5) Remember

Capítulo 22: La venganza divina

El sol de la costa argentina, que había sido testigo del renacimiento de Luke en el olvido, ahora bañaba el vasto e hirviente Infierno, donde el Príncipe de la Oscuridad, Lucifer, había regresado. La furia aún burbujeaba en su esencia, la amargura por el plan frustrado, la humillación de haber sido herido por su propio hijo, la rabia por la liberación de Rubby de su control. Se había retirado a los niveles más profundos de su dominio, planeando su próxima jugada, su venganza contra la Creación y contra aquellos que lo habían frustrado.

Pero el equilibrio, la gran obsesión del Creador, aún no estaba completo.

La historia de Rubby, en su primera encarnación, había sido borrada de la memoria de sus padres, Tamara y Cass, y de la de Luke, el último testigo. La evidencia en el mundo de los Winchester había sido destruida. Solo quedaba un cabo suelto, una mente que aún conservaba todos los detalles de la tragedia, todas las intrigas, todos los fracasos: la mente de Lucifer.

En la ardiente inmensidad del Infierno, la presencia inmensa e inconfundible de Dios se manifestó.

No como una luz, sino como una supresión del calor, una disonancia en la sinfonía de tormento que era el dominio de Lucifer.

El diablo, sintiendo la invasión, se levantó de su trono de huesos y fuego, su furia ardiendo con más intensidad ante la intrusión.

—Padre —siseó Lucifer, su voz resonando con una burla helada—. ¿Vienes a regodearte en tu victoria? ¿A celebrar tu pequeño "equilibrio" restaurado?

La voz del Creador resonó en la mente de Lucifer, no como un sonido, sino como una verdad ineludible.

"Lucifer. El ciclo debe cerrarse. Las memorias de esta historia deben ser liberadas. Las cadenas del pasado deben romperse para que el futuro sea forjado sin su peso."

Lucifer rio, un sonido áspero que reverberó en las profundidades del Infierno.

—Ah, entiendo. Quieres que olvide mi derrota. Quieres que olvide cómo mi propio hijo me traicionó. Quieres que olvide… a Rubby.

"La historia de Rubby, en su primera existencia, debe ser purificada", la voz de Dios era implacable. "Su alma ha sido liberada para un nuevo comienzo. Su pasado no debe manchar su futuro. Y tu conocimiento de esa historia, de tus manipulaciones, de tus planes con ella, debe ser borrado."

Lucifer se irguió, su orgullo herido visible en cada fibra de su ser.

—Puedes intentar borrar lo que quieras, Padre. Puedes intentar purificar el universo de mis "errores". Pero hay algo que no podrás quitarme. Algo que no podrás hacerme olvidar.

La voz de Dios se mantuvo serena.

"¿Y qué es eso, Lucifer? Nada está más allá de mi alcance."

—Mi hijo —dijo Lucifer, y por un instante, un matiz de emoción, una sombra de algo parecido al dolor o a la paternidad, cruzó su rostro—. ¡No podrás hacerme olvidar a Luke! ¡No podrás borrar de mi mente al único ser que lleva mi sangre, al único que tiene una conexión con este Príncipe de la Oscuridad! Él me hirió, sí. Él me traicionó. Pero sigue siendo mío. Mi hijo. Y esa memoria… no la podrás arrancar de mí. Ni siquiera tú.

La afirmación de Lucifer resonó en el Infierno.

Una audacia, una jactancia nacida de un apego que, incluso para un ser tan retorcido, era real.

Se aferraba a la memoria de Luke, a la conexión con su hijo, como una prueba de su propia existencia, de su propia influencia en la Creación.

Un silencio se extendió por el Infierno, una quietud antinatural que solo la presencia de Dios podía imponer. Luego, la voz del Creador resonó de nuevo, y esta vez, había un matiz de frialdad, una severidad que no había mostrado antes. No era ira, sino una lógica implacable, una decisión final que no admitía objeciones.

"¿Acaso crees, Lucifer," la voz de Dios era como el filo de una espada, "que puedes dictar los términos de mi voluntad? ¿Crees que puedes desafiar la necesidad del equilibrio? La memoria de Rubby ha sido borrada de todos los que la amaron, de aquellos que se sacrificaron. Y tú, que fuiste el arquitecto de su sufrimiento en esa historia, te aferras a la memoria de tu hijo, tu único vínculo con ella, como un arma, como un desafío."

Un escalofrío, algo que ni siquiera el fuego infernal podía apagar, recorrió la esencia de Lucifer. Sintió la intención del Creador, una fuerza que no era solo poder, sino una voluntad inquebrantable.

"Si tu apego a Luke, a esa conexión filial, es el último eslabón que te une a esta historia," la voz de Dios resonó con una frialdad calculada, "si esa memoria es la que te permite creer que aún tienes un as bajo la manga, un medio para reabrir viejas heridas… entonces esa memoria también será purificada."

Los ojos de Lucifer, que habían ardido con orgullo y desafío, se abrieron de par en par.

La comprensión de lo que Dios iba a hacer lo golpeó con una fuerza abrumadora.

No era solo la historia de Rubby. Era la memoria de su hijo. La venganza de Dios no era emocional, sino lógica, precisa.

Si el apego de Lucifer a Luke era la última traba en el equilibrio, entonces sería erradicada.

"Para cada vida que has tocado en esta tragedia, para cada sacrificio que se ha hecho, habrá una purificación total", la voz de Dios era una sentencia. "Mi Creación sanará. Y la memoria de esta historia no será una herramienta en tus manos, Lucifer. Ni siquiera tu apego a tu propia sangre."

Lucifer rugió, un grito de pura impotencia y rabia que hizo temblar los mismos cimientos del Infierno. Intentó resistir, de erigir barreras mentales, de proteger ese último bastión de su orgullo, la memoria de su hijo. Pero la voluntad de Dios era absoluta.

Una oleada de energía, fría y penetrante, se extendió por la mente de Lucifer. Las imágenes de Luke, desde su nacimiento hasta su traición en Buenos Aires, comenzaron a desvanecerse. No fue un borrado instantáneo, sino un proceso doloroso, una disolución de la conexión. Los recuerdos de su voz, de su presencia, de sus batallas, de la herida que le había infligido, todo se desprendía. El lazo filial, el que Lucifer había creído inquebrantable, se disolvió en el vacío.




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