Pasan varios días, en los cuales, el miedo crece exponencialmente, sin detenerse. Hemos entrado en estado de alerta. Varios pueblos vecinos han terminado con cuerpos masacrados al igual que la mayoría del mundo, querían vengarse, y por supuesto que yo haría lo mismo si no fuera yo sola contra una familia de asesinos que acaban hasta con la paloma que se posa en sus rosas por la mañana.
He armado cada rincón de la casa con cosas de defensa para cualquier caso, los cuchillos, insecticidas y jarrones de vidrios se encuentran al lado de la puerto principal, la de mi cuarto y al lado de las escaleras al sótano, hice miles de repasos mentales para asegurarme de que todo esté en su lugar. Si un desgraciado entra, lo mato. Si un desgraciado me toca, lo mato. Si uno de esos desgraciados trata de acercarse a mi, lo mato y hago que se retuerza.
Y es poco lo que merecen.
Hace días descubrí que Joahn es quien escribe las notas. Es una ventaja, sólo escribe y ya. El peligroso es John, que no tiene piedad con nada ni nadie, y Jahn es su cómplice, tiene cara de niño bueno y no da miedo a simple vista.
Es tarde, el insomnio es mi acompañante esta madrugada y en el televisor pasan mi serie favorita de todos los tiempos, pero se me hace imposible no ver el reloj colgado en la pared, se lleva completamente mi atención. Marca las 3:33 am. Vaya hora.
Por más que lo intento, no puedo dormir. Y la sombra que se mueve afuera no ayuda mucho.
Me asomo por la ventana, a través de las cortinas y observo al hermanito menor parado frente a su casa, baja por las pequeñas escaleras que tiene su porche y se adentra al bosque con una mochila en su espalda.
¿Qué hará a esta hora en el bosque?
Cómo soy una desquiciada que quiere descubrirlos a como de lugar, armo mi plan en cuestión de segundos.
El firmó su sentencia de muerte cuando me selló la boca con aquella cinta cuando me tiraron al lago.
Me visto con un suéter, recojo mi cabello en una coleta, agarro un pequeño bolso y tomo un pedazo del pay envenenado que lleva en la nevera como dos semanas.
Sin tomar mi teléfono ni detenerme a pensar en lo que haré esta noche, salgo de mi casa y corro hacia el bosque, tratando de hallar su sombra moviéndose, y lo veo a varios metros con las manos dentro de sus bolsillo y pateando lo que se encuentre en el suelo.
Preparo la mano en mi bolso mientras me acerco cada vez más a él. No parece percatarse de mi presencia. Y es justo lo que necesito.
Se detiene unos segundos, mirando al frente, y hago lo mismo detrás de un arbol cuando escucho que sus pasos acaban. Pero al poco tiempo, vuelve a caminar y me asomo un poco para confirmar que está lejos.
Vuelvo al camino y veo su sombra girar a la derecha, a la salida de la avenida principal para llegar al centro. ¿Qué mierda va a hacer?
Algunos carros pasan por la calle, el sonido me aturde, pero no pierdo de vista a Jahn, quien, luego de unos minutos, entra a la oficina de correo al mismo tiempo que saca una caja de su mochila.
Cierto los ojos, levantando la cabeza al cielo. Lo voy a matar.
¿Por qué no lo pensé antes?
Jahn envía los paquetes, es un trabajo sencillo para el menor de los tres.
Joahn... Bueno, el se veía igual de psicópata.
Pero John, si hubiera empezado por el, ya los hubiera descubierto. Es el mayor, el que trató de matarme en el mirador, ¿Quien más asesinaria a animales y los enviaría como un tétrico regalo? Ese idiota, claro que sí.
Así que eso sólo dejaría a Joahn como el escritor.
Pero sí John es quien asesina a lo loco... ¿Por qué me llaman veintitrés y dicen que Joahn debe acabar conmigo?
Necesito una buena explicación.
Espero algunos minutos detrás de un arbusto, sale luego de un tiempo y se regresa por donde vino.
Corro detrás con sed de venganza, que se pudra.
Lo alcanzo, lo jalo de la camisa mientras que saco una mano de mi bolso llenándome del pay del diablo y se lo paso por la boca.
Trata de morderme, lo consigue, forcejeo con el pero logro que se lo coma y lo suelto.
Voltea a verme, molesto y doy varios pasos hacia atrás. El camina para alcanzarme pero se queda a la mitad sin llegar a mi porque se agarra el estómago y se tira al suelo.
Bien, si tenía veneno. Gracias, señora.
Me arrodillo y le jalo el cabello para que me vea —No vas a ganarnos —susurra.
Sonrío —Creo que ya lo hice. Espero que se vean en el infierno, cariño.
Lo suelto y empieza a retorcerse en el suelo. Esa es mi oportunidad de irme.
Voy a la casa y me encierro sin poder creer lo que hice. Debe de estar muerto, pero como son, de seguro hasta son inmunes.
1 menos, quedan 4.
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Editado: 04.12.2021