— ¡ODIO ESTE LIBRO! – grito desde el balcón. Tan fuerte es el sonido, que los pájaros salen de los árboles, me levanto dispuesta a tirar el libro pero me detengo cuando escucho un disparo.
Me agacho y pego todo mi cuerpo a la pared del balcón, busco mi arma en el bolsillo de mi pantalón corto, pero no está. Me desespero, miro en dirección a mi mochila y a su lado está el objeto que busco.
— Mierda – susurro, no se ha escuchado otro disparo en los últimos segundos, cuento hasta cinco y gateo hasta mi arma, regreso de la misma manera al balcón y asomo la cabeza, vuelvo a contar.
Me pongo de pie, voy hasta mi mochila, guardo el asqueroso libro y me la pongo al hombro. Salgo del balcón, empiezo a bajar las escaleras y el centro comercial se queda sin luz.
— Maldita sea – coloco la mochila en mi pecho y saco la linterna. Camino alumbrando con arma en mano, hasta que salgo del lugar.
Miro a los lados y guardo la linterna rápidamente, empiezo a correr y después de verificar que no tengo a nada ni nadie detrás, cambio de dirección.
Llego a la rejas de Toev, miro el conjunto de casas que está dentro de las rejas y suspiro, guardo mi arma en la mochila y luego la lanzó al otro lado. Escalo la débil reja, cuando estoy en lo alto salto y aterrizo en las horribles flores blancas.
Los niños pequeños que pasan junto con sus madres, me miran. Tienen miedo de la “loca que mató a su novio”. Tienen miedo de la loca que pisa las flores que representan la paz. Tienen miedo de la loca que sale al mundo detrás de las rejas. Tienen miedo de alguién que también lo tiene.
Los ignoro y sigo caminando por las flores, pisandolas con demasiada fuerza, llego a la casa que nos está asignada a mi y a mi madre, abro la puerta para encontrarme con ella y una nota entre sus manos.
— Adivino— digo con un tono cargado de sarcasmo y aburrimiento — Tengo que ir a recoger las provisiones del mes — ella asiente y yo me siento frente a ella — paso — digo levantando un cubierto que según mi madre “es un cuchillo para la mantequilla”. ¿Que es la mantequilla?
—Por favor, Sigrid, tenemos esta conversación cada final de mes, me canso de esto. — dice señalandonos— solo ve a por la caja del mes y… — unos golpes en la puerta la interrumpen. Creo saber quien es.
— ¡ Oh! — finjo sorpresa, llevándome el dorso de la mano a la frente de forma teatral —¿Quién podrá ser? — me llevo la mano al pecho.
— ¿Qué has hecho? —Pregunta levantándose, los golpes en la puerta empiezan a ser más fuertes.
— Tal vez no sea por mi — digo levantando los brazos, mi madre me lanza una mirada de desprecio y abre la puerta. Frente a ella aparece la cara de Humberto — o tal vez si — sonrío falsamente — ¡Mi guardia favorito! — levanto la mano a modo de saludo — ¡Hola Humbertito!
Editado: 15.08.2019