Taemin saltó la cerca y se alejó riéndose de los policias.
¿Demasiadas donas como para saltar una cerca?
Corrió por toda la cuadra hasta que escuchó otra sirena.
No se rendían. Había robado un punto reloj.
¿Por qué tanto escándalo?
Es mucho escándalo cuando le robas a un famoso, gilipollas.
Simplemente evadió el coche policial y corrió en otra dirección esperando que no lo siguieran.
Cuando chocó con algo, mejor dicho, con alguien, casi maldice.
Y lo hizo cuando vio a un poli enfrente de él.
—Mierda.
—Estás atrapado, mocoso.
Cuando lo miró bien, Dios sí.
Caliente, caliente, caliente.
Y muy guapo.
Y con una polla muy grande, de seguro.
—¿Me vas a arrestar?—dijo haciendo un puchero viéndose de lo más adorable y sexi a la vez.
¿Habría funcionado?
—Quita esa cara mocoso, y levanta tus manos.
Parece que no.
El policía le puso las esposas y lo tiró frente al capó del auto.
Estaba por llamar a los refuerzos cuando Taemin comenzó a hablar.
—¿No preferirías dejarme ir?
Rio.
—¿Qué clase de policía crees que soy?
—Uno muy endemoniadamente sexi—insinuó abriendo las piernas y lamiéndose los labios mirándolo.
Nadie podría resistirse a eso.
Ni a él.
El tipo de la ley tragó nervioso.
—No hagas eso.
Taemin sonrió.
Bingo.
—¿Qué?—fingió confusión—¿Esto?
Abrió aún más las piernas.
El policía se acercó a él y lo tomó de los cabellos.
Lo golpeó contra el auto una vez.
—Eso duele—Taemin se quejó.
—Lo haré de nuevo si sigues haciendo eso.
Lo desafió aún más y enrostró su trasero a la entrepierna del policía.
Cualquiera estaría caliente en ese momento.
Más con un policía como ese queriéndolo arrestar.
Taemin apostaba que todos se entregaban fácilmente a él cuando decía “Arriba las manos”.
Su pensamiento lo hizo reír y esta vez fue el tipo el que apretó su erección al trasero del delincuente.
Estaban en un callejón.
Estaba oscuro.
Y no había nadie.
¿Qué podría pasar?
—¿Cuál es tu nombre?
No contestó.
No debería hacerlo.
No debería darle su información a un delincuente.
A un ladrón.
Pero lo hizo.
—Minho.
Taemin se mordió el labio.
Hasta su nombre era caliente.
—Minho~
Arrastró la última letra, como si estuviera gimiéndolo.
—Minho, ¿quieres follarme?
—¿Qué dices? No voy a hacer eso.
—Sin embargo estás aquí, moliendo tu miembro a mi trasero. No me malinterpretes, no digo que no me gusta, todo lo contrario, si quieres puedes meterlo. Puedes poner tu arma mortal en mí.
Profundo, y no salgas de mí.
Escuchó cómo la respiración de Minho se volvía tensa de un momento a otro y él no hizo más que seguir calentándolo moviéndose contra él.
—Lo siento, soy un chico malo, deberías llamar a la policía.
Minho rio.
Parece que sí necesitaba ser castigado.
Minho miró a la entrada del callejón, no había nadie.
Las sirenas se escuchaban, pero de lejos. Probablemente no llegarían aquí, sólo él fue el idiota al que se le ocurrió venir por aquí.
Y sí que le había acertado.
Le metió la mano en el bolsillo al delincuente y le quitó el reloj.
Lo tiró a un lado del auto y luego volvió a ingresar su mano en su pantalón, pero en la parte trasera.
—¿Cómo te llamas?
—¿Me vas a delatar?—hizo un puchero—Taemin, a tu servicio.
Chistoso, ¿eh?
Le bajó la ropa y la suya propia y presionó su miembro erecto en el ano del muchacho.
Éste comenzó a empujarse hacia atrás mientras que Minho intentaba ser paciente.
¿Quién pudiera?
Con un pelinegro con figura bien marcada, sensualidad incuestionable y actitudes provocativas.
—Voy a follarte.
Vas a follarme.
—Voy a cogerte.
Lo harás.
—Ponlo.
Ingresó completamente y largó un suspiro en cuanto apretó.
—No me aprietes.
Taemin, aún esposado y pegado contra el capó del auto, bufó.
—No fue intencionalmente. Debo pagar por mi crimen, arrésteme—dicho ésto, meció de izquierda a derecha sus caderas, aún con la polla de Minho dentro de él.
El policía se había puesto más duro y el pendejo no dejaba de moverse.
Hasta ahí mi autocontrol, Taemin.
Se empujó violentamente dentro y fuera de él mientras el pelinegro gemía y se movía contra el auto.
—¡Más rápido!
Puso una mano en los cabellos del ladrón y llevó su cabeza hacia atrás para besarlo.
Al separarse, le dejó los labios hinchados y un hilo de saliva se escapaba de ambas bocas.
Taemin se lamió los labios.
No puede ser.
La vista de él haciendo eso lo empujó aún más al orgasmo, y justo antes de venirse, apretó las nalgas de Taemin y gruñó al unísono que los gemidos de él.
Se había cogido a un delincuente.
Y le había gustado.
No, le había gustado ese.
Se salió de él y cerró sus pantalones. Luego buscó las llaves de las esposas y lo soltó.
Taemin lo miró confundido.
—¿En serio puedo...?
Minho no dijo nada y se dirigió a la puerta del coche.
Justo antes de entrar, Taemin lo tomó del brazo y le plantó un chupón en el cuello.
—Arréstame cuando quieras, poli—Luego de eso se alejó saltando una reja y cayendo bien parado sobre bolsas de basura.
Minho siguió mirando su escape con una sonrisa y agarró el reloj que había querido Taemin con intenciones de dárselo a su superior. Era eso o sancionarlo por haber “desaparecido” en medio de la persecución.
Editado: 25.07.2020