#2 La batalla por el reino

Causa y Efecto

Perséfone camino sin mirar atrás, no quería hacerlo. ¿Es que es mucho pedir que se pusieran en su lugar? Ella había sido a quien le habían arrebatado a su madre, era a ella quien le controlaba su destino a su voluntad. Tenía el derecho de estar molesta ¿Es que nadie la podía comprenderla? Ella estaba en su derecho de decidir su futuro. Miro hacia el horizonte, estaba decidida a fijar su futuro, con el camino que ella decidiera sin importarle nada ni nadie. La luna que se deslumbraba a lo alto del cielo le hacía ver que la oscuridad estaba tomando fuerza

—¿Por qué te asusta tanto el destino que eligieron para ti?

Escucho su voz y no hizo movimiento alguno, como si hubiera sabido que en cualquier momento él aparecería. Con lentitud volteo hacia él para mirarlo a los ojos

—Por qué siempre deciden por nosotros —le hizo saber con la voz apagada —, ¿Acaso nosotros no podemos elegir nuestro destino? Equivocarnos si así debemos hacerlo y aprender de ello. Pero eso no les importa ellos hacen su voluntad sin mirar las consecuencias y cuando eso atraen consecuencias mayores vuelven hacer lo mismo volviéndose un ciclo sin fin

—Al parecer si, si lo dices de esa forma pareciera que nos controlan —se acercó a ella —, pero ellos han existido más tiempo que nosotros han visto más cosas que nosotros. Tal vez ellos en su sabiduría planearon esto para evitar una gran catástrofe sobre la humanidad. ¿Lo puedes comprender? Somos la única salvación del mundo

Ella iba a replicar aquello cunando él tomo su rostro con ambas manos

—Al negra tu destino no solo estas negándote tu felicidad —bajo su mano hasta que su pulgar rozo sus labios —, sino también estas empujando a personas inocentes a una desdicha porque todo tiene su causa y efecto

Reluminium miro sus ojos aquellos hermosos ojos que la habían cautivado desde un principio, aquella mirada que sin duda fue creada para perderse en la locura y sin duda estaba dispuesto aceptar todo lo que ella le ofrecía

—Entre ellos yo —dijo sin apartar su mirada de ella

—¿Qué? —fue lo único que salió de sus labios ante la caricia de su dedo en sus labios

—Que yo sería uno de esos desdichados al no querer aceptar tu destino —bajo su vista hacia sus labios —, porque Perséfone ya es muy tarde para dar marcha atrás a esto que siento. No sabía que era pero sentía que me moría si algo te pasaba, y ahora sé que es por que eras parte de mi vida, mi presente y mi futuro o al menos eso quiero yo

—Reluminium… yo

—Shh —coloco nuevamente su dedo en sus labios —, no digas nada. Solo deja que el corazón hable por ti

Él poso su frente junto a la de ella mientras giraba lentamente su rostro hacia la derecha rozando su mejilla con la de ella para luego bajar sus labios hacia sus nariz desviando hacia sus parpados los cual beso antes de bajar por su mejilla hasta rosar su oreja, siguió trazando una línea imaginaria hasta casi rosar sus labios

—Déjate guiar por tu corazón —le susurro sobre sus labios —, así como el mío me guía hacia ti

Los dos se miraron antes de unir sus labios en un beso desesperado, cargado de necesidad, de amor y por una vez ella empezaba a creer. Perséfone quería creer, volver a sentir que podía confiar dejándose llevar sin mirar nada más. Esa pequeña sensación de que él podría hacer que su alma la cual se mantenía sin esperanza se llenara de fe. Amor eso es lo que él le trasmitía con sus besos aquel amor que había visto reflejada en los ojos de su padre cuando observaba a su madre, la misma que la le brindaba su amiga a su esposo. Era amor, no había otra palabra para describir el tumulto de sensaciones que él le producía. Se besaron sin importarles nada más que sus sensaciones, Reluminium descendió sus labios por su tersa piel dejando una línea imaginaria desde su mejilla hasta su cuello el cual beso para luego mordisquearlo levemente, logrando que ella soltara un gemido mientras enrollaba sus brazos sobre su cuello atrayéndolo aún más a su cuerpo. Ella sintió un estremecimiento que recorrió todo su cuerpo pero era una sensación agradable que le hacía que su mente se quedara inmersa solamente en lo que le hacía sentir sus besos.

—Perséfone…

Su ronca voz le hacía estragos en su cuerpo, el calor que emanaba su cuerpo hacia al suyo le proyectaba la sensación de protección que hasta ahora desconocía que necesitaba y anhelaba. Él se separó quitándole el calor de su cuerpo, quiso protestar pero el deseo que vio en su mirada le hizo callar

—¿Qué decides?

Ella trato de hacer que su cerebro volviera a funcionar, ya que se había perdido ante sus besos

—¿Quieres intentar esto? —tomo sus manos para besarlas —, sin importar que habrá después. Solo importara lo que sentimos ¿aceptas?

El brillo en sus ojos iban más haya que un deseo carnal, si, era mucho más en ellos había anhelo, esperanza; pero sobre todo había amor que solo pudo dejarse llevar por sus sentimiento y así sin más llevo su mano hasta posarla en su mejilla dándole un tierna y dulce caricia

—Llévame despacio quiero estar contigo sin equivocarnos —sonrió —, no importa si tenemos que saltar al vacío pero que sea sin soltarnos, juntos. Solo tú y yo

Sin más la estrecho entre sus brazos a lo que ella le correspondió y así en la oscuridad de la noche sellaron su amor con un beso

Aquella mujer miraba aquel lago con una sonrisa y las lágrimas se escapaban por sus mejillas justo en el momento que unos fuertes brazos la rodeaban

—Ella está bien mi amor —le dijo mientras ella se apoyaba en sus brazos —, ella es fuerte podrá soportar todo lo que le tienen preparado

—Me preocupa todo el odio que ha acumulado su corazón —le hizo saber —, me da miedo que…

—Shh, no pienses en eso mi vida —beso sus labios —, eso no pasara. Te lo puedo asegurar él no dejara que nada malo le pase

—Debemos prepararnos, pronto vendrán —se separó y aquel hombre asintió




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