El nuevo día llegó con una luz tenue que apenas iluminaba el bosque. La tensión de la noche anterior aún pesaba sobre nosotros, pero teníamos que seguir adelante. Marshall, decidido a encontrar más recursos y asegurar la supervivencia del grupo, convocó a todos.
-"Hoy necesitamos salir a buscar comida y materiales,"- anunció Marshall, su voz firme. -"Tracy, Sam, ¿pueden llevar a Liria y Eli con ustedes?"
-"Claro,"- respondió Tracy, sonriendo a los demás. -"Y yo puedo llevar a Meredith. ¡Ella siempre encuentra cosas interesantes!"
Meredith, emocionada, se acercó a Tracy y dijo:
-"¡Sí! ¡Milo vendrá también, y seremos un gran equipo!"
Mientras el grupo se organizaba, Marshall se volvió hacia mí.
-"Eli, ¿quieres venir conmigo? Tal vez podamos explorar un poco más lejos."
-"Claro, me gustaría ayudar,"- respondió Eli, aliviado de tener un propósito.
Mientras tanto, Meredith, Milo y Tracy se adentraron en el bosque. La niña, llena de energía, corría entre los árboles, mientras Milo la seguía de cerca.
-"¿Qué tal si buscamos bayas?"- sugirió Tracy, mirando a su alrededor.
-"¡Buena idea!"- exclamó Meredith. -"A Milo le encantan las bayas."
Mientras buscaban, Meredith se distrajo al ver algo brillante entre las hojas.
-"¡Mira, Tracy!"- gritó, corriendo hacia el brillo. -"¡Hay algo aquí!"
Tracy la siguió, pero en su emoción, Meredith se adentró más en el bosque, sin darse cuenta de que se estaba alejando.
-"¡Meredith, espera!"- gritó Tracy, pero la niña ya estaba demasiado lejos.
Mientras tanto, Marshall y Eli exploraban un área más profunda del bosque.
-"¿Te imaginas si encontramos algo útil?"- dijo Eli, mirando a su alrededor con curiosidad.
-"Espero que sí,"- respondió Marshall, sintiendo que el tiempo era esencial. -"El campamento necesita más provisiones."
De repente, notaron un agujero en el suelo, parcialmente cubierto por ramas y hojas. Las puertas de metal estaban semiabiertas.
-"¿Qué es esto?"- preguntó Eli, acercándose cautelosamente.
-"No lo sé, pero parece que deberíamos investigar,"- dijo Marshall, sintiendo una mezcla de curiosidad y precaución.
Ambos descendieron por las escaleras que llevaban al interior del agujero.
Al llegar al fondo, se encontraron en un laboratorio subterráneo. Las luces parpadeaban y el aire era frío y metálico. Pantallas y equipos extraños llenaban el espacio.
-"Esto es increíble,"- murmuró Eli, observando los monitores.
Marshall se acercó a una consola que mostraba información sobre un proyecto llamado "Z-21 A.R.G.O.S".
-"Mira esto,"- dijo Marshall, señalando la pantalla. -"Es un biogen alterado. Esto podría explicar mucho sobre los Divoks."
Mientras revisaban, una grabación del Dr. Sheppardy comenzó a reproducirse. Su voz resonaba en el laboratorio, hablando sobre los experimentos realizados en el proyecto.
-"Los resultados han sido... inesperados,"- decía el Dr. Sheppardy. -"Los sujetos han desarrollado una conciencia propia."
Eli miró a Marshall, con los ojos abiertos de par en par.
-"¿Significa eso que los Divoks son conscientes?"- preguntó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
-"Parece que sí,"- respondió Marshall, sintiendo que la gravedad de la situación se intensificaba.
Mientras tanto, Meredith había seguido a Milo más adentro del bosque, completamente ajena a lo que sucedía.
-"¿Dónde estás, Milo?"- llamó, mirando a su alrededor. -"No te vayas tan lejos."
El perro ladró, pero Meredith se dio cuenta de que estaba sola. Se asustó un poco y comenzó a caminar en círculos, tratando de encontrar el camino de regreso.
-"¡Tracy! ¡Milo!"- gritó, pero solo el eco de su propia voz le respondió.
En el laboratorio, Marshall y Eli continuaban revisando las grabaciones.
-"Esto es más grande de lo que pensábamos,"- dijo Eli, sintiendo que el peso de la realidad se hacía más pesado.
-"Debemos regresar y advertir a los demás,"- respondió Marshall. -"No podemos quedarnos aquí más tiempo."
Mientras se preparaban para salir, Marshall sintió un escalofrío en la nuca. Un instinto le decía que algo no estaba bien.
-"¿Eli, crees que deberíamos buscar a Meredith?"- preguntó, preocupado.
-"Sí, es posible que se haya perdido,"- respondió Eli, asintiendo. -"Vamos."
Mientras regresaban al campamento, decidieron buscar a Meredith en el camino.
-"¿Dónde podríamos empezar a buscar?"- preguntó Eli, mirando a su alrededor.
-"Podría haber ido hacia el lado este del bosque,"- sugirió Marshall. -"Vamos a revisar esa área."
Al caminar, llamaron a Meredith.
-"¡Meredith! ¡Milo!"- gritaron, esperando escuchar una respuesta.
Mientras tanto, Meredith seguía caminando, sintiéndose cada vez más perdida. De repente, escuchó un ladrido familiar.
-"¡Milo!"- exclamó, corriendo hacia el sonido.
Cuando finalmente lo encontró, el perro la miraba con alegría y le ladraba, como si dijera que todo estaba bien. Pero Meredith sabía que aún no estaban a salvo.
-"¡Vamos, Milo! Debemos encontrar a Tracy,"- dijo, comenzando a caminar en la dirección opuesta.
Finalmente, después de un rato buscando, Marshall y Eli vieron a lo lejos a Meredith y Milo.
-"¡Meredith!"- gritó Marshall, corriendo hacia ella.
La niña se dio la vuelta y sonrió al ver a Marshall y Eli.
-"¡Estoy aquí!"- gritó, corriendo hacia ellos.
Marshall la abrazó con fuerza.
-"Nunca más te alejes así, ¿de acuerdo?"- le dijo, sintiendo un alivio inmenso.
-"Lo siento,"- respondió Meredith, un poco avergonzada. -"Solo estaba siguiendo a Milo."
Con Meredith a salvo, el grupo regresó al campamento. Todos estaban aliviados de ver a la niña sana y salva.
-"¿Dónde estabas?"- preguntó Tracy, preocupada.
-"Nos perdimos un poco,"- explicó Marshall. -"Pero encontramos un laboratorio subterráneo llamado BioDynamoss."