Estefanía Jones
🍸Miércoles🍸
Primer día del infierno en el que me encuentro, no dormí absolutamente nada ayer, el constante picor de mi garganta no me lo permitía, siento que voy a morir sino obtengo algo de alcohol para mi sistema.
Según el reloj blanco de mi habitación son la 07:30 am cuando tocan la puerta de mi habitación y se escucha una voz diciendo: “Es hora de despertar”. Según la hoja que me dejó la guía ayer, debo colocarme un abrigo amarillo que está dentro del armario, al tomar la prenda me doy cuenta que tiene un número bordado, exactamente el 018.
Después de ponerme el abrigo salgo de la habitación y camino hasta la cafetería, que es el lugar al que tengo que ir según el horario que me dieron. Para llegar hasta el comedor hay que caminar desde el edificio donde se encuentran los dormitorios de las mujeres hasta el otro edificio.
Ayer me quitaron mi teléfono y el poco dinero que traía en la sudadera, todo me hicieron guardarlo en un casillero y luego entregarle la llave a la guía, me dejaron conservar mi ropa y me explicaron las reglas del lugar.
Si la última regla era algo que ya todos saben al entrar aquí, pero igual lo especifican por si acaso. Segundo punto ¿Los abrigos por qué? Tercer punto ¿Una psicóloga? ¿Qué soy? ¿Una enferma mental? Soy adicta, no estoy loca. Cuarto punto ¿Actividades? Ni que viniera al colegio. Quinto punto ¿Sin celulares? Realmente con eso no tengo problema, si los primero humanos en la tierra lograron sobrevivir solo con cazar, yo puedo sobrevivir sin celular.
O eso espero
Llego al comedor y veo como los residentes estan esperando su turno en la fila, parecemos alumnos yendo a por el almuerzo en la hora del almuerzo. Me formo en la fila y no me sorprende ver a personas que me doblan o triplican la edad, si yo con apenas 17 años me volví adicta quien sabe desde cuando estas personas comenzaron a beber.
Tomo una bandeja y camino mientras recojo un plato comida y un jugo de naranja, mientras con la mirada busco un lugar vacío para “disfrutar” de mi desayuno. Me siento en una mesa dejando mi plato sobre esta y restregando mis ojos a causa del sueño que tengo y odiando el picor de mi garganta.
Necesito conseguir alcohol.
—¿Eres nueva aquí? — pregunta una voz femenina a mi lado
—Si— respondo viendo a la pelirroja —¿Tengo cara de nueva? —
—Bueno, suponiendo que yo me sentía igual que tu cuando llegué, si— hace una pausa y queda viendo mi comida —Te recomiendo que comas, lo vas a necesitar—
—¿Cómo te llamas? — pregunto y ella ríe
—Anónima 015— responde mostrando su abrigo
—No, pero tu nombre real—
—El lugar se llama Alcohólicos Anónimos, se supone que no revelas tu identidad, a menos que asi tú lo decidas—
—Para eso son los abrigos— concluyo
Ella asiente y una señora de unos 56 años se aproxima a nosotras —Buenos días chicas— saluda amablemente
—Días, porque buenas las fiestas que me pegaba— murmuro más para mí que para ellas
—Buenos días 057— saluda la chica que anteriormente había llegado y ahora conozco como 015
—¿Cómo amaneciste? —pregunta sonriente
—Viva—
—Me alegra, aun no pierdo a mi única amiga aquí—
—¿Cómo que única amiga? — se aproxima un hombre, creo que con la misma proximidad de edad.
—Buenos dias 057 ¿Cómo amaneciste? ¿Yo? Bien, gracias por preguntar— le habla la mujer al hombre que ya tomó asiento en la misma mesa.
—Buenos días, me disculpo por mis malos modales— saluda el hombre —Ahora si ¿Cómo que única amiga? ¿Yo estoy pintado o qué? —
—Estaba refiriéndome a las mujeres— explica la mujer
—Se ven lindos juntos— me susurra la chica a mi lado
—Siendo sincera por un momento pensé que eran pareja— confieso
—La verdad yo creo que, si sienten algo el uno por el otro, pero los únicos que sienten son ellos asi que no debo sacar conclusiones—
—En eso tienes razón—
—Oye ¿Y tú qué número eres? — me pregunta el hombre
Fijo mi vista en mi abrigo para encontrarme con el número 018 —Anónima 018—
—Yo soy Anónimo 099— se presenta
—¿Cuántos anónimos hay? — pregunto refiriéndome al número de personas que hay aquí
—En total 100, entre hombres y mujeres— explica la pelirroja
Después de eso los tres comienzan a platicar sobre no sé qué mientras yo me obligo a mí misma a comer el desayuno y tomando el jugo de naranja intentando así desaparecer el picor de mi garganta.
Obvio no funcionó.
Con mi nuevo grupo de compañeros recorremos el edificio en busca del “salón de tejido”, sí, yo tuve la suerte de que me tocara tejido cuando no se nada de tejer, pero afortunadamente mi compañera de grupo 057 dijo que me enseñaría todo.
Llegamos hasta el lugar y me sorprende ver lo colorido que es el “salón”, literalmente es como si alguien hubiese tirado botes de pintura por doquier, incluso los sofás son de diferentes colores. Junto con mis compañeros nos sentamos en los sofás, veo como cada uno tiene su propia canasta con los objetos para tejer y digo objetos para tejer porque no tengo ni siquiera idea de eso.