Día 2: Ganamos todos

Día 2

Resumen del inicio del día:   son como esos días del que no me quiero levantar de la cama ¿Por qué? ¡Sin ganas de nada!

Todo a mi alrededor lo noto gris, pero ¡que tonta! acepte salir, tengo la estupidez de “la mente de la responsabilidad”, así que no me queda de otra que levantarme y prepararme para salir, pero viendo bien me queda media hora todavía, así que digamos como la gente común 5 minutos más.

Y las consecuencias es “voy tarde”, a las justas alcanzare a alistarme, ni desayune, aunque realmente ni apetito tengo. Como digo “día gris”, si los días estuvieran destinados por colores este sería el caso. No soy amante de la moda, pero claramente incluso en la forma de vestir me veo de color gris.

Ya eran casi las 8 am de la mañana, la cita era programada a esa hora, pero, sucedió lo que ya se veía como un pan de cada día, y por consiguiente un mensaje en el celular de: voy tarde así que llegare a las 11 am nos vemos a esa hora ¿sí? Estúpido y a la vez tranquilizante al final y al cabo eso ya me lo esperaba.

Si nos ponemos a pensar en esa palabra “puntualidad” (actitud humana considerada en muchas sociedades como la virtud de coordinarse cronológicamente para cumplir una tarea requerida o satisfacer una obligación antes o en un plazo anteriormente comprometido o hecho a otra persona.) y basándonos a lo que acaba de ocurrir, es que no quepa duda de que esa persona lo sabe, pero, no es que la aplique conmigo simplemente que su “puntualidad” es influenciado por su interés, cuanto más interés más importante será lo que dará prioridad, y por ende se aplicara con efectividad la puntualidad. En resumen, no soy tan importante de lo que parece para la persona de la cita.

Ahora debía de darle una respuesta a este impuntual, pues esa fue: Nos vemos a las 12 am

Así ganamos los dos, yo mi desayuno y el llegar entre comillas “puntual”.