Bobby
Mi tiempo se detiene al escuchar las palabras de Dean, él me dice que Allison ha sido el sacrificio que estaban buscando. No puedo dejar que esto suceda, no una vez más. No es justo… ¿Por qué pasa esto en mi vida?
—Lo siento, Bobby —dicen los hermanos a unísono.
Los tipos rudos que nos acompañan me observan de reojo, como hacen los niños pequeños cuando te miran a escondidas por debajo de su manta. La gente está esperando que reaccione por la muerte de mi sobrina. Sin embargo, lo único que puedo hacer es llorar como un verdadero imbécil.
Jenna parece una muñeca torturada recién salida de una pesadilla, cubierta de sangre y hematomas. No quiero ni pensar qué pudo haberle sucedido para quedar así. Una parte de mí quisiera saber más, pero la otra parte se alegra de no saber absolutamente nada al respecto.
Respiro profundo. Tarde o temprano voy a tener que levantarme del suelo. No tengo más remedio que enfrentarme al mundo. Estoy descongelado por completo ahora. Dudo poder defenderme o pelear si las cosas llegaran a eso, pero estoy casi seguro de que soy capaz de moverme sin problemas.
Me incorporo.
Supongo que, de haber pensado bien las cosas, no me hubieran sorprendido los gritos.
Levanto las manos en un gesto tranquilizador. Digo algo para tratar de calmarlos, pero mis palabras se pierden entre los gritos dolorosos. El pánico en un área tan pequeña como la caja trasera de una camioneta es muy contagioso, por lo que veo.
Los otros refugiados se aplastan uno contra el otro contra en museo tratando de alejarse de mí. Algunos, incluso parecen dispuestos a salir de ese confinamiento con tal de sentirse una vez más libres.
Miro a Jenna acercarse a mí con cuidado, pero lo único que quiero es destrozarle la cara o, mejor aún, acabar con su vida de una vez por todas.
—Lo siento... —Susurra la rubia.
Mi mirada se encuentra cada vez más apagada. Aunque Dean y Sam se acercan para ayudarme, me resulta imposible verlos. Lo único que mis ojos pueden ver en este preciso instante son los ojos del Anticristo.
—¿Lo sientes? —Me atrevo a preguntar y niego—. ¡No sientes ni una gota del dolor que puedo sentir ahora, desgraciada chiquilla!
Ella me mira con lágrimas en sus ojos y luego niega.
—No puedo negar que no lo he sentido del todo, pero sí... He sentido algo, ya que ella era una muy buena persona y no merecía esto —me responde sin darle vueltas al asunto.
¿Esta niña realmente me está diciendo esto? ¿Acaso no se da cuenta de que es imposible que Allison pudiera merecer esto?
Ahora, los pocos sobrevivientes roñosos pelean entre sí por basura y sobras de comida, mientras que encuentran el momento perfecto para que otros hombres abusen de las pocas mujeres que quedan con vida. Se escabullen entre las sombras y desaparecen cuando nos ven pasar. Los únicos que no huyen son los más desesperados, que optan por permanecer a la intemperie con la esperanza de escapar de las pandillas durante los pocos segundos que nos lleva sobrepasarlos.
No podemos seguir perdiendo el tiempo con las lágrimas, tenemos que encontrar la manera de acabar con Katherine antes de que ella acabe con todo el mundo, o mejor dicho, los pocos sobrevivientes que quedan. Definitivamente el mundo que conocemos ha desaparecido, por ahora somos los pocos sobrevivientes y todos estamos en donde ha comenzado todo… Argentina. Ahora comienzo a entender las razones por las que Dios siempre ayudaba a este país, entiendo todo lo que antes evitaba comprender o saber.
Castiel reaparece junto con Tamara, pero la Anticristo desaparece. Me hubiera gustado…
—Bobby… —Susurra Castiel.
Lo miro a los ojos y me acomodo la gorra. No digo nada.
Quiero salvar a la humanidad, pero quiero vengarme de la rubia maldita.
Dejo salir de mis labios un fuerte suspiro y antes de que los demás se den cuenta, me escabullo lo más lejos que pueda. Esto no va a quedar así.
Ha llegado el momento de hacer uno de los tratos de encrucijada. Estoy dispuesto a entregar mi alma, pero no la de mi sobrina.
(…)
—¿Por qué haces esto? —Me pregunta Lucifer.
Suelto una risita de mis adentros y lo miro a los ojos.
—Por el mismo hecho por el cual tú estás aquí —le respondo—. Viniste a ver a tu hijo, desde las sombras, pero viniste para que no le ocurra nada.
El ángel me observa con seriedad y se sienta a mi lado. Mientras que él parece disfrutar de las escenas y el ambiente apocalíptico, yo solo puedo pensar en que deseo recuperar a mi sobrina y acabar con el Anticristo.
—Buen punto —me da la razón—. He venido para lograr algo, pero no quiero que mi hijo lo sepa.
—¿Por qué no quieres que él sepa que realmente piensas en él?
Lucifer niega.
—No me meteré en tus asuntos familiares, pero regrésame a Allison —le pido.
Él niega más de una vez.
—No puedo regresarte a tu sobrina. Ella está en el Cielo, el sacrificio que hizo la llevó a la gloria y no gobierno en ese territorio.
Escuchar que ella está bien me hace sonreír de tan solo imaginarlo. No puedo creer todo lo que ella tuvo que pasar para lograr ser feliz de una vez por todas.