2 Papás Para Anabella

8. Cosas Que Hago Sonámbulo.

— Gracias. — Agradeció Anabella el vaso con agua que le entregó Ezequiel en la cocina y bebió del agua.

 

— Bebe rápido y vuelve a la cama. — Le dijo Nacho a su hija mientras pasaba una bayeta por la encimera. — Si te desvelas demasiado te costará volver a dormir. — Le dio de lado con la bayeta al teléfono móvil de Ezequiel en la encimera, pero miró atentamente su pantalla cuando se encendió al recibir un mensaje. 

Un tal Colin Prado le había escrito por una red social y Nacho miró a Ezequiel que frente a Anabella hablaba con ella. 

 

— Si no puedo dormir, ¿podemos ver una película? — Pidió Anabella a Ezequiel y él le agarró un moflete. 

 

— Son las doce de la noche, si no duermes ocho horas mañana no te podrás levantar. — Le dijo Ezequiel y Anabella se rió. 

 

— Ten. — Habló Nacho que le entregó su teléfono y Ezequiel lo cogió extrañado. — Vamos a la cama, Anabella. — Ordenó a su hija y le quitó el vaso para llevarlo él. 

 

— Buenas noches, Ezequiel. — Le deseó Anabella abrazándolo. Ezequiel sonrió a la niña y se dirigió al padre. 

 

— Puedo acompañarla a la cama. Es mi trabajo. — Nacho negó y Anabella se lo pidió a su papá. 

 

— Quiero que Ezequiel venga. — Se abrazó más fuerte a Ezequiel y sonrió. 

 

— Ana, es tarde para que estés con tonterías. — La regañó Nacho y la hizo desprenderse de Ezequiel para tirar de ella hacia la puerta, lo que hizo a Anabella quejarse y a Nacho inclinarse para hablar con ella. — Me quedaré contigo hasta que te duermas. 

 

— Quiero que lo haga Ezequiel. — Lo rechazó Anabella poniendo hocico de molesta y Ezequiel se inclinó también a la altura de la niña. 

 

— Tu papá ha trabajado todo el día y quiere estar un rato contigo, no está bien que lo rechaces. — Habló Ezequiel serio con ella y Anabella pasó la mirada de él a su papá. 

 

— Bueno. — Accedió y salió de la cocina. Nacho se incorporó y miró a Ezequiel que también lo hizo. 

 

— Gracias. — Le agradeció. Ezequiel negó y sonrió. 

 

— Solo hay que saber tratarla. — Presumió de saber llevar a la niña. — Subiré a ver como está Leo. Buenas noches. — Se despidió de él y salió de la cocina. 

 

 

Acostada en su cama Anabella se aferró a la camisa de su papá y Nacho sentado con ella, la miró y tocó su cabeza. 

 

— ¿Te has divertido hoy con Ezequiel? — Le preguntó Nacho a su hija y Anabella abrió los ojos. 

 

— Sí. Esta tarde hemos merendado en el jardín y jugado juntos. — Contó Anabella que levantó la cabeza y Nacho le acarició la carita. — Me gusta mucho Ezequiel y quiero que se quede para siempre en nuestra casa. — Expresó la niña y Nacho se rió. 

 

— Conformate con que este ahora. No sabemos lo que pasará en el futuro. — Le bajó Nacho los pies a la tierra y Anabella se puso de rodillas. 

 

— ¿Vas a dejar que se vaya como mamá se fue? — Le reclamó indignada y Nacho sintió dolor por ver su cara llena de reproches hacia él. 

 

— Échate a dormir. — Le ordenó y Anabella puso hocico. 

 

— ¿Podemos ir el fin de semana a ver a mamá? Va a ser su cumpleaños y voy a hacerle un dibujo para dárselo. — Pidió y sus ojos se llenaron de lágrimas. Nacho no pudo decirle que no, y solo la tomó de la cara y la besó en la frente, haciéndola después echarse en su pecho para dormir. — Quiero darle mi dibujo y también un abrazo… Y le diré que la echamos de menos, seguro volverá a casa. 

 

— Deja de hablar e intenta dormir. — Le rogó Nacho con el corazón encogido, abrazándola con los dos brazos y girando la cabeza para ver en la mesita de noche la foto de su hija y su exmujer. 

 

 

Por la mañana temprano Nacho despertó en su cama y lo primero que pensó fue en su hija, en que volvería a decepcionarse de él cuando no la llevara a ver a su madre. Suspiró profundamente y se sorprendió al ser abrazado por Ezequiel, quien apoyó la cabeza en su hombro y le pasó un brazo y una pierna por lo alto mientras dormía en su cama. 

 

— Ezequiel… — Lo llamó Nacho y miró en dirección a la puerta abierta. 

 

— Déjame dormir cinco minutos más, Alexis. — Le rogó Ezequiel con la voz somnolienta y Nacho lo miró cuando restregó la cabeza por su hombro para buscar comodidad. 

 

— No soy tu hermano Alexis. — Respondió Nacho quitándole con un dedo el cabello de los ojos cerrados, y los párpados de Ezequiel se movieron. 

 

— No eres Alexis… — Balbuceó Ezequiel. Nacho giró levemente la espalda, lo sostuvo con una mano de la mandíbula y le orientó la cara en dirección a la suya. — No eres… — Ezequiel abrió los ojos con el tiempo suficiente para ver la cara de Nacho aproximarse a la suya y ver sus ojos cerrarse cuando lo besó en los labios. 

Ezequiel parpadeó, miró a los lados y pensó en lo que estaba ocurriendo, estaba siendo besado por su jefe y no le resultaba para nada repulsivo. 

 

— Ezequiel. — Lo llamó Nacho cuando alejó su cara mirándolo y Ezequiel acopló sus brazos entre los dos, sonriendo con nerviosismo. 

 

— Tengo que despertar a Anabella para ir al colegio. — Habló Ezequiel y escapó corriendo de la cama. Nacho se quedó en la misma posición y solo se giró para mirar hacia la puerta cuando Ezequiel le ofreció desde allí una explicación por su presencia en su cama. — Soy sonámbulo. En casa siempre que me levantó dormido término en la cama de Alexis. Lo siento. — Se disculpó y se marchó por el pasillo tocándose los labios. 

 

 

Cuando Nacho entró en el comedor donde sus hijos desayunaban en compañía de Ezequiel, besó a su hija en la sien e hizo lo mismo con su hijo. 

Ezequiel con el niño en su regazo, lo miró de cerca y su corazón saltó cuando Nacho se dirigió a él. 



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En el texto hay: familia, lgbt, amor

Editado: 29.08.2022

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