―Tranquila, no queremos lastimarle ―dice mi hermana desviando el arma de su ángulo para darle a la señora la seguridad que necesita para entender que no somos una amenaza para ella. El pequeño se pega más a su madre buscando protección, cuando ve que mi hermana deja de apuntarle al niño ella también desvía su arma permitiéndome vivir un día más. Liberó el aire que tenía retenido, puedo ver cómo ella también se relajan.
—Perdone a mi hermana no quería asustarle mi, nombre es Dakota y mi hermana se llama Mónic solo queremos pedirle ayuda.
—Desde luego señora perdone mi falta de tacto ―respondo nerviosa por el difícil momento que acabo de pasar―. Pee-ero es que usted es el primer humano que vemos desde hace meses, tenemos tantas preguntas y nos gustaría saber si nos puede ayudar.
Un poco más relajada nos contesta.
―No se preocupen chicas mi nombre es Charlotte y el es mi hijo Max. No tengan miedo no somos como los otros, los sin alma, somos como ustedes y como bien dices hace mucho que no vemos otros humanos por aquí. Pensábamos que mi grupo era el único, para nuestra suerte estábamos equivocados ―por su forma de hablar puedo ver que es alguien amable y por cómo reacciona puedo asegurar que ha sufrido como nosotras. Ella tiene un gran parecido con su hijo mismos ojos grandes y azules, mismo color de pelo (rubio) y su piel es casi del mismo pálido.
―¿¡Su grupo!? ¿Hay más personas vivas?
―Claro chica... ―antes de volver a escuchar la palabra chica la interrumpo, en verdad es una expresión que me molesta.
―Mi nombre es Mónic señora.
―Charlotte Mónic, puedes tutearme, en estos momentos de la vida no estamos para formalismos, como te dije, somos un grupo de ocho personas, nos dirigimos dónde está la matriz, buscando un mejor lugar donde vivir.
―No entiendo nada ¿ustedes también fueron dañados por Amber? —Mi hermana pregunta totalmente sorprendida y asustada. Puedo sentir la tensión que emana de su cuerpo.
―No sé quién sea Amber. A nosotros así como a los demás del grupo nos atacaron unos hombres. Seres sin una gota de misericordia ni mucho menos humanidad —su voz pierde fuerza y mirada se torna triste— creo, es hora de marcharnos ya pasamos mucho tiempo en la orilla, podría venir alguien en cualquier momento. Será mejor que vengan con nosotros, les daremos un poco de ropa y comida, no puedo ofrecerles más en estos momentos.
―Muchas gracias Charlotte, nosotras también traemos comida. Dakota ve por las bolsas por favor tenemos que ir con ellos.
―Perfecto, ya regreso ―mi hermana sale corriendo en busca de nuestras provisiones. No sé cómo serán los demás integrantes, pero esta mujer parece amable, no perdemos nada con conocerlos mejor o eso espero.
Debemos confiar un poco en la humanidad.
―¿Llevan muchos días cerca del río? ―su pregunta me sorprende un poco.
―No, acabamos de llegar no sabemos a dónde ir, considero que por el río sería más fácil y rápido movernos, en verdad fue una suerte encontrarlos aquí.
―¿Ellas también comerán del pescado mamá? ―pregunta el niño cuando por fin se siente seguro y ve que no somos una amenaza para ellos. El mismo que ahora tiene un nombre...Maximiliano.
―Claro Max, recuerda que es para todos los del grupo y ellas ya forman parte de nuestra familia ―sus palabras son dulces, nos hace sentir aceptadas.
―No te preocupes Max a mí no me gusta el pescado, te puedes comer mi parte ―con la voz en tono de susurro le digo―. Solo ten cuidado con mi hermana, ella come más que yo ―intento bromear un poco con el niño, su madre solo se ríe y antes de poder decir algo más llega mi hermana con todas las bolsas de comida.
Inmediatamente Charlotte comienza a echarles un vistazo, se sorprende al ver nuestras bolsas de provisiones.
―¡Muchachas llevan mucha comida!, hace mucho que no veo unas latas de jugo y “oh por Dios” esa botella de vino es lo mejor de todo lo que traen, por favor prometan que la compartirán con nosotros.
―Claro Charlotte, esto es para todos.
―Vamos a movernos chicas, como les dije no podemos tardar mucho tiempo en la orilla, podría ser peligroso, suban, en el camino platicamos un poco.
Nos subimos con ellos, nuestra química es instantánea, resulta increíble que nos sintamos tan a gusto, cuando los acabamos de conocer. Charlotte rema por lo menos una media hora para llegar al otro lado del río, en el camino vamos platicando de nuestras desgracias. Ella nos cuenta que a su grupo los atacaron unos hombres que de acuerdo a lo que especifica tiene las mismas características de Amber, solo que del sexo opuesto.
A lo lejos vemos una especie de islote, casas de campaña empañan el verde césped. Ropas tendidas, una mesa grande, un pequeño embarcadero y las caras de varias personas nos reciben. Ella nos informa que es ahí donde han estado durmiendo las últimas seis noches en total seguridad. Dejamos de platicar cuando me enfoco en lo que podrías ser nuestra nueva familia.
Quizás sea muy pronto para llamarlos familia y suene muy confiado de mi parte, pero en verdad el saber que no estamos solas me hace muy bien en estos momentos.
―Max, ya sabes qué hacer.
―Si mami, amarrar la soga en este palo —las palabras del pequeño me hacen reír, me recuerda mucho a mi hermanito.
―Si gustas te puedo ayudar Max ―me ofrezco para asegurar la balsa a un extremo de la orilla del río. Él mueve su cabeza afirmando mi petición. Amarro lo más fuerte que puedo, todos bajamos, ellos con su pescado y mi hermana y yo con nuestras provisiones que ahora también son de ellos. Nuestro rifle es lo único que no creo podamos compartirlo con nadie.
Cuando termino de bajar por completo de la balsa, al levantar la mirada puedo ver al resto de su grupo. Seis personas salen de sus tiendas de dormir totalmente sorprendidos. Intuyo que se trata de dos matrimonios, el que pienso es el esposo de Charlotte y otro matrimonio más conformado por tres hijos, dos hijos mayores y una niña pequeña de aproximadamente la edad de Max.