180°

La plaza

Los pasos se intensifican, cuando estoy a punto de saltar para darle tiempo a mi hermana de que corra la voz de Colton nos da paz. 

—Soy yo chicas, no tengan miedo. Les traigo una sábana para que no pasen frío. 

Me sorprendo un poco cuando me levanto y lo veo cerca de la balsa, pero me sorprendo más al verlo sin camisa. Al instante el miedo de hace un momento desaparece para darle espacio a algo más…caluroso. Lo admiro, su cuerpo no es delgado, pero tampoco grueso, más bien diría que pesa unos ochenta y cinco kilos. Todo está perfectamente proporcionado y en perfecta forma. Me sonrojo al instante, si no fuera por el codazo de Dakota creo que me quedaba embelesada admirando toda su figura. 

—Hola Colton, gracias y perdona a mi hermana que se asustó un poco al escuchar que venias ¿verdad Mónic? —me vuelve a golpear para que reaccione y como solo escuche la palabra verdad sé que tengo que responder afirmativamente porque de lo demás no sé qué dijeron. 

—Sí, claro. 

—Bueno, no tienen nada que agradecer, ahora sí me voy a dormir, hasta mañana chicas.

—Hasta mañana —contestamos las dos al mismo tiempo. Cuando está lejos de nosotras mi hermana me reprende. 

—Ya quita esa cara de pervertida como si nunca hubieras visto un hombre con ese cuerpo. 

—Cállate Dak eso no es verdad solo... Me sorprendí un poco, pensé que era alguno de los malos. 

—Jajaja, ni tú te lo crees querida. 

—Dakota Brown por favor, compórtate. 

—¿¡Queeé!?, es lo mismo que digo, deja tu drama que no es nada malo que te guste, por favor, duérmete ya, mañana veremos qué pasa. 

—Eres una tonta, espero lo sepas. 

—Sí, pero soy la tonta que te quiere más que nada en este mundo. 

—Yo también hermana y sí, tienes razón, no está mal, pero es muy amargo y yo no soy azúcar —nos reímos por lo bajo y nos dormimos abrazadas y felices por las personas que acabamos de conocer, todos, hasta el amargado de ojos lindos.

A la mañana siguiente despertamos un poco adoloridas, la balsa es mucho más incómoda de lo que parece. No sabemos qué hora es, pero escuchamos los ruidos de los demás y nos levantamos rápidamente.
Cuando los vemos todo es tranquilidad, ya tienen la mesa puesta y el desayuno de todos servidos, Charlotte mira a nuestra dirección y cuando nos observa hace señas para que nos acerquemos a desayunar.

—Hola señoritas, buenos días, ¡ustedes duermen mucho! —las palabras finales sonaron más ha halago que a reproche, nosotras reímos por lo bajo.

—¿Qué tal Charlotte? La verdad es que la balsa estuvo muy incómoda, pero hacía mucho que no dormíamos con la tranquilidad de anoche.

—¡Buenos días a todos! —mi hermana saluda de beso a cada integrante de nuestro nuevo grupo, todos le contestan de la misma forma. Yo, recuerdo la educación de mi madre y mis modales por lo que hago la misma acción de mi hermana, sonrojándome un poco más de lo normal cuando llega el turno de darle los buenos días a Colton. A los niños les doy doble beso y un abrazo. Se siente tan bien estar aquí. 

Salgo un poco de mi modo sentimental cuando escucho que alguien me habla.

—De la despensa que trajeron tomamos unos frijoles y un poco de huevo en polvo. Espero que no les moleste, chicas.

—Desde luego que no, Charlotte sabes que es para todos —contesto un poco apenada.  No sé porque creen que nosotros sí podemos comer de sus raciones y lo de nosotras lo respetan, cuando saben que todo lo que hay es para el grupo. 

Desayunamos a gusto, como si lleváramos mucho tiempo juntos. Lo cierto es que tenemos menos de veinticuatro horas de conocernos, pero ya nos consideramos parte de esta nueva familia. 

Los adultos cuentan uno que otro chiste cuando nos quedamos sin temas banales para platicar, pasamos las primeras horas del día hablando de todo aquello que hacíamos antes de que nuestras vidas cambiarán totalmente. Incluso las actividades de algunos me sorprenden.

A las once de la mañana aproximadamente cuando comenzamos a cuestionarnos sobre el tiempo libre que tenemos veo que Smock, Colton y Taylor se observan con una mirada cómplice. Es Smock quien  hace una seña con el dedo índice muy por debajo de la vista de los demás, solo perceptible para ellos, en pocas palabras un secreto.
—Chicas es hora de que los hombres del grupo vayamos a buscar las nuevas camas de las niñas —Dakota pone los ojos en blanco, pero no dice ninguna palabra—. Antoni y Max ustedes se quedan para cuidarlas, Charlotte y Nicki verifiquen que falta de la despensa para que nosotros traigamos lo que podamos. Recuerden que nos movemos mañana y no podemos cargar tantas cosas, solo lo indispensable, aunque ya tenemos cuatro manos nuevas no podemos darnos el lujo de llevar mucho peso, ya regresamos.

—Taylor nosotras queremos ir con ustedes —lo último que queremos es ser inútiles, este comentario lo guardo para mí.

—Mónic, es un poco arriesgado que se separen además nosotros ya sabemos cómo movernos.

—Gracias Taylor, mi hermana tiene razón, no podemos quedarnos sin hacer nada. Por favor, permitan que les acompañemos, si resulta que no somos tan buenas como ustedes les prometemos no salir más, pero queremos ir.

—Ellas tiene razón, necesitamos esas cuatro manos de más para traer más, además se ven fuertes, si pudieron sobrevivir afuera tanto tiempo es porque son buenas buscadoras, si a eso le sumamos que ellas ya conocen la ruta que queremos seguir nos será más fácil llegar a los lugares exactos para conseguir lo necesario y así regresar lo antes posible, ya no iríamos a ciegas —veo duda en sus ojos, no confía en nuestra destreza.

—Bueno, está bien, ustedes nos guiaran, prometan que si ven algo de lo que ya saben no se enfrentarán, déjenos a nosotros y corran para alertar a los demás —su voto de confianza me alegra, debemos dar lo mejor de nosotras. ¿No?

—Gracias señores ya verán que Dak y yo seremos de mucha ayuda.




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