Ya estaba, el maravilloso medallón ya se encontraba listo y en perfectas condiciones para ser entregado.
El medallón se encontraba idéntico al original. La joven bruja, Alondra, lo sostenía entre sus pequeñas manos y no lograba comprender la razón por la cual Alex no llegaba por el medallón, ni por el último hechizo que le quedaba pendiente. Ya se estaba preguntando si algo había salido mal en la fiesta, se colocó el medallón sobre su cuello y lo cubrió con rapidez para que nadie logrará verlo.
Si alguien lograba ver aquel medallón, toda su popularidad desaparecería, para ella, era demasiado importante que nadie se enterará que hacía un trabajo para un ángel y mucho menos que se trataba de un medallón angelical; eso la hundiría en lo más profundo de su alma oscura y detestable, muchas veces ni ella podía creer que poseía un alma y tan sucia.
Comenzó a caminar con cuidado para subir hacia la zona de la discoteca, debía encontrar a Alex o las cosas efectivamente habían salido mal. Ella sabía con detenimiento que él jamás se podría haber ido de allí sin su medallón, ni su hechizo pendiente; estas cosas eran demasiado importantes para él y suponía que también para otros.
No había manera de que las cosas que estaban ocurriendo fueran algo planeado por alguno de ellos, pero por si no fuera poco, las cosas comenzaban a empeorar con facilidad y tranquilidad.
Aquel sonido de alarma se comenzó a oír con fuerza, la alarma demoníaca se encontraba activada; Alondra no había traído armas, sólo tenía pequeños hechizos bajo la manga, pero quizás no eran lo suficientemente fuertes para acabar con éstos desgraciados que habían entrado a una zona neutral para atacar.
Su ceño se frunció inmediatamente al sentir la presencia de demonios en el aire, era algo horrible, asqueroso, nauseabundo y putrefacto que emitían en el aire; sin embargo las grandes sombras sólo podían ser vistas por los brujos y hechiceros más poderosos.
Se logró esconder detrás de un gran mueble sin hacer ningún escándalo, observó con atención a los demonios de ojos negros y uno extraño de ojos azules; Alondra sabía que aquello se trataba de un Oscuro y que ella no poseía, por lo menos en este lugar, armas para acabar con él. Ella le temía, él era uno de los oscuros más horribles que sus ojos lograron ver en mucho tiempo.
—Un oscuro... —susurró para sí.
Luke Harper Rose se encontraba allí, él logró oír lo que susurró Alondra y se acercó inmediatamente con una gran sonrisa retorcida en su rostro, parecía un completo psicópata. Alondra negó con la cabeza, se levantó rápido para comenzar a correr; Luke vio aquella escena y se teletransportó hacia frente de la bruja y tomó sus hombros con el ceño fruncido negando con la cabeza.
—Pequeña bruja, no lograrás irte y mucho menos con ese medallón —dijo Luke—. ¿Es este Jane? —preguntó él con su ceño fruncido tomando el medallón en el aire con la esperanza de que Theresa Wilmeroong pudiera ver si aquello era su verdadero medallón.
Theresa se encontraba completamente bien, a comparación de Jane. Una pequeña sonrisa se dibujó sobre sus labios y simplemente asintió con la cabeza, se acercó con sigilo hacia donde se encontraba Alondra y la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué hace una bruja como tú con mi medallón tan preciado? —preguntó Tessa.
Un momento de silencio reinó en el aire.
—Hice lo mejor posible para que no le suceda nada —mintió Alondra.
Theresa se dio media vuelta y notó como uno de los demonios hombres estaba torturando a el joven Alex, gritaba del dolor que el otro demonio le influía al joven ángel y Tessa decidió acercarse inmediatamente a la situación para lograr intervenir, Luke frunció el ceño sin comprender lo que estaba sucediendo; él sabía que algo no estaba del todo bien, pero decidió callar.
—¡No lo toquen! —se puso enfrente del demonio y del ángel que tanto amaba para lograr protegerlo.
El demonio asintió y decidió retirarse de la situación. Lo mejor que podría hacer era aceptar todo lo que la joven le decía, Tessa observó a los ojos a Alex y pequeñas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. Alexander sonrió ampliamente y luego negó con la cabeza, Tessa lo comprendió inmediatamente y se alejó a donde se encontraba Luke.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Luke.
—Nada, Luke —dijo Tessa abrazándolo con cuidado y delicadeza absoluta.
En un abrir y cerrar de ojos, Alondra y Alexander desaparecieron, Tessa se separó inmediatamente del joven Luke y miró fijamente a Max Mitchell con una pequeña sonrisa en su rostro, ella se acercó a su hermano mayor y luego lo abrazó con fuerza por unos pocos segundos y luego se separó.
—¡Lo logramos! —exclamó mirando a los otros demonios.
Max estaba completamente feliz, pero dentro de él sentía que aquella mujer, su hermana no era ella. Sus sospechas eran ciertas, aquella no era Jane, era la joven ángel Tessa usando la carne de la pobre Jane.
Era bastante evidente que Jane se había llevado la peor parte, ella se encontraba en la cama casi muriendo, mientras que Tessa estaba viviendo la vida de demonio con las mejores condiciones; le gustaba jugar con la oscuridad, pero esas cosas nunca salían del todo bien y mucho más si eres un ser de luz como ella.
Los demonios estaban muy contentos por lo sucedido, era demasiado importante para ellos ver a Jane feliz y mucho más ya que las cosas se empezaban a poner mal, demasiado mal para el mundo oscuro.
Alexander y Alondra desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos y lograron regresar a su mundo, mejor dicho, al mundo humano. El mundo humano estaba compartido con los ángeles y algunos otros seres sobrenaturales que habían migrado a esas tierras, Dios nunca bajó a la tierra por miedo a sus creaciones, él tenía la razón.
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Editado: 10.04.2021