De todas las cosas que odiaba en el mundo, estaba seguro de que la número uno era aquella sensación incómoda de tensión entre él y la mujer que más amaba en el mundo.
Muchos los veían a ellos como la relación perfecta, a ella como la esposa ejemplar, a él como el esposo ideal, pero la verdad era que no existía matrimonio así. No existía ni uno sólo que no tuviera que atravesar noches como esa, noches después de tener una pelea dónde a pesar de estar sobre la misma cama, bajo las mismas mantas, solamente se daban la espalda el uno al otro sin dirigirse una palabra.
Ni siquiera recordaba por qué habían discutido, y eso era lo que más le molestaba. Si no era capaz de recordarlo, entonces no era algo importante. Habían discutido por nada, y usaron palabras que jamás debieron de haber usado en una situación así, las palabras "siempre" y "nunca".
No podía soportarlo más, simplemente se dio vuelta, la abrazó por la espalda, le besó la cabeza, y con una voz grave y varonil susurró: i'm sorry.
Ella suspiró, se dió la vuelta y buscó su pecho para poder ocultar su rostro ahí. El corazón de Zashi latía tan tranquilo, que le hizo sentir una reconfortante sensación.
—Yo también.