—Es lo mejor, mamá.... Sí... Hace unas horas acabamos de llegar con Eunha y Sowon del aeropuerto... —Yerin se encontraba dando vueltas en su habitación hablando por teléfono con su mamá. —Sí, mamá. Ambas me recogieron... También te quiero... Lo sé... No, mamá. No me perderé...
— ¡Yerin! La cena está lista. —Se escuchó un grito desde el primer piso.
—Mamá, me están llamando. Te amo mucho... Adiós.
Una nueva etapa le tocaba vivir a Yerin. Un nuevo comienzo a su vida. Algo loco y alucinante al mismo tiempo. Vivir en Estados Unidos no era algo que se veía todos los días.
— ¿Te estás acostumbrando al cambio de horario, hermanita? —Eunha preguntó al ver a Yerin entrar al comedor.
—Un poco. ¿Es así de jodido aquí? Me refiero a que es muy diferente el estilo de vida. —Yerin se apoyó al marco de la puerta observando a la pareja poner los platos en la mesa.
—Lo sé. Es muy diferente. A mi también me costó acostumbrarme un mes a todo esto, pero gracias a Sowon lo pude lograr. ¿No, amor?
—Sí, bebé. Nos costó mucho comprar esta casa pero lo logramos. —Sowon le brindó una gran sonrisa a su prometida. —Juntas.
Sí, hace seis meses Sowon había regresado a Corea tan solo para pedirle la mano a Eunha. Obviamente lo hizo en una reunión frente a los padres de Eunha y frente a los suyos. Aquel día se celebró hasta más no poder.
—Ya dejen sus cursilerías para otro día. —Reclamó Yerin al verlas sonriendo mutuamente, se les notaba la cara de enamoradas a lejos. —Tengo hambre.
—No te quejes, Yerin. Ahora no tendremos sexo a diario por tu culpa.
Yerin comenzó a reír. —Como si eso justificara tu impotencia.
— ¡Solo fue una vez! —Gritó Sowon al ver que Yerin había sacado a la luz su secreto.
En una noche de fiesta entre Eunha y Sowon en la casa de un amigo de Eunha, esta se había dormido antes de desnudar a su novia. Obviamente esto no paso por desapercibido por Yerin a quien le llegó el chisme después de unos días.
—Ya, Yerin. —Intervino Eunha sentándose a un lado de la mesa. —Para tu información, Sowon es excelente en la cama.
—Exacto, mi bebé tiene razón. —Sowon comenzó a servir la comida en cada plato para poder sentarse.
—Bueno, ¿Mañana iremos a la universidad a tramitar mis papeles, Sowon?
—Sí, futura abogada.
Yerin sonrió ante aquel adjetivo. Su sueño después de pasa por tanto sufrimiento fue ser abogada. Pelear por los derechos de quienes no pudieron hacer nada ante personas de alto poder.
Pelear por la justicia justa.
—Me alegra que puedas empezar una nueva vida aquí, hermana. Será bueno verte todos los días como los viejos tiempos.
—Solo espero que aquí sea diferente. En Corea no me dejaban trabajar en nada, ni siquiera me dejaban entrar a una universidad por mi mancha.
—Es mejor olvidar eso, Yerin. No te trae nada bueno guardar rencor en tu corazón.
—Sojung tiene razón, hermana. Solo olvida tu pasado y podrás hacer una nueva vida aquí.
—Espero que sea así. —Yerin introdujo una cucharada de la comida en su boca.
Masticaba con furia y enojo. Recordar en todas las noches frías y solitarias que tuvo que pasar la hacía explotar a más no poder.
Para su suerte tenía de apoyo a su hermana y a su mejor amiga, quién se transformaría en unos meses a ser su cuñada.
Anhelaba algo como lo de ellas. Un amor puro y sincero.
La pasaron bien en la cena y la noche fue tranquila. Yerin ya anhelaba estudiar. Había desperdiciado cuatro años de su vida en un amorío de instituto.
Algo que no valía completamente la pena.
—Sus papeles están en orden, señorita Jung. —Dijo el rector de la universidad observando su documentación. —Pero no creo que pueda ingresar a esta universidad.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Señorita Jung, usted estuvo en prisión cuatro años.
—Eso es cosa del pasado, rector. Aún así en ese lugar mi conducta fue excelente.
—En esta universidad no admitimos alumnos así. Somos una universidad prestigiosa, que alguien se entere de aquello y podemos irnos a la ruina.
—Rector, mi sentencia era de siete años. Me lo redujeron a cuatro años por una excelente conducta.
—Pero estuvo en prisión.
—Deme una oportunidad, por favor. Le demostrare que mi asistencia en esta universidad valdrá totalmente la pena.
El director la miró de arriba hacia abajo. Sabía que si la aceptaba iba a tener muchos enfrentamientos.
—Lo siento, pero no. —Afirmo su decisión.
— ¡Rector, por favor! ¿Sabe cuan difícil es conseguir un empleo o un título con esa mancha? Solo le pido una oportunidad. Una oportunidad. Le demostraré cuan capacitada estoy para poder estudiar. Tan solo deme una oportunidad.
El rector la miró fijamente a los ojos. Yerin por su lado aguantaba las lágrimas en sus pupilas.
—Pasara dos exámenes en psicología. —Respondió el rector. Yerin suspiro alegre. —Y si los pasa podrá estudiar aquí.
—Gracias, enserio, muchas gracias. —Yerin saltó de su asiento para abrazarlo. Cosa que incomodó al hombre y la apartó de él.
—Pero tenga en cuenta, señorita, que si me entero de algo será expulsada.
—No pasará, créame. Enserio estoy agradecida. —Yerin comenzó a hacer reverencias exageradamente.
—Puede retirarse, señorita.
—Gracias, enserio. —Yerin tomo sus documentos y salió de la oficina aún haciendo reverencias.
Salió con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Por fin! Iba a poder estudiar y cumplir su sueño. Bajo al primer piso donde se encontraba Sowon esperándola.
— ¿Y? —Preguntó Sowon al verla bajar.
— ¡Soy universitaria! —Gritó Yerin mostrándole los papeles.
Ambas se abrazaron y salieron del lugar. Iban a celebrar a lo grande.
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