—Por favor, quítate la ropa y acuéstate en la camilla.
Taemin intentó ignorar lo caliente que fueron sus palabras y esperó pacientemente a que el cliente hiciera lo que le había pedido. Sinceramente estaba sorprendido, generalmente venía gente mayor, y la mayoría eran ancianos pervertidos que querían ser manoseados, o gente no tan mayor que quería aprovecharse del masajista, eso era lo malo.
Al menos de esta forma las mujeres podían sentirse tranquilas, ya que el servicio era “mismo sexo”, un hombre podría masajear sólo a otro hombre, y una mujer sólo a otra mujer.
—Perfecto.
Se pasó la lengua viendo lo musculoso que era el tipo.
—¿Cómo te llamas? Mi nombre es Taemin.
—Minho.
—Bien Minho, ¿quieres cuerpo completo o sólo la espalda?
Juró por Dios que lo vio poner una expresión lujuriosa, pero si lo hizo, sólo duró un momento.
—Cuerpo completo.
Sonrió y Minho se dio vuelta, Taemin le colocó la toalla sobre el trasero y llevó sus manos a su cuello. Apretó fuertemente mientras admiraba el cuerpo tonificado del mayor.
Continuó con la tarea durante varios minutos para luego bajar a la espalda.
Antes de comenzar a masajear, pasó sus manos por ella acariciando todo lo que podía.
Minho respiró pesadamente.
Subió sus manos, no sin antes aprovechar y rasguñarlo suavemente, a todos les encantaba eso.
Amasó la carne una y otra vez mientras estaba meciéndose hacia adelante en cada apretón.
Se dirigió a la espalda baja y rozó una que otra vez su trasero, corriéndole la toalla. Minho se removió y Taemin sonrió divertido, sin hacer ningún ruido.
Acarició durante unos cinco minutos ambas piernas y brazos del morocho, para luego pedirle que se diera vuelta.
Minho le hizo caso y en un descuido, la toalla se deslizó dejando ver su miembro, aún dormido, que Taemin no tardaría en despertar.
Se mordió un labio y desvió la mirada; Minho lo miró de reojo y sonrió para él.
Cuando finalmente se tapó y se recostó, Taemin prácticamente abalanzó sus manos sobre su pecho, apretando los abdominales, y babeando interiormente. Minho tenía los ojos cerrados, pero apostaba a que el castaño no despegaba sus ojos de él.
Apretó ligeramente alrededor de su cuello, llevando sus dedos hacia cada palma del morocho, formando un camino. Repitió el proceso, y vio a Minho totalmente relajado. Sonrió satisfecho y continuó haciendo su trabajo.
Frotó sus piernas y bajó hacia sus pies, masajeó durante varios minutos cada pie y subió hasta sus muslos nuevamente. Observó atentamente las reacciones del mayor con una sonrisa orgullosa.
Pero el orgullo rápidamente fue sustituido por una excitación inexplicable, eso no le pasaba cuando trabajaba. Puede ser porque casi no le prestaba atención a quien atendía, simplemente pasaba sus manos por su cuerpo y listo, siguiente. Pero esta vez era distinta, Minho era un tipo muy caliente, cualquiera no dudaría ni un segundo en frotar cada parte de su cuerpo.
“Frotar”.
Al pensar en esa palabra, sólo le daban ganas de tocar algo. Miró en aquella dirección y abrió aún más los ojos.
No era el único caliente en esa habitación.
Aunque no estaba totalmente erecto, sí la mayoría.
Taemin comenzó a tocar sus muslos, los costados, cada vez más y más cerca de su miembro. De a poco fue moviendo la toalla, Minho no era estúpido, se dio cuenta enseguida qué era lo que estaba haciendo el chico, pero se hizo el idiota y lo dejó seguir.
Lo estaba haciendo muy bien, y él ya estaba caliente, así que no perdía nada.
Corrió una vez más la toalla y dejó ver el miembro erecto de su cliente. El menor tragó saliva evitando soltar cualquier comentario o ruido que lo delatara.
Lo logró con éxito, pero no pudo controlar sus manos, las cuales buscaban cada vez más y más contacto con su pene. Intentó alejarlas, pero ya era tarde, Minho ya estaba gruñendo por el toque de ambas manos en su pene.
No puede ser, soy un estúpido.
Taemin negó hasta que vio a Minho abrir los ojos y mirarlo fijamente.
Esperó que le dijera algo, pero él continuó su vista fija en él esperando.
Oh.
Él esperaba eso.
Inconscientemente, su mano se movió por sí sola alrededor de su falo, e inmediatamente el morocho cerró los ojos largando suspiros mientras su masajista tocaba todo lo que no debía.
—Oh, Jesús.
Taemin lo quería dentro de él, su maldito interior estaba caliente esperando tenerlo en su ano. El sólo intento de imaginar tenerlo en su interior, era imposible, él no podía concentrarse para pensar en nada en específico. Sólo sabía que debía mover su mano y seguir acariciando las piernas y el abdomen del mayor.
—Más rápido.
Siguió sus órdenes, porque como saben, el cliente es el que tiene la razón, y aumentó el ritmo mientras que con la otra mano se acariciaba él mismo.
Se le ocurrió una mejor idea, se subió encima de la camilla y acunó con su boca el falo de Minho, quien se levantó en sus codos mirando esa escena. Llevó su zurda al cabello del chico y lo obligó a abrir más la boca y a tragársela aún más profundo. A Taemin le dieron nauseas, pero inmediatamente se recompuso.
Minho largó más suspiros, mientras que Taemin clavaba sus uñas en él.
Se tragó todo el líquido que apareció en su boca y se separó de él, para arrastrarse, trepar mejor dicho, hacia arriba, y dejó que el morocho le comiera la boca. Él parecía toda una puta.
Minho apretó las nalgas del menor y lo sentó sobre él. Le rompió el short que traía y metió sus dedos entre su ropa interior. Taemin gimió en medio del beso cuando sintió unos dedos intrusos meterse en su culo.
—Se supone que yo debería masajearte a ti.
Respondió luego del beso—Ya hiciste tu parte, ahora déjame masajear su interior.
—Qué tentadora invitación.
Minho le quitó los dedos y acomodó su verga en su agujero. Taemin se inclinó hacia adelante mientras separaba lo más que pudo las piernas, aún estando encima del morocho.
Editado: 25.07.2020