30 Días para hallarme en tus ojos

Día cuatro

Tu padre... Digamos que yo no era el tipo de chico que él quería para tí.

No sé, tal vez me veía como alguien muy torpe para su niña. O quizás muy feo. Tal vez bastante niño y menos hombre. O pude ser muy ruidoso. Pero recuerdo que nunca te dejó ir a ninguna de nuestras citas, y eso no nos detuvo.

Sí, muchas veces te robé. Y no me arrepiento.

Los juegos en la feria eran grandiosos. Yo siempre buscando ganar los peluches que te gustaban, es que no lo podía evitar. Me encanta verte sonreír. Y ni hablar de cómo me tenía que contener en los juegos extremos. No hubiera sido nada  favorable activar mi quirk, así que fue un esfuerzo sobrehumano.

Las idas al cine, muchas veces ni siquiera sabíamos de qué trataba la película. Sólo queríamos un lugar privado para poder cuchichear a gusto... Bueno, y también besarnos.

Los restaurantes eran un campo minado, y era porque tu padre tenía colegas que trabajaban en el negocio. Un par de veces me tuve que esconder bajo la mesa para que no me reconocieran. Pero si me preguntas, mis citas favoritas siempre fueron esas en las que nos fugábamos con Shota y los demás a las montañas. Cantábamos y bailábamos hasta el amanecer, ¡y no dormíamos por cuarenta y ocho horas!

Era lindo verte tan viva durante la noche, el amanecer y la mañana. Me llenabas de vida a mí también. Aunque también me gustaba verte cuando te dormías en mi hombro al regresar. Sí, nuestra juventud fue buena.

Sin duda todas nuestras citas han sido hermosas, ojalá que el momento de regresar a casa hubiera sido igual. Muchas veces tuvimos que hacerte entrar a casa por la ventana, y cuando te pusieron rejas, aprendí a abrir cerrojos sin hacer ruido. Pero siempre debimos entrar por la puerta de atrás, pues tu padre te esperaba en la sala y era evidente que no podía vernos juntos.

Algunas veces lo logramos, otras no. De hecho, recibí varias amenazas de muerte, pero creo que sigo vivo. Porque sólo el paraíso podría hacerme tan feliz como me hace estar a tu lado.

—¿A sí? —preguntó Rei alzando una ceja.

—Of course honey! ¿Acaso te he mentido alguna vez?

—Bueno, tal vez ya no viva con mis padres —dijo ella dejando su copa de vino en la mesa—, pero no me gusta volver tarde a casa. ¿No vamos ya?

—A donde quieras, cuando quieras, como quieras —respondió caballerosamente dejando la propina para ayudarle a levantarse de su asiento y salir de ese restaurante. El mismo donde se escondió bajo la mesa en su juventud incontables veces.

 



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En el texto hay: fanfic, bokunoheroacademia, myheroacademia

Editado: 23.01.2021

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