164 Girasoles

29.Limpiar sus heridas

GIRASOL NÚMERO 74

 

Sarah Mancini 

Me miro al espejo y suelto un suspiro.

Mis brazos tienen nuevos hematomas, por culpa de mi leucemia siempre me salen y ni siquiera puedo recordar como. Con un pequeño golpecito mi piel ya forma un pequeño rastro de morado.

He bajado otros dos kilos, mi rostro se ve enfermo y siento como la energía en mi va decayendo poco a poco. 

De pronto, me gustaría que así fuera como suceda.

Que mi cuerpo se agote poco a poco, a tal punto que ya no pueda mantenerme en pie y que de una noche al siguiente día ya no despierte. Así sin más, sin dolor.

Pero sé que no va a ser así.

Paso mis manos por mis muslos intentando calmar el dolor, mi osteosarcoma comienza a hacerse más doloroso, a pesar de los medicamentos. No quiero pensar en que tenga que llegar el momento en que necesite una silla de ruedas.

Pero entonces, en mi espejo fijo mi vista en mi pecho. Mi collar con el girasol, entonces ya no puedo evitar sonreír. 

Sonrío porque en medio de todo lo malo en mi vida, mi vista se encontró con ese collar que me recuerda a él. Sonrío y mi corazón se agita de una manera impresionante. Él compró ese collar para mi, él caminó en un centro comercial, vio esta joya tan hermosa y le recordó a mi. Pensó en mi y de alguna manera se me hace un gesto hermoso.

Pensó en mi, recordó un detalle como cuando le dije que me gustaban los delfines y fue a comprar ese pase con entrada VIP al acuario al que siempre había querido ir y él no tenía idea.

Zayn es mucho más lindo y dulce de lo que quiere admitir y... Dios, lo quiero.

De pronto me doy cuenta de todo lo que significa el hecho de morir.

Dejaré de verlo, dejaré de conocerlo, dejaré de ver esa sonrisa en su rostro que es tan escasa y por eso mismo tan especial, de la cual tengo la teoría que solo está dedicada para mi. Su sonrisa. Dios mío, ¿Puede una persona estar obsesionada con la sonrisa de otra? Podría observarlo todo el día, lo juro.

—Ten, tus suplementos de hierro— dice mi tía entrando a mi habitación, me da el batido.—Te ves muy bien hoy.

Sonrío— Parezco media muerta.

—Estás hermosa.

Besa mi frente y se aleja.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo reviso de inmediato.

Zayn: ¿Podría pedirte un favor?

Frunzo un poco el ceño, confundida, pero le contesto rápidamente.

Yo: Lo que sea.

Zayn: ¿Aún recuerdas de cuando curaste unas heridas de mi rostro aquella vez?

Mi corazón salta en mi pecho por la preocupación, ¿Está herido?

Yo: Claro. ¿Estás bien?

Zayn: Necesitaré aquellos servicios una vez más, si es posible.

Yo: ¿Qué pasó? Zayn, no me preocupes.

Zayn: Estoy bien, me gustaría ir por ti, pero no creo que pueda.

Yo: Dios mío, Zayn. Voy en camino.

Tomo mi bolso pequeño con mi teléfono, dinero y mis llaves, entonces salgo inmediatamente de mi habitación. Mientras cruzo la sala, mi tía me detiene.

—Hey, ¿A dónde vas?

—Al departamento de Zayn— respondo con la respiración agitada.

—¿Pasó algo?

—No lo sé, te cuento luego, ¿Si?

—Bien, amor, cuídate.

Sonrío— Claro.— me acerco a ella y dejo un beso en su mejilla.

Llamo a un taxi y gracias al cielo no tarda en llegar.

¿Qué le habrá pasado a Zayn?

Estoy muy preocupada. ¿Qué tan herido estará? Espero que solo sean unos rasguños.

¿Alguien le hizo daño?

Dios mío, se que no tengo mucho con qué defenderme, pero de pronto siento que daría toda la fuerza que apenas tengo para defender a ese chico.

Mientras voy sentada en el taxi mi pierna se mueve de arriba a abajo rápidamente y me muerdo las uñas que de por si ya son bastante cortas. Odio mis uñas.

En fin, no puedo dejar de pensar en Zayn y en que quiero verlo cuanto antes.

—Sería un dólar con ochenta centavos— dice el caballero, le entrego dos dólares y no espero a recibir el vuelto, simplemente bajo del taxi luego de decirle un "gracias", obviamente. 

Paso por el vestíbulo y saludo al conserje como siempre, siento que pasa una eternidad hasta que finalmente estoy frente al departamento y toco la puerta con mis nudillos.

Dios mío, Zayn, que no sea nada grave...

La puerta se abre e inmediatamente veo a un Zayn... madre mía.

Su rostro está lleno de heridas y sangre, además su remera también está manchada, ¿De dónde salió tanta sangre? Sus brazos tienen cortes...

—Z-Zayn... ¿Qué...?

Me siento anonadada. Nunca pensé que me dolería tanto verlo así de herido.

Tose un poco y sale sangre de su boca, casi cae al suelo, pero me apresuro a ayudarlo y paso su brazo por mis hombros, cierro la puerta del departamento y lo llevo al sofá.

—Zayn, ¿Qué pasó?— le pregunto mirando lo adolorido que está.

—Tuve... una discusión con alguien.

—Si, ya lo veo... Zayn, debemos ir al hospital, esto es demasiado para mi.

—No. No quiero ir al hospital.

—¿Por qué no?

—Porque no me gustan.

—¿No te...? Dios, Zayn, es que te ves muy mal.

—Por favor... solo... ayúdame.

—Es que...— me detengo y trago grueso.

Con lo que conozco a Zayn, sé que si no quiere ir a un hospital, no lo hará.

—Iré por el botiquín al baño— anuncio y me pongo en pie, cuando me doy media vuelta noto algo que no había visto cuando entré al departamento.

La mesa de vidrio de una esquina está hecha pedazos y algunos trozos tienen sangre.

Me giro en mi lugar y veo parte de la espalda de Zayn recostado en el sofá.

Zayn, ¿Qué pasó...?



#24692 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, sadstory

Editado: 05.09.2021

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