Arami.
Me encontraba fastidiosa y avergonzada en iguales proporciones y lo estaba demostrando sin importar que todos estuvieran mirándome. Es que había comenzado mis vacaciones de la peor manera posible. Lo que debía de ser unos días tranquilos y pacíficos había sido todo lo contrario desde el principio ¿Qué me deparaba los otros días? No lo quería ni imaginar.
Al final, tras disculparnos mutuamente por las bromas y los golpes, tuve que tragarme el orgullo y permitir que el insolente chico me ayudara con mi problema. Otra opción no tenía, mis amigas se fijaron en el mapa y el próximo lugar donde podrían reparar las gomas pinchadas estaba a más de 2 kilómetros de distancia y ya estaba oscureciendo.
Lo único bueno que pude rescatar de todo esto es que el chico encontró otra manera de disculparse ofreciéndose a cambiar él mismo las ruedas. Aunque yo era muy capaz de hacerlo, por supuesto dije que sí.
Por suerte la ruedan que tenían ellos de repuesto coincidía perfectamente con mi auto lo que nos ayudaría a llegar a la gomería más cercana para reparar las dos pinchadas. Lo que entre conversaciones descubrimos fue lo sorprendente.
Resulta ser que estos amigos tenían el mismo destino que nosotras, vacacionaríamos en el mismo lugar. Increíble lo gracioso que podía ser la vida, si no hubiera sido por la insistencia de mis amigas quizás no hubiera aceptado la ayuda de estos chicos y hubiera esperado a que amaneciera para poder solucionar mi problema yo misma. Pero ambas insistieron en ello y aquí nos encontrábamos conversando como si nada y enterándonos de lo hábil que podía ser el destino cuando lo quería.
Por supuesto mis dos amigas estaban encandiladas con ellos, no paraban de insistirme en que eran muy lindos, yo lo único que podía darme cuenta era que, todos ellos eran hijo de papi. Chicos mimados que estaban acostumbrados a obtener lo que deseaban. De todas formas, ya no había chances con ellas, ya estaban babeando por ellos.
Cuando las ruedas fueron reemplazadas y conocer nuestros destinos, decidimos que no pararíamos con el gomero ya que quizás al ser muy tarde o ya estaría cerrando o nos diría que volviéramos al día siguiente. Entonces nos dirigimos directamente a la pequeña ciudad costera, ya no faltaba muchos kilómetros, pero esta vez los chicos nos irían controlando de cerca.
Nosotras íbamos enfrente y los chicos detrás, en caso de que surja algo nuevamente. Al cruzar el cartel que indicaba que ya estábamos en San Clemente del Tuyu, nos detuvimos para charlar. Pero ¡Vaya sorpresa! Quizás enserio estábamos destinado a encontrarnos de alguna y otra manera, ya que ambos grupos de amigos nos dirigíamos hacía el mismo complejo de cabañas.
Mi frustración en ese momento fue en aumento, es que no lo podía creer. No había forma de sacarme de encima a estos idiotas, primero en la ruta y su broma absurda, luego el susto de mi vida y el que haya tenido que escuchar me dijera bruja dos veces y lo peor, que me haya tenido que disculpar por el golpe que lo tenía más que merecido. Sin embargo, mis amigas que estaban más que emocionadas porque ya habíamos conocidos chicos guapos tuvieron que amenazarme para que supiera controlar mi temperamento y no hiciera nada estúpido y aceptara de una vez que mis vacaciones se llevaría a cabo con estos idiotas ricos.
Incluso barajaron la idea más absurda que escuché, emparejarme con el idiota de Alejo, el estúpido hijo de papá. Ya que tuvimos un comienzo bastante intenso quizás fuera una señal de que debíamos de estar juntos. ¡Ya lo dije, absurdo! Eran unas tontas, si ellas querían vivir una aventura amorosa de verano, bien. Pero yo vine a pasarla bien con mis amigas y disfrutar de mis últimos días antes de la universidad. El año entrante sería muy complicado para mí.
– ¡Wow! Finalmente llegamos, ya no siento el trasero lo tengo cuadrado.
– Que exagerada, tú por lo menos dormiste yo fui la que venía manejando con el culo contraído por temor a que vuelva a reventarse otra rueda. Tengo atrofiado todo el cuerpo.
– Tienes razón – concuerda Constanza.
Aún nos encontrábamos recostadas en el asiento descansando luego del muy tedioso y cansador viaje, estábamos respirando tras todo el embrollo, pero cuando la camioneta se estacionó a un costado nuestro la burbuja de paz explotó ya que Anabelle salió disparada para encontrarse con los chicos.
– ¡Vamos chicas! Veamos donde está nuestra cabaña y en qué lugar les tocó a los chicos – La miro a Any y no puedo creer su euforia – ¿Qué? No me veas así.
“Dementes” Fue lo único que se ocurrió mientras tomaba mi cartera y salía del auto.
– Bien, porque soy una buena amiga les concedo que vayan y hagan lo que quieran. Disfruten. Yo me ocuparé de todo, iré por las llaves y llevaré las cosas a la cabaña. Ustedes chicas están descansadas, yo estoy muerta.
– Eres la mejor amiga del mundo – me dice Any que estaba con una gran sonrisa en su rostro. Se acercó a mí y me plantó un beso en la mejilla para luego salir corriendo a alcanzar a los chicos.
– Cualquier cosa estaremos en el teléfono, descansa que lo tienes merecido. Mañana nos divertiremos las tres.
– Por supuesto Cony.
Y así mis amigas se marcharon con sus nuevos amigos, sin aguardar a ver para qué lado irían o quiénes. Rápidamente me dirigí hacia la recepción en busca de las benditas llaves. Estaba muy cansada, exhausta física y mentalmente, necesitaba un baño y un momento para relajar todos mis nervios.
Tan concentrada como estaba planeando mis siguientes horas de relajación, que jamás me percaté de que alguien más caminaba a mi lado y cuando lo hice ya era tarde. Alejo estaba a mi derecha con su rostro bonito y su sonrisa socarrona pensando en lo que diría mientras seguía observándome muy detenidamente, sin importarle el hecho de que estuviera al tanto de que me estudiaba con esos ojos devoradores. Sin duda el chico tenía la suficiente autoestima para no inmutarse fácilmente.
– Así que... tus amigas te dejaron sola también.
– Eso parece, ¿Por qué dices también? Acaso te olvidaron, creí que irías a divertirte con el resto.
– La única idea de diversión para mí en este preciso momento, es un baño caliente y relajante para luego recostarme. Vine conduciendo todo el viaje, eso sin mencionar que de camino aquí me encontré con una chica muy bella, pero muy... ágil – dice esto último con una sonrisa pícara, había creído por un momento que me diría loca otra vez – Por lo que ahora me encuentro desecho como si me hubieran tirado al suelo varias veces.
No puedo evitar reír con su comentario irónico, pero es verdad era más que seguro que necesitaba de esa ducha para distensionar todos sus músculos.
– Vaya, ya veo.
– Además, tendré la cabaña solo para mí. Nada mejor que eso. Uno de mis amigos apenas puso los pies en el suelo fue tras una mujer que dijo, podría ser la madre de sus hijos. Mientras que los otros dos salieron con tus amigas. Así que, libertad por una noche para descansar.
Río aún más fuerte ¿Quién lo diría? Era todo un señor anciano y ermitaño. Pero mi risa desparece al notar su mirada fija y dilatada en mí.
– ¿Qué sucede?
– Cuando sonríes eres aún más hermosa.
– ¿Qué... ¿Qué quieres decir? – tartamudeo sorprendida por su confesión.
– Que prefiero tu lado sonriente y no ese lado rezongón – enarqué las cejas ante sus palabras y su excesiva confianza, aunque agradezco que esta vez no me haya tratado como una loca – Pero más aun porque me gusta cómo se iluminan tus ojos verdes.
Que contestar a eso. Lo miré una última vez y retomé mi camino ya que verdaderamente me había dejado sin palabras. Aunque me haya dicho que era una rezongona, lo cual era verdad, aquello último no lo había esperado y me tomó por sorpresa y desprevenida.
– Ok, déjame hablando solo. – dice retomando sus pasos colocándose a mi lado otra vez – Vayamos por esas llaves.
Era dulce, pero a la vez un idiota. Aunque algo que había dicho seguía rondando mi mente, Si él venía conduciendo todo el camino, entonces fue él quien me venía molestando en la ruta y me hizo rabiar como nunca. Y, aunque yo no lo podía ver porque tenía los vidrios tintados, él a mí sí. Mis vidrios estaban sin polarizar, entonces ¿Por qué me molestaba? Ni me conocía, a no ser que lo haya hecho para llamar mi atención.
“Basta Arami” me reproché mentalmente. Aunque bien podría ser una posibilidad no debía de ilusionarme tan rápido, podría estar errada. Debía de mantener mi espacio y ver todo el panorama, no iba negar era atractivo, pero no me dejaría engatusar tan fácilmente. Siempre me había gustado el hacerme de rogar.
Mientras caminaba frente a mí me permití observarlo un poco y ¡Madre Santa! Es condenadamente guapo. Es dueño de un cuerpo tonificado, cero grasas y 100% músculo que, por lo menos hasta ahora, no me había percatado. ¡Dios! Y yo derribe a semejante hombre. Estaba contenta conmigo misma.
Estaba tan concentrada viendo como su camisa se adhería a cada centímetro de sus brazos fuertes y esa espalda tan ancha, sus piernas bien definidas adornadas por ese short de jean, que su vez marcaban un muy terso trasero. ¡Wow! Es un monumento de hombre digno de admirar. Por supuesto, estas cosas solo las admitiría para mí misma, jamás frente a alguien más.
Aunque debo decir que tenía una sonrisa dulce y encantadora del tipo, yo consigo siempre lo que quiero, pero lo que más llamaba mi atención eran esos bellos ojos marrones casi negros que contrastaba con su piel blanca y su increíble pelo rubio.
– ¡Hola! ¡Arami! – Cuando escuché su voz volví a la realidad y sentí como mi rostro se tiñó de un tono rojo.
– Si perdón me perdí en mis pensamientos. – No sabía que decir probablemente me molestará porque me pescó observándolo.
– Te preguntaba que a nombre de quien estaba hecha la reservación.
– Ah si… Anabelle Canepa. – Agradecí internamente que no dijera nada al respecto, porque se había dado cuenta que lo estaba examinando de pies a cabeza. Aunque también supo darse cuenta de lo avergonzada que me encontraba al ser atrapada, ya que mi rubor que rosaba el rojo tomate, me delataba.
Alejo se dispuso a pedir nuestras llaves en la recepción y mientras lo escuchaba hablar veía como la chica del otro lado babeaba por él. Lo miraba con cierta devoción y con unas ganas de comerlo con los ojos, podía darme cuenta que evitaba abalanzarse sobre él y aparentar ser lo más profesional posible ¡Dios! No comprendía como las mujeres podían ser tan desesperadas. Cuando las obtuvo nos retiramos un poco y entonces me dio las llaves de mi cabaña.
– Ten – me dice, me entregó tres llaves con unos llaveros graciosos de frutas – Arreglé que nos den cabañas una al costado de la otra porque lo más seguro es que nuestros amigos quieran estar juntos el mayor tiempo posible.
Largué una carcajada porque ya imaginaba el rostro de las chicas cuando se enterasen que nuestras cabañas estarían juntas. Sabía que estarían emocionadas y eufóricas por la noticia.
– Me gusta eso – dice apuntando a mi rostro. Lo miro levantando mis cejas, sorprendida, ¿Qué tendría en mi rostro? – Cuando ríes – me dice contestando a mi pregunta no formulada – Lamento enserio lo de hoy, la broma en la ruta y por el susto y… ya sabes.
– ¿El que me hayas dicho loca? – le digo sonriendo una vez más ¿Qué ocurría conmigo? ¿Por qué sonreía tanto?
– Bueno… en su momento lo merecías. – nuevamente mi ceño fruncido entro en acción y veo que lleva ambas manos hacia arriba – Tranquila no quiero otro golpe. A lo que voy es que hace unas horas estabas estresada y ahora puedo verte más relajada y eso me gusta.
– Gracias supongo – contesto bajito.
Realmente me había sorprendido nuevamente, me había pedido disculpas e incluso había mencionado varias veces que le gustaba mi sonrisa ¿Eso es bueno? Mi escasa experiencia con chicos hacía que no supiera identificar estas cosas y me haga sentir confundida, además de algo molesta conmigo misma.
¿Por qué estaba pensando en eso ahora? Jamás me había importado el amor y tener experiencias para saber reaccionar frente a estas situaciones, siempre fui de pasar tiempo con mi familia, amigos y dedicarme a mis hobbies y con más razón dedicarme a mis estudios. Jamás había pensado en el amor o tan siquiera en que me gustara alguien o la posibilidad de gustarle yo a otra persona.
No entendía porque ahora eso era distinto con Alejo. Tampoco es que sea un bicho raro en la sociedad, no es que tenga un ego por los cielos ni tampoco por el piso, sabía que mis mejores atributos eran mis ojos verdes, pero Alejo era… no sé no entendía como podía tan siquiera fijarse en algo tan insignificante como mi sonrisa. No era la cosa más especial y rara del mundo. Quizás todo esto era solo producto de mi imaginación y el cansancio, el hombre solo estaba siendo amable conmigo después de nuestra tarde tan interesante.
Cada quien condujo su auto hasta las cabañas, cuando llegamos quedé sorprendida. Al parecer gracias a su cara bonita obtuvimos cabañas geniales con una vista envidiable.
– Gracias a tu cara de bebé obtuvimos las mejores cabañas con vistas increíbles. Admito que debo agradecerte.
Teníamos el mar enfrente a unos pocos metros, se podía sentir el olor a ella que era más que increíble. Me imaginaba cuando me acostara en las noches dormiría con el sonido de las olas, se sentía la paz fluir en cada rincón de este lugar y sentía que todas las emociones en mi se renovaban. Necesitaba esto, lo necesitaba urgente. Por fin me encontraba aquí sabía que terminaba una etapa importante en mi vida y que ahora vendría otra mucho más dura que definiría mi futuro, por lo que encontrarme aquí en el limbo de todo lo que fue y lo que vendrá hacía que mi mente descansara un poco de toda la locura que me rodeaba habitualmente.
– Me alegro saber que lo disfrutarás.
– Amo la playa, amo el verano y más este momento. Necesitaba alejar toda mi vida de mi mente un rato. – Contesto y cuando me giro para verlo veo que sus ojos estaban clavados en mí. – Además permite que pueda inspirarme. Cosa que con el bullicio de la ciudad es muy difícil.
– ¿Inspirarte? – pregunta, confundido. Sus ojos curiosos buscando una respuesta.
– Podría decir que soy artista, me gusta dibujar, aunque también escribo, pero es más como un hobbie que otra cosa. Lo mío realmente son los dibujos y pintar.
– Creí que eras una boxeadora o algo.
– Eso se lo debo a mi padre que siempre quiso que supiera defenderme ya que dice siempre que en la sociedad que estamos las cosas se han puesto más difíciles para las mujeres. Aunque mi verdadera pasión es pintar.
– Me sorprendes cielo. - ¿Cielo? ¿De dónde venía ese apodo? Consternada por su tierna forma de referirse a mí, me sorprende aún más cuando da unos pasos más cerca de mí - Qué dices si descansas un poco y luego aceptas a dar un paseo por la playa mañana temprano. Puedo invitarte a desayunar ¿Aceptas?
Cuando lo vi a los ojos me pude dar cuenta que no podría negarme, me miraban con una fuerza abrumadora que me consumía en ese mismo lugar y supe que tenía que decir que sí.
– Por supuesto, acepto solo si te comportas y no me dices loca.
– No lo diré cielo, lo prometo. Además, tengo la sospecha de que él loco voy a ser yo.
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Editado: 18.02.2022