Marcha el día alegre radiante al occidente de mi cabaña, triste y envenenado está
el tuyo por mi olvido. Un abrazo frío y cálido casi a la vez. No hay relojes ni
manecillas del tiempo en el mundo que inviertan la marcha de tan desdichado
final.
No hay perdón, no hay odio más fuerte que los deseos de querer re vivir el
corazón de éste amor herido… nuevamente. No hay perdón ni hay olvido, no por
ahora cuando la noche llega reclamando paz en tu alma y castigo en mi cama, ya
no importa las caricias del pasado, sólo importa los elogios de quien fuiste en el
ayer.
Gracias mi amante fiel que enseñaste con tus besos a proteger.
Gracias por mis ojos consentir cuando el dolor de un querer infiel tocaba mis pies.
Gracias por enseñar a amarme y en las noches compartir tu tiempo conmigo.
Gracias por hacerme reír de nuevo.
Marcha ya el día alegre radiante, se aleja al occidente de mi cabaña.
En realidad
está triste y envenenado por mi olvido. La noche también llega atormentando mi
terrible corazón.
Se disfraza de luz la mañana y en tu pecho la herida que no sana.
escritoenlibrodecuento@outlook.es