Miguel
26 de diciembre de 2003
La verdad desde chico siempre tuve claro que cuando creciera me iría de casa para tener la mía propia, si tenía suerte armar una familia y hacer una novela gráfica que resultase exitosa.
Solo que el motivo que me hizo decidirme a irme no fue el hecho de haber conocido a alguien y con ese alguien formar una familia.
Por supuesto que no.
Todo comenzó con una discusión, desde que mi padre felleció nada ha sido igual, las peleas constantes, era asfixiante. Decidí entonces escuchar lo que me había dicho mi tío hace tiempo y que venía ignorando:
—Andate de esa casa—me dijo esa vez—comenzá una nueva vida.
Eso último me lo dijo agarrándome por los hombros, bien seguro de lo que decía, como nunca lo había visto en toda mi vida.
Y decidí escucharlo.
Desde entonces—hace un mes exactamente—me mudé de la casa de donde crecí a la casa de Mateo, mi mejor amigo, con él nos habíamos conocido en la secundaria, por un trabajo de literatura, y desde entonces somos inseparables.
Trabaje un tiempo en una pizzería para juntar el suficiente dinero y hacer el viaje en las épocas de diciembre a Paraguay a pasar las fiestas allá, para no solo relajarme y para ver a mis tíos de allá, sino también descubrir lo que haría con mi vida a partir de que volviera.
—¿Miguel?—me llamó Mateo mientras salía de su habitación—¿Ya te vas?—me preguntó algo dormido.
—Si—le contesté—Gracias por dejarme quedarme aquí amigo. El bostezó ligeramente y luego asintió con la cabeza y me dio un abrazo.
—De nada y… suerte amigo—me dijo para luego separarse—¿Puedes cerrar con llave cuando te vayas?, sigo con sueño.
Reí por lo bajo y asentí con la cabeza, desde siempre fuimos muy diferentes, Mateo por naturaleza es dormilón y yo todo lo contrario.
Creo que las diferencias hicieron que nos hiciéramos más unidos, cuando murió mi papá él estuvo para mi y no dudó en aceptar que me quedara en su departamento.
A él le encanta escribir y a mi me encanta dibujar, esas diferencias siempre nos ha juntado y no dudo que seguirá siendo así.
Sin pensarlo mucho agarré mis últimas cosas y salí del departamento de mi mejor amigo.
Ya afuera del departamento me tomé un taxi y me dirigí hacia la terminal donde me aguardarían unas largas horas de viaje. Cuando llegue me despedí por llamada de mi tío y me encaminé hacia el colectivo que me tocaba
Con lo que había ahorrado había conseguido un pasaje de ida y vuelta. El colectivo no estaba nada mal. Era lo suficientemente espacioso para sentarse cómodamente y dejar tus cosas abajo,los asientos eran azules y en las ventanas habían cortinas por si no querías que entrara la luz.
Justo en ese viaje de 18 horas donde creí que solo miraría dibujos animados mientras dibujaba fue donde la conocí a ella, a la responsable de sacarme del poso de toxicidades donde me había metido gracias la muerte de mi padre.
—Ese es mi asiento— me dijo ella decidida con los brazos cruzados, preparada por si era necesario discutir—¿Podrías moverte?.
―Si,lo siento―le contesté torpemente.
Me moví del asiento y me acomode en el otro,cuando ella pasó por adelante de mi la quedé mirando un momento, era una chica de unos 20 años de baja estatura de piel algo morena con algunas pecas y ojos marrones oscuros. Llevaba puesto una remera lila de mangas cortas con unos pantalones sueltos, y unas zapatillas blancas.
Al instante que la vi ya me pareció linda.
―¿Cómo te llamas?―le pregunto con curiosidad.
―Me dicen Lina―respondió―.¿Y tú?.
―Miguel―le contesté.
Nos quedamos en silencio un momento,sentí una profunda curiosidad hacía ella, no sabía que sentimiento tenía en la cabeza que hiciera que quiera saber más de la desconocida.
―¿Qué te trae en esta época del año a viajar a otro país?―le pregunté con interés.
―Digamos que durante todo un año ahorré para ir a pasar las fiestas con mi papás―respondió para luego quedarse pensativa un momento―.¿Y tú?.
―Tuve una discusión con mi madre y decidí venirme a pasar las fiestas con mis tíos de allá―respondí algo tenso.
De forma resumida parar no espantar,muy bien.
—Ahh…Supongo que si hablan se arreglan―murmuró con una pequeña sonrisa.
Me reí por su comentario,pensando si de verdad fuera eso posible.
Ella se terminó de acomodar en su asiento, se inclinó un poco sacó de su bolso un libro con un lápiz.
―¿Y de que trabajas Lina?―le pregunte luego de verla escribir algo en su libro.
―Trabajo de niñera―respondió algo distraída,se giro para mirarme y luego colocó el libro en sus piernas en sus piernas―¿Y tú?
―Trabajé un tiempo en una pizzería―dije poco entusiasmado.
―No te gusta tanto ¿no?―preguntó con media sonrisa.
—No es algo que haría por toda la vida—dije restándole importancia.
Ella no dijo más nada, no necesite decir nada más por ahora, la pregunta era, ¿Porque me genera tanta paz una desconocida?
**
Estuvimos una hora en silencio,ella seguía leyendo y anotando y yo estaba escuchando música mientras intentaba dibujar a duras penas un boceto que no me salía en mi libreta.
―¿Qué tanto escribes ahí?―le pregunte dejándo mi libreta algo frustrado
―Estudio filología―respondió ella con un breve brillo en sus ojos―y dicen que leer clásicos sirven para escribir mejor o aprender de esos autores.
―Interesante―dije mientras asentía con la cabeza―Y ¿porqué escribes en ellos?
―Anotar cosas en mis libros es como dejar una parte de mi en ellos―dijo eso último acariciando el libro como si fuera lo mejor de su vida.
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Editado: 11.04.2024