Taemin esperaba impaciente la llegada del nuevo médico del plantel. Día oportuno para llegar tarde.
Había robado la pelota y se encaminaba al arco rival, éste quedaba a menos de cuarenta metros, estaba solo, sus compañeros estaban atrasados así que se le ocurrió ir por su cuenta. Corrió cerca de treinta y ocho metros a toda prisa, ya que tenía a tres tipos detrás de él dispuestos a cometerle infracción sin dudarlo. No sabe cuánto tiempo estuvo corriendo, pero de un momento a otro, sintió un dolor intenso en una de sus piernas.
Se escuchó el “Uh” de la gente al ver el cuerpo del chico caer contra el césped. No pudo moverse, le dolía todo. Tuvieron que entrar los médicos y pedir el cambio. Taemin fue llevado en camilla, y estaba tan enojado que no quiso hablar con nadie.
No soltó su celular desde que lo dejaron acostado en la salita médica. Sin embargo, faltaba el médico; ya estaba dando una mala impresión al llegar tarde.
Levantó la vista del celular y la posó en la figura que abría la puerta.
“Por fin” pensó Taemin.
—Lo siento—serio, se excusó—Tuve otra emergencia en el camino—Taemin dejó de prestarle atención a lo que le decía a mitad de la oración, estaba más interesado en mirar, y sí que estaba mirando bien.
Casi moreno, máximo unos veintinueve o treinta años. Una expresión seria, profesional y un cuerpo formado, al menos lo que lograba distinguir por encima de la ropa.
No le respondió, pero cuando intentó sentarse, el dolor que sintió fue insoportable.
—No te muevas.
“¡Tarde, maldita sea!”.
El médico dejó sus cosas a un lado y se acercó rápidamente a él. Observó cómo sus extensiones temblaban y tomó nota de aquello.
—¿Qué sucedió?—Taemin no quería hablar. Pasaron unos cuantos segundos antes de que la mirada insistente lograra hacer que hablara.
—Corrí demasiado—pausó—Muslo y algo más—no estaba seguro qué otra zona había sido afectada, pero ni siquiera podía sentarse correctamente sin que le doliera.
El médico asintió—Quítate la ropa—señaló hacia abajo. Taemin miró hacía otro lado incómodo. Nunca se había sentido incómodo con su médico anterior, su relación era totalmente profesional. Probablemente esta vez era distinto, ya que era la primera vez que lo veía a él. Sí, eso debía ser.
Con algo de esfuerzo y la ayuda del médico, se quitó el short y quedó en ropa interior. En cuanto una mano rozó la cara interna de su músculo, Taemin cerró los ojos por un instante. Luego de abrirlos, fijó su mirada en la placa que decía su nombre a un lado en su uniforme.
“Choi Minho”.
El débil tacto no lo había afectado, al menos no para mal, pero en cuanto apretó levemente la zona de su aductor mayor izquierdo, Taemin soltó un ruidito de dolor.
Minho levantó la mirada rápidamente y tomó nota de la hinchazón y del dolor en su libreta. Volvió sus manos al cuerpo del chico, pero esta vez subieron un poco más; se posaron en su ingle y un tenue dolor inundó esa zona.
—Mierda—sollozó.
—Tenemos un problema—pausó y Taemin lo miró temeroso—El esfuerzo que hiciste causó una distensión inguinal parcial en el aductor mayor. Éste músculo va de la pelvis a la rodilla, por eso es que sientes un dolor fuerte en aquella zona.
Taemin quería llorar de la rabia.
—Afortunadamente, es a penas de segundo grado—Taemin lo interrumpió.
—¡¿Qué puede haber de afortunado en esto?! ¡Ni siquiera puedo cerrar las piernas!—golpeó la camilla con una mano.
—Cálmate Taemin—escuchar su nombre salir de su boca sonaba raro—Podría haber sido peor. Podría haber sido de tercer grado, lo que significaría un desgarro casi total de uno de los aductores.
El futbolista hizo silencio, Minho tenía razón, podría haber sido peor. Se quedó callado mientras Minho seguía revisando aquella zona. Intentó pensar en otras cosas en lugar de bajar la mirada y ver cómo prácticamente su zona baja era toqueteada.
—La rehabilitación será de un mes. No podrás correr ni hacer grandes esfuerzos. Recién luego de las cuatro semanas te dejaré comenzar con tus sesiones de precalentamiento, las cuales yo administraré—llevó su mirada a la zona baja de Taemin—Recuerda ponerte hielo, tres veces por día, durante tres días.
Taemin ya no quería escucharlo, y Minho notó eso. Se acercó a su rostro haciéndolo saltar.
—¿Está bien?—asintió—¿Qué es lo que dije?
Se quedó en silencio y Minho rodó los ojos.
—Pon un poco de tu esfuerzo, ¿de acuerdo?
Taemin se quedó callado y Minho sonrió. Tomó sus cosas y salió de la habitación.
Esa sonrisa...
Sin duda le causaría problemas.
***
Había pasado sólo una semana desde su lesión, y cada revisión médica que tenía, era un infierno.
No por el dolor, sino por la vergüenza que sentía cada vez que Minho tocaba su cuerpo. Encima su lesión era en una zona peligrosa. No podía sentirse más idiota, era su médico, pero cada vez que lo veía, pensamientos nada inocentes cruzaban por su mente.
—¿Y cómo te encargas de todo? ¿Quieres que te ayude en algo?—Kai pronunció a un metro de él. Taemin se encontraba acostado en la cama. Se levantaba exclusivamente para utilizar el baño, de lo demás se encargaba su ama de llaves.
—No es necesario—hizo una pausa—Vivian me ayuda en todo. Bueno, Minho viene de vez en cuando para verificar el estado de la lesión—pronunció la última oración con cierta timidez.
Y Kai lo notó.
—¿Te agrada?—su pregunta tenía segundas intenciones. Por dentro, Kai no aguantaba la risa.
Él no respondió inmediatamente.
—No lo sé. Me da igual, supongo. Es mi médico—ni siquiera él quedaba convencido con sus palabras.
—Está bien—miró su reloj—Debo ir al entrenamiento. Mejórate—Se dio media vuelta y se dirigió a la puerta, pero antes de abrirla, se frenó y giró—Suerte—soltó sonriendo sospechosamente.
Editado: 25.07.2020