New Haven, 2021
La oscuridad de la noche significaba el inicio de algo nuevo o mejor dicho, daba inicio a mi vida oculta porque desde que cumplí con mi parte del trato, me convertí en una adicta a las carreras, si antes me fascinaban, ahora formaban parte de mi día a día. Lo mejor de todo era que los espectadores me consideraban la mejor corredora, y era por eso que había recibido el apodo de reina, no me molestaba aquello porque de esa manera nadie sabía quien era la misteriosa mujer que destronó a Brandon, alias el jaguar.
Entre el bullicio de la gente podíamos escuchar el rugido de los demás autos, a diferencia de las veces anteriores esta vez me encontraba acompañada. Según Matthew ―la mano derecha del Kev―, en aquella carrera se estarían en juego diez mil y se los llevaría el más rápido, luego las ganancias de las apuestas serían setenta para el organizador y treinta para el ganador, era una mierda, pero las suma de cash siempre era cuantiosa, así que no me podía quejar.
―Ey, esto ya lo hemos hecho con anterioridad, así que relájate amor.
―Estoy relajado, solo que no me gusta participar en esta mierda ―En sus palabras se notaba el enojo, pero aun así él estaba a mi lado, apoyando mis locuras aun cuando no eran de su agrado.
―Amor, sabes que necesito esta adrenalina que corre por mis venas, es como si mi cuerpo necesitar de esta mierda para ser feliz. Y no me arrepiento, sabes que con esto me pago la universidad y te ayudo con los gastos del departamento, quiero sentirme útil y no ser una carga para nadie.
―Lo sé, pero no quiero que nada malo te pase ―su voz era débil y se iba apagando. Posé mi mano derecha en su regazo y le di un leve apretón.
―Nada de eso pasará, tengo que recordarte que por mis venas corre la sangre de Leonardo Mayer. Así que cuando gane, volveremos a nuestro departamento y lo celebraremos, esta noche no vas a dormir cariño.
Con aquello cerramos el tema y me volví a poner la vista al frente. Matt era la persona que nos daría la señal de salida, bajo el trapo rojo que tenía entre la mano, con dicha acción los cinco competidores dejamos atrás a los espectadores.
Mi novio no dejaba de alentarme, ya que desde el inicio nos encontrábamos en un tira y afloja con el auto rojo. Mi lado competitivo iba a luchar por lo que le correspondía, no iba a permitir que ella me ganara, no otra vez.
Desde hacía muchos quilómetros ya había puesto la quinta marcha, mi pie derecho no soltaba el acelerador, quería ir a todo gas para poder llevarme la pasta que se jugaba aquella noche, además, si podía humillar a Roxan era el mejor premio. Durante mucho tiempo lo único que podía ver eran las carreteras despejadas ―Kev se encargaba de cortar la carretera para no poner en riesgo a los demás―.
De reojo pude ver como el castaño se agarró a la manigueta de la puerta, si fueran otras circunstancias habría estallado en risa, pero no me iba a distraer. Tomé la curva con velocidad, a pesar de lo peligrosa que era me negué a bajar las marchas, no iba a perder la ventaja que había logrado. Aquellos quilómetros de diferencia eran los decisivos.
Mi sonrisa se amplió aún más cuando al fin vi algunos carros, que ya hacían acto de presencia, esto significaba que la meta estaba cerca. Por el espejo interior pude ver como el auto rojo y el verde se acercaban, así que le di más gas al auto, mi pie ya empezaba a doler por la presión que había ejercido, pero todo aquello valió la pena cuando cruzamos la meta.
En la frenada las ruedas rechinaron en el pavimento. El segundo auto que llegó fue el rojo, el amarillo ―no sé en qué momento dejó atrás al verde― y finalmente, en el último lugar, llegó el auto verde.
Todos los corredores y acompañantes descendimos de nuestros autos, mientras que en mi rostro había una amplia sonrisa, mis contrincantes estaban más que cabreados. El castaño que siempre me acompaña en cada locura se acercó, con su brazo rodeo mi cintura y me apegó a él.
―¡¡Como siempre, nuestra reina ha vuelto a hacer de las suyas!!
Matt agarró mi mano izquierda y la alzo lo más alto que pudiera, como si estuviera indicando quien era la ganadora. Posteriormente de aquel reconocimiento seguimos a Matt para que nos diera nuestra parte del dinero.
―Como siempre, has sido un hueso duro de roer, Ángela
Los que conocían mi rostro me llamaban Ángela, ya que no quería que mi verdadero nombre se viera implicado en algo ilegal, después de todo mi objetivo era convertirme en abogada, no iba a permitir que esto me dañara el futuro.
―Lo sé, siempre lucho hasta el final para lograr lo que es mío. Si nos disculpas, tenemos asuntos que resolver.
―Espera un momento, en un par de días se va a celebrar la carrera más importante, y Kev quiere que participes. El problema de esto es que aquí se vale todo, puedes utilizar cualquier artimaña para ganar.
― Lo pensaré.
Nada más cerra la puerta de nuestro departamento, el castaño me agarra de la cintura y acerca nuestros cuerpos. Mis manos de forma automática se encuentran detrás de su cabeza, iniciamos un ardiente y feroz beso, la temperatura de mi cuerpo subía desenfrenadamente, lo necesitaba dentro de mí con urgencia.