— digo negando con la cabeza divertido.

—Nunca sonríes. ¡Nunca te diviertes! ¿Y decides hacerlo cuando me dices algo así? Espera, ¿Dijiste que soy divertida?— pregunta y asiento—Madre mía, ¿Qué está pasando? ¿Dos elogios seguidos? ¿Tienes fiebre?

—No— digo frunciendo el ceño y alejo su mano que dirigía a mi frente.

—Pues algo tienes, porque entraste hecho una furia y de la nada ¡Pum! Dos elogios en menos de diez segundos.

Tu me pusiste de buen humor.

—Pues es un misterio— digo y ya que mi salón solo estaba a un par de pasos, finalmente dejamos de hablar.

 

* * *

 

Salgo de la universidad y en un par de minutos me estoy subiendo a mi motocicleta, planeo ir al callejón para hacer algún grafiti. 



#24642 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, sadstory

Editado: 05.09.2021

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