GIRASOL NÚMERO 84
Zayn Sanderson
Finalmente hemos vuelto del viaje.
Sinceramente no tenía ganas de volver. Estar todo el día con la italiana era jodidamente perfecto.
Justo ahora estoy sentado, en una esquina del salón en mi primera clase del día, el maestro entra con una expresión de querer reprobar al curso entero. Conociéndolo, sé que es capaz de hacerlo.
—Quiero que se junten en parejas para este proyecto. Y si, es obligatorio que sea en parejas— dice mirándome con aquello último, ruedo los ojos.— Vamos, júntense.
Se sienta en su escritorio para revisar un par de papeles. Procedo a ponerme el gorro de mi sudadera. Veo a lo lejos a un par de chicas discutiendo por cual de las dos viene a preguntarme si quiero ser con ella. Joder. Finalmente gana la pelinegra.
Sonríe— Hola, soy Harriet.
Asiento sin mucho interés.
—Me preguntaba si querías que hiciéramos el proyecto juntos.
Suelto un suspiro porque es obligatorio y no hay nadie en el salón con quien me interese trabajar, así que da igual con quien sea.
—Bueno— respondo, ella sonríe.
—Podemos vernos en la biblioteca— propone y asiento— ¿A las tres de la tarde?
Vuelvo a asentir sin mucho interés, aún así vuelve a sonreír.
—Genial, nos vemos.
Se gira para volver con sus amigas.
Mi celular vibra en un mensaje y decido revisarlo casi de inmediato, sonrío de lado disimuladamente al ver que la italiana me mandó una fotografía. Está sosteniendo su teléfono frente al espejo del baño de la tienda donde trabaja. Su cabello rubio está sujetado por una coleta alta y desordenada. El delantal que usa para trabajar está manchado con pintura, al igual que partes de su rostro y manos. Se ve muy tierna, joder.
Italiana: Con mi jefa chocamos y yo llevaba un balde de pintura.
Yo: Eres un desastre.
Italiana: ¡Lo sé! Por cierto, ¿Te gustó tu girasol de hoy?
Yo: Como siempre.
Italiana: ¿Eso es un sí?
Yo: ;)
Italiana: ¿Vendrás por mi hoy?
Yo: Tengo que hacer un proyecto en la biblioteca, puedo ir después.
Italiana: Bien, estaré en la florería de la señora Greyson.
Yo: Te veo ahí.
Guardo mi teléfono cuando el maestro comienza a hablar.
Cuando la hora del almuerzo comienza voy directo a mi mesa de siempre, con mis audífonos puestos, mi comida y mi libreta para garabatear un poco.
Pero entonces...
—Hola.
—Hola.
Liam y Julie, los amigos de la italiana se sientan enfrente mío con unas sonrisas extrañas. Joder, con lo que me molesta cuando me hablan y estoy escuchando música...
Solo hago un elevamiento de cejas como saludo.
—Estem... solo queríamos acercarnos para conocerte.— dice Liam
—¿Conocerme?— frunzo el ceño. Esto es extraño.
—Si, porque eres el futuro novio de Sarah— suelta Julie y Liam le da un codazo.
—Eh, discreción— le susurra, pero aún así escucho.
—Ah, claro. Lo siento.
Vale, esto es demasiado extraño.
—Solo digo que Sarah y tu se han vuelto muy cercanos y somos los mejores amigos de Sarah, entonces... bueno, nos gustaría...
—Si lo que les preocupa es que vaya a dañarla, está bien. No va a pasar— aseguro seriamente, interrumpiendo a Liam.
—No es eso. A ver... mañana es el cumpleaños de Julie. ¿Quieres ir?
—No soy muy bueno con esas cosas.
—Sarah irá— dice Julie sonriente, suelto un bufido.
—Bueno, podría pasar un rato.
Los dos sonríen.
—Está muy pillado— le susurra Julie, quien es muy mala para susurrar, al parecer.
—Si, lo está. Me alegro de que aceptes, nos vemos.
Se ponen en pie y se largan, qué tíos más extraños... pero si, supongo que son agradables.
* * *
Estaciono la motocicleta afuera de la tienda de la señora Greyson, dejo el casco y entro. Veo a la italiana atendiendo a un cliente.
Frunzo el ceño al notar que al parecer hay un problema.
—Que no. Por favor...
El cliente es un hombre de al menos unos treinta años.
—Vamos, te he visto por aquí todos los días y nunca haces mucho, acompáñame a-
—No, señor, tengo trabajo que hacer y aún no me ha pagado las flores.
El tipo insiste en no sé qué mierda y cuando me acerco para intervenir, me detengo por el tono de voz de la italiana.
—¡Señor, lárguese de una puta vez si no va a comprar nada! ¡Tengo gas pimienta y no temo utilizarlo! ¡SHU, VÁYASE!
Le muestra el gas pimienta y el tipo casi se larga corriendo, asustado. Pasa por mi lado y la vista de la italiana recae en mi.
—Hola— sonríe.
Suelto una pequeña risa— La italiana sabe defenderse, eh.
—Por supuesto que si. Soy muy intimidante.
—¿Quién era ese?— pregunto acercándome y dejando mis antebrazos en el mostrador, para apoyarme en él.
—Un cliente muy molesto. Viene casi todos los días, pero nunca hace nada, en realidad es bastante asustadizo.
—Puedo hacer algo si quieres.
—¿Hacer algo?
Me alzo de hombros— No me gusta que venga a molestarte.
Sonríe— Está bien, puedo manejarlo.
Se da media vuelta y recoge sus cosas para que nos vayamos.
—Tus amigos me invitaron a una fiesta de cumpleaños— le comento y se gira a verme casi de inmediato.
—¿Y qué dijiste?
—Me dijeron que irías, así que pensé en pasar un rato.
—¿Por mi?— pregunta y me alzo de hombros— Es muy lindo de tu parte. Hablando de esa fiesta de cumpleaños, ¿Me acompañarías a comprar un regalo?
—Ugh, qué flojera.