GIRASOL NÚMERO 78
Sarah Mancini
Vale.
Odio y amo las piscinas al mismo tiempo.
Las amo porque me encanta el agua, nadar y jugar en ella me parece una de las cosas más divertidas que se puede hacer.
Pero las piscinas requieren de un bañador y especialmente en este momento no estoy ciento porciento conforme con mi cuerpo.
Tengo hematomas en ciertas partes de mis piernas y brazos y además he bajado un par de kilos, pero en lugar de verse "bien" pareciera que estoy medio desnutrida y con falta de muchas vitaminas. Y no es mentira.
Casi me odio a mi misma por haber insistido con lo de la piscina.
Es solo que se ve tan divertido...
Bien, hagamos esto.
Zayn y yo llegamos a las reposeras y nos sentamos al lado del otro.
—¿En serio me vas a obligar a hacer esto?— pregunta cabreado.
—Obligar es una palabra muy fea. Dejémoslo en que estoy incitándote a que pruebes algo que estoy segura de que te encantará.
—Hm. Bien, vamos.
Zayn se pone en pie y se quita su remera por encima de su cabeza.
Finalmente puede que si haya estado exagerando un poco respecto al corte en su torso, porque después de unos días comenzó a cicatrizar muy bien, aún tiene una costra, pero no se ve nada mal.
Sin poder evitarlo, me quedo mirándolo un par de segundos. Es delgado, pero firme con algunas marcas en su abdomen. Sus tatuajes me causan mucha intriga, apenas se el significado de uno y me gustaría saber el de todos.
¿Por qué tiene que ser tan atractivo?
—¿Vamos?— pregunta, despertándome de mi trance. Asiento rápidamente.
Levanto el vestido por arriba de mi cabeza.
Llevo puesto un bañador de una pieza, es rojo con algunos detalles de flores blancas. Me encantaría poder usar un bikini, pero no cuento con tal confianza.
Me pongo en pie y Zayn y yo caminamos a la piscina.
La verdad, va siendo una tarde muy entretenida, Zayn se quejó al principio, pero finalmente se relajó. Agradecí enormemente que la piscina estuviera prácticamente vacía. Es grande, así que estamos muy lejos de las otras personas.
Luego de haber estado de aquí hacia allá nadando y de tener una mini batalla de agua en la que nos salpicamos el uno al otro nos sentamos en la orilla de la piscina con nuestros pies en el agua.
—Jamás imaginé que podría estar en un lugar así contigo— digo de pronto mirando el mar.
La piscina tiene el efecto de que pareciera que no tuviera orilla y simplemente se confunde con el agua del mar en el fondo.
—Yo menos, créeme.— susurra entonces.
Giro mi rostro para verlo, él mantiene su mirada al frente y yo me mantengo observando su perfil por un par de segundos, pero entonces vuelvo a mirar al mar.
—Si... si tuvieras tan solo un par de meses de vida... ¿Qué harías?— le pregunto de pronto, sin haberlo pensado demasiado.
—¿Siendo sincero? Muchas cosas y no mucho al mismo tiempo.
Sonrío— ¿Qué significa?
Se queda en silencio y sé que es parte de una de las tantas cosas que no puede soltar por no poder abrirse conmigo aún.
—Yo separaría todo en dos listas. La de lo que me gustaría hacer y la de lo que realmente haría
—Deberías poder hacer todo lo que quieras.
—Si, pero la realidad económica no siempre lo permite y... algunos miedos pues tampoco... ¿Le tienes miedo a algo?
Lo piensa un par de segundos y finalmente suelta un suspiro.
—Si— dice en un susurro.
—¿A qué?
—Sarah Mancini.
Entrecierro mis ojos y giro mi rostro para verlo, me sorprende encontrarme con sus ojos cafés, también mirándome.
—¿A mi?— pregunto, Zayn asiente.—¿Por qué?
—Te lo diré luego... o algún día— dice poniéndose en pie, me extiende su mano como ayuda para que haga lo mismo y se la acepto.
—¿Por qué me tendrías miedo?
Se alza de hombros y camina alejándose de la piscina.
Zayn y yo hemos tenido un día perfecto.
Comimos y paseamos por la ciudad durante dos horas. Hemos comprado un par de recuerdos de la ciudad y me han encantado. Justo ahora llevo puesta una típica remera de turista con un título en grande que dice "Tampa"
Y no es que sea muy turista que digamos, solo vivo a casi cuatro horas de aquí, pero de todos modos me ha gustado el paseo como si fuera una completa extraña con acento italiano.
El tiempo pasó increíblemente rápido y ya llegó la hora de meternos a la cama. Hice mi rutina de siempre y luego me puse mi pijama simple de color rosa, luego me acosté. Zayn estuvo haciendo no sé qué cosa en la terraza un par de minutos, pero sonreí un poco cuando lo vi acercarse. Trae puesto un pantalón de pijama azul oscuro y su torso está al descubierto.
Apaga las luces y no tarda en acostarse a mi lado.
—Ha sido un lindo día— digo mientras me recuesto sobre mi hombro para mirarlo de perfil, su vista se mantiene en el techo.
—Si... si, si fue un buen día.
—No puedo esperar a mañana. Quiero ver ya a esos delfines— digo con una sonrisa, gracias a la luz de la luna noto como simplemente levanta una comisura de su labio— ¿Zayn?— hablo en un susurro.
—¿Hm?
—¿Por qué me tienes miedo?
Traga grueso.
—Eres todo lo que llevo años intentando evitar— susurra, sin mirarme aún.
—¿Y qué sería eso?
—Digamos que... una luz de esperanza... en la que pareciera que algo podría llegar a ser bueno.
—¿Y eso te da miedo?
Asiente— Me da terror.
Entonces supe que llevaría siempre este momento conmigo. De alguna manera se estaba abriendo conmigo, me estaba dejando ver más allá de lo que hay por encima.
Fue entonces cuando sentí mi corazón rompiéndose.
Estoy enferma y moriré, de pronto me siento increíblemente egoísta... quizá nunca debí acercarme a él.