Sentí unos pasos acercarse hacia mí, lo que me hizo girar, topándome con una Camila confundida.
-¿Qué sucedió? – dijo ella frente a mí
-Yo… – me interrumpió
-Estás empapada y tu rímel… – se calló y me llevó al auto – ¿Quién hizo esto?
-Un chico de la fiesta – dije mientras ella tomaba algunas toallitas desmaquillantes
-¿Cómo era ese chico? – preguntó mientras me pasaba un par de toallitas
-Era rubio de ojos… azules – dije desmaquillándome – Si… azules… o no sé – aventé la toallita al suelo – Agh… yo…
-Connor – dijo ella y la miré – Se llama Connor – cerró la puerta de su auto – Tu tranquila, hablaré con él, volvamos a… – la interrumpí
-No volveré a esa fiesta – dije – Regresaré a casa
-Pero… – volví a interrumpirla
-Yo no soy de fiestas… yo no encajó con esto ni con… nada más – suspiré mirando al suelo
-Te llevo a casa – dijo y negué con la cabeza
-No gracias – me hice una coleta – Ya hiciste mucho, me iré sola
Me alejé de ella y caminé a mi casa, que realmente no quedaba tan lejos.
Al llegar subí directo a mi habitación y me tiré en mi cama, estaba tan agotada, este día fue de los peores y ahora recordaba por qué no iba a fiestas, ya que todas terminaban mal.
Seguí los consejos de mi madre, sobre salir adelante cuando ella se fuera, habían pasado meses desde su muerte y sería la primera vez que salga en todo ese tiempo.
Me arreglé el vestido y salí de la casa, caminé hacia la casa de Samantha, la chica que haría la fiesta.
Toqué la puerta y ella me abrió, pero me miró de manera… extraña.
-Hola – dije sonriendo
-¿Te invité? – preguntó ella y yo asentí
-Me diste la invitación en el pasillo y… – me aclaré la garganta – Te traje un regalo
-Bien – toma la caja y me deja entrar
Al entrar todos me miraban, lo cual me comenzó a incomodar. Nadie decía nada, tan solo me observaban, y algunos lo hacían con asco.
-¿Quién invitó a la huerfanita? – preguntó alguien al fondo
-Denle la bienvenida – dijo Samantha
La miré y de pronto sentí como me agarraban del cabello y los brazos, me llevaban al patio.
Comencé a gritar mientras ellos reían, les divertía hacerme sufrir.
-¡Suéltenme! – grité y uno de ellos me dio una bofetada
De pronto sentí como me lanzaban a la piscina y un chico se metía junto a mí. Él comenzó a hundirme en esta mientras yo forcejeaba por salir, el agua comenzaba a entrar a mis pulmones y mi vista comenzaba a cansarse.
Ya no tenía fuerza para poder salir, quizá era mi destino el morir en esa piscina.
Comencé a escuchar gritos antes de que todo se comenzara a oscurecer.
Deseaba entrar en ese profundo sueño del cual jamás podría despertar.
Pero mi sueño no se había cumplido, ya que me desperté en un hospital sin saber como llegué a ese lugar.
Estuve a punto de ir con mi madre, pero los doctores impidieron eso.
Miré a la ventana y seguía siendo de día, así que tomé una corta ducha, para luego, al salir vestida, tomar un libro y comenzar a leerlo.
“Sintiendo el arcoíris” era mi favorito, ya lo había leído tantas veces que jamás me cansaba de eso.
No supe cuánto tiempo estuve de esa forma, pero al volver a ver por la ventana, la noche comenzaba a caer.
Miré mi celular al sentirlo vibrar, y vi que tenía un mensaje de un numero desconocido.
“Sal ahora”
Sentí unos golpes en mi ventana y la abrí, un Alex algo golpeado y ensangrentado se encontraba en esta.
-Dios… ¡Alex! – dije ayudándolo a entrar - ¿Qué te sucedió?
-No importa – dijo tocando su estómago
-Claro que importa – dije y lo ayudé a sentarse en mi cama – Espera – abrí una mochila y saqué un kit de emergencias
-¿Guardas un kit? – preguntó algo burlón
-Es para emergencias – dije acercándome a él – Y esta es una – dije mojando un algodón con alcohol - ¿Me dirás que sucedió?
-Connor – dijo y lo miré confundida – Me peleé con él y terminé así
-Alex… – dije y me interrumpió
-Él terminó peor – dijo – Lo que lo arruinó fue que sus amigos se metieron con bates de beisbol – se quejó al ponerle el algodón en el labio – Eso arde
-Todo por pelear sin sentido – dije limpiando sus heridas
-No fue sin sentido – dijo mirándome, por lo que fijé mi vista en sus ojos
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Editado: 03.04.2021