Tendríamos boda, la madre de Sky se casaría dentro de dos meses según el texto que ella le había enviado a Carter. Aunque supongo que eso era un asunto bastante malo para ella.
Nunca había entendido el por qué Sky era tan reacia con Phill, a mí siempre me pareció un buen tipo, al contrario de su demonio hijo. A pesar de mis opiniones, tenía que intentar comprender a Sky, quizás la frustración que debía de sentir al saber que ahora no habría forma de separarse del idiota de su hermanastro era suficiente para hacer aflorar mi empatía. A pesar de eso, también creo entender por qué Sky le tiene tanto miedo a que su madre se case.
Sky suele ser bastante aprensiva con las personas que ama, le gusta ser el centro de esas personas y no le gusta compartir el cariño. Muchas veces Sky le habían entrado los celos por las compañeras del equipo de futbol de Ronnie y aunque había sido súper cómico, nos dejó en claro que nosotras ya teníamos amigas y éramos solo nosotras cuatro. No teníamos razones para buscar más y yo apoyaba esa moción. Ya éramos bastante completas juntas, no necesitamos a nadie más.
Esa tarde Carter y yo habíamos decidido ir a dar una vuelta por el centro de Portland (el cual quedaba a solo 20 minutos de Millebane en autobús), ya que ella tendría que esperar a que alguno de sus padres salieran del trabajo para llevarla a casa. Carter era tan perezosa que no quería esperar el autobús y luego caminar 3 kilómetros a su casa, eso pasaba cuando tenías auto y no estabas acostumbrada a mover las piernas. Yo amaba caminar, especialmente si llovía, me gusta sentir las gotas de lluvia sobre mi cara mientras recorro un lindo paisaje. Me gusta caminar los 3 kilómetros que hay que recorrer para llegar a la casa de Carter, porque mientras caminas por ahí, pareciera que cada vez te vas integrando más y más en el bosque.
Había accedido a acompañarla a dar un paseo. Caminamos un buen rato por las afueras de las tiendas hasta que nos cansamos y nos sentamos a tomar un té al aire libre. Ni a Carter ni a mí nos gusta el café, así que siempre pedimos té, al contrario de Ronnie y Sky que son unas adictas a la cafeína.
Siempre me ha gustado estar con Carter, una parte de mí se relaja con ella, al igual que la otra se exaspera. Con Carter es fácil vivir aventuras ridículas en el centro comercial, ambas somos criaturas extrañas que deambulan entre simples mortales y es por esa razón que nuestra manera de comportarnos se les hace extraña a otras personas. Solemos agotar nuestras energías riéndonos de cualquier cosa, especialmente cuando nos reímos de los chicos lindos que ni siquiera tienen tiempo para mirarnos, ella y yo somos completamente invisibles a los ojos de los chicos, pero eso no nos significa un problema, al contrario, es una ventaja poder observar y reír sin que nadie se dé cuenta. Cuando nos agotamos, simplemente nos sentamos en alguna parte y mantenemos el silencio. Todos odian los silencios incómodos, pero nuestros silencios jamás lo eran.
A ambas nos gustaba la tranquilidad, por eso aprovechábamos esos momentos de poca energía para concentrarnos en las tareas de la escuela o simplemente para retomar nuestros hobbies. Carter siempre llevaba un libro en su bolso, el que anda trayendo ahora es Brisingr, de Christopher Paolini, por lo tanto, cada vez que tenía oportunidad de leer, lo hacía. Yo siempre llevaba conmigo mi block de dibujos y mi lápiz carbón, muchas veces me gustaba hacer un boceto de algún objeto o paisaje que me gustaba, era algo así como sacar fotos, solo que yo en vez de usar mi celular y luego subirla a Instagram, lo dibujaba y luego lo colgaba en mi habitación.
Carter ya había sacado su libro de su bolso y se había puesto a leer mientras esperaba que el té se enfriara. A ella le gustaban las cosas frías, supongo que es porque su alma también lo es.
Broma, Carter no es tan mala.
“Tan”.
Busqué a mí alrededor cosas para dibujar, pero no encontré nada que valiera la pena. Hasta que me di cuenta de lo bien que se veía Carpi leyendo en ese ángulo. Era como una foto de película, ella estaba leyendo con las piernas apretadas en su pecho, tenía la espalda apoyada en la baranda de la terraza y su largo pelo negro caía por sus hombros en formas de ondas hasta volverse de color calipso en las puntas. Su piel bronceada hacia resaltar sus ojos color chocolate, los cuales estaban enfocados en su libro, dejando que sus largas pestañas negras inundadas de mascara de pestañas, destacaran en su rostro. Detrás de ella estaban los edificios de Portland junto a varios árboles.
Quise dibujarla, así que eso comencé a hacer.
Nunca voy a admitirles a mis amigas que me gusta dibujarlas, eso sería como confesarle todo el amor que tengo por ellas y eso está prohibido. Soy bastante arisca en ese sentido, muy pocas veces han escuchado de mí decir que las quiero, pero a pesar de eso, creo que lo saben.
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Editado: 14.05.2019