300 Días

Día 8 – Una compañera extraña –

Esta noche el Awakening está bastante lleno. Con el verano empiezan los días de fiesta y más gente acude al bar con la finalidad de divertirse, distraerse de sus rutinas y sus problemas, ya sea con el alcohol o con la compañía de sus amigos. Creo que en un par de horas de trabajo habré cambiado casi cien manteles rojos para substituirlos por otros nuevos para los comensales que van llegando.

Selene de vez en cuando aparece cerca de mí revoloteando, como una polilla. Está bastante distraída atendiendo las mesas y debo reconocer que no lo hace mal. Es una chica habladora y abierta que cae bien a los clientes. Lleva el mismo uniforme que yo, unos pantalones y una camisa negra, pero su aspecto es mucho más luminoso y alegre. La observo mucho más de lo que debería y la mayoría de veces sin darme cuenta, algo que me fastidia y asumo al mismo tiempo.

He empezado a preparar los cubiertos para la siguiente ronda de comensales que está a punto de llegar. Selene se detiene justo a mi lado y me sonríe ampliamente a pesar de que está cansada de tanta actividad.

—¿Te parece que lo hago bien? —me pregunta.

—Muy bien —le reconozco—, pero eso deberías preguntárselo a Ángel.

—Ángel no me mira tanto como me miras tú.

El corazón me retumba con un quejido como si mis venas se hubieran quedado vacías. La miro con una expresión en la que se mezcla la sorpresa con el descontento, pero Selene sigue manteniendo la sonrisa hasta que mis labios se curvan en una mueca. Creo que lo más desagradable de todo es darme cuenta de que tiene razón.

—Selene, vas por mal camino —le advierto con un tono suave y afilado.

—¿Qué tiene de malo este camino?

—Lo que tiene de malo es que si sigues por él puedes llevarte una sorpresa desagradable —me vuelvo completamente hacia ella haciéndose patente mi mayor estatura—. No te conozco de nada y no me fío de ti.

Me he esforzado en ser lo más amedrentador posible, pero Selene solo ha entrecerrado los ojos y me evalúa con un semblante ufano. Me pregunto por qué no me deja simplemente en paz y se va, por qué me aguanta la mirada y me hace sentir más incómodo a cada segundo que pasa.

—Yo te ofrecí una cita —me recuerda con un tono pensativo—, pero tú la rechazaste. Te he dado la oportunidad de conocerme.

—No tengo interés en conocerte, Selene.

—No, no es eso. Lo que quieres evitar es que yo te conozca a ti. —Sus iris marrones me parecen ahora más oscuros, menos brillantes y más profundos—. Me alejas porque tienes miedo a que alguien pueda ver a través de ti. ¿Qué te asusta tanto, Axel?

—Hay pocas cosas que me puedan asustar —le digo notando los labios secos.

—¿De verdad? A mí me parece que estás demasiado solo para no saber que es el miedo.

—Tú eres la que no sabe lo que significa tener miedo —siseo con un tono agraz.

—Así que crees que no sé lo que es tener miedo… Entonces cuéntamelo este domingo a las seis. Cerca de la estación hay una cafetería que se llama Rayo de Luna. Es uno de mis sitios preferidos en Stella. —Se aleja sin titubeos colgándose una servilleta al hombro. Se detiene cuando ve que no le contesto y me contempla, ladeando la cabeza—. Vendrás, ¿verdad?

Retraso algo más mi respuesta, pero ya he tomado la decisión.

—Sí, iré.



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En el texto hay: misterio, romance, drama

Editado: 22.04.2020

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