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Capítulo 10: Tenemos que irnos

— Sigrid — alguien susurra mi nombre, pero yo levanto una mano y la pongo en la cara de quien habla.

— Ahora no — digo y entierro mi cabeza en el frío suelo  — frío — susurro y la mano de alguien toma la mía — ahora no, dije — repito pero es tarde, ya no puedo seguir durmiendo — ¿QUÉ? — Pregunto sentándome sin abrir los ojos.

— Despierta — escucho la voz de Dan y abro los ojos. Está de pie frente a mi,  a mi lado dormidos están Daila y Lois. Dan tiene un brazo cruzando su abdomen y el otro apoyado sobre el brazo, de tal forma que hace que su mano descanse en su boca.

— Pensé que eras un mal sueño — le digo y él sonríe, se hacen líneas alrededor de su sonrisa haciendo que mi comentario  parezca un mal chiste.

— Si vas a hablar como chica mala, primero sacate la baba — mueve su mano a un lado de su boca y finge limpiar — no te puedo tomar en serio si tienes hojas pegadas en la cara y palitos en el pelo — me paso la mano por la cara y él sonríe, miro su camisa negra y veo que está un poco mojada. Recuerdo a Toev en llamas. Mi madre en llamas.

Me levanto rápidamente y luego recuerdo el rifle, miro hacia abajo y aún lo llevo puesto, toco mi pantalón corto, encuentro mi cuchillo y mi arma.

— Daila, Lois, despierten — les digo mientras los muevo con un pie — arriba, tengo que ir a Toev y no los voy a dejar con este extraño — digo mientras los sigo moviendo.

— Oh, ¿enserio? Ayer llorabas muy bien en mi pecho — tomo el rifle y lo apunto. 

— No dudaré en matarte la próxima vez — le digo y levanta los brazos, Daila abre los ojos y parece recordar lo de la noche anterior, le pega a Lois en la frente y él se sienta rápidamente. — vamos — les digo y me encaminó a la reja,  la salto y empiezo a caminar hacia mi casa. Entro y lo primero que veo es a mi madre tendida en el piso, con una herida de bala en la frente — ¡mamá! — susurro y corro a su lado, tomo su mano pero su cuerpo está frío, lágrimas caen por mi rostro y empiezo a gritar, golpeó su pecho con mis puños y la llamo, pero no obtengo ninguna reacción por su parte — mamá, no me dejes — susurro y pongo la cabeza en su pecho — yo sé que no fui buena hija, tu tampoco fuiste buena madre, pero creías tener un motivo. No fue mi culpa lo que te sucedió, eso no era excusa para odiarme, yo necesitaba una madre — vuelvo a golpear su pecho — cuando estuviste dispuesta a volver no quise y ahora cuando te quiero conmigo,  es muy tarde.— empiezo a llorar más fuerte, una rabia sin sentido hacia ella empieza a acumularse en mi y decido sacarla — Eres injusta, no sabes defenderte, tuviste tu oportunidad de hacerlo y esta vez no te han salvado. ¡¡ERES INJUSTA!! — comienzo a golpear su pecho otra vez y a gritar, unas manos me toman los brazos y me paran, es Lois.

— Sigrid, Calmate — lo miro a la cara, él también tiene lágrimas en sus ojos — yo también perdí a mi madre. — Suelto mis manos de las suyas, limpio mis lágrimas y me fijo en las de él, y quisiera decirle algo, pero no encuentro las palabras adecuadas — Dan dice que tenemos que irnos, coje lo que necesites — me abraza y yo me quedo en sus brazos — entiendo por lo que estás pasando,  no es justo perder a alguien tan joven — dice y yo niego. 

Yo no la quería, ahora la quiero. 

La puerta se abre y entran Daila y Dan.

— Oh, que tiernos — dice Dan — nos mira y mira a el cuerpo de mi madre — o tal vez no. Nos vamos — dice y me separó de Lois.

— Yo no voy a ninguna parte contigo — le digo y él pone los ojos en blanco. 

— ¿Crees que yo quiero ir por ahí cuidando de dos adolescentes y una niña?  — me mira —¡PUES NO! — grita y levanta los brazos — yo quiero estar en una isla desierta con comida, y sin tener que ver personas vivas — nos señala — o ¡¡MUERTAS!! — señala el cadáver de mi mi madre — ¡estoy haciendo esto por una maldita promesa, así que vas a tomar lo que necesites, al igual que estos dos mocosos y vamos a caminar hasta el próximo campamento y allí te quedarás junto con tu amigos! — grita y sale de la casa, cerrando muy fuerte la puerta.

— Recojan ropa y lo que necesiten — les digo a los chicos que me miran. Subo a mi habitación, encuentro la caja y guardo los cuadernos en mi mochila y la foto, saco tres camisas más y dos pantalones cortos. Tomo otra mochila, guardo las cosas necesarias para curar heridas, bajo al primer piso, empiezo a meter latas y frutas hasta que la mochila queda llena.

Salgo de la casa, Daila viene hacia mi con dos mochilas, junto a ella viene Lois cargado igual, de la casa de enfrente sale Dan con dos mochilas más.

—Vámonos — dice y camina en dirección la reja, Lois lo sigue y Daila se pone a mi lado. 

— ¿Encontraste a tu madre?—  le pregunto y ella niega.

— Vivía con mi papá,  al cual no le importaba lo que hiciera, no me afecta — dice y me sonríe, la abrazo y continuamos caminando. Para tener nueve años demuestra demasiada madures, consecuencias de verse obligado a crecer rapido.


 



— Me gusta el verde — escucho decir a Dan y pongo los ojos en blanco, Daila va a su lado hablando con él.

— Me gusta el azul, como el del cielo — dice Daila y Dan le sonríe.

—¡SON EXASPERANTES! — les grito y Dan ríe — NO ME CAES BIEN, DAN — le grito y él levanta un pulgar.

— TU TAMPOCO ERES DE MI AGRADO — grita él, me detengo en seco, llamo a Daila, ella me mira,le hago un movimiento con la cabeza y ella corre a mi lado derecho y en mi lado izquierdo se mantiene Lois.

— Dime, Dan — lo miro y cruzó los brazos — ¿a donde vamos? — le pregunto — porque tal vez nos lleves a una trampa y solo sabes cosas de mi y de Cole porque las escuchaste de los guardias — él niega con la cabeza — no lo sé, tal vez quieras matarnos y nosotros te seguimos sin saberlo — Daila me mira y toma mi brazo.

— Nos dirigimos a un lugar donde guarde unas armas y un mapa — mira al suelo y levanto un palito pintado de verde — ya llegamos — sonríe de la manera que lo ha hecho últimamente. Lo extraño es que esa sonrisa no es de alegría o porque algo le cause gracia, es una sonrisa cargada de ironía — ahora que ya tengo esto, nos vamos a dirigir a Solsona, hace mucho escuche que tenían un campamento allí y ¿Quieres saber qué haré?  — lo miro y levanto la cabeza — ¡LOS DEJARÉ ALLÍ Y ME LARGARÉ! — levanta las manos y sonríe igual que antes — ahora, tenemos que cavar justo aquí — pone su pie en la tierra y mueve la cabeza.



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En el texto hay: zombi, secretos, peligros

Editado: 15.08.2019

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