Arami.
Nunca pensé que una cita con el chico más frustrante de la vida sería genial. Estuvimos toda la mañana dando vueltas por la playa y cada que podía me hacía reír. Lo peor es que reía como una boba adolescente de 15 años.
Era interesante lo persistente que podría ser a pesar de que fui una perra al principio. Él se mantuvo ahí, hasta incluso pudo ver mis dibujos algo que jamás nadie ha hecho porque lo siento muy íntimo. Era increíble lo rápido que parecía meterse en mi piel y eso me asustaba, no estaba lista para lo que podría significar.
Había planeado mi vida después de la secundaria desde… ya ni lo recuerdo, añoraba este momento desde creo los 13 años. Luego de mis vacaciones ya tenía un lugar para vivir, para trabajar y para estudiar lejos de todo lo que conocía, ese había sido mi sueño siempre. No sé si podría permitir que alguien invada mis planes, aún no estoy lista a pesar de que esto que siento en mis 18 años jamás lo sentí.
Pero como negarlo, sentirlo era simplemente hermoso y extraño. No deseaba que la primera vez que me encontraba atraída por un hombre este se convierta en una simple historia de verano, sabía cómo funcionaba esto. Duraría los días que estuviéramos juntos y acabaría cuando cada quien volvía a su vida, sonaba por completo ridículo para mí. No quería arriesgarme a vivir esto para luego romperme a mí misma mi corazón. ¿Cómo haría esto?
Alejarlo, podría ser una opción.
– Hey, ¿Estás bien? Estas ida. – escuchar su voz me había regresado a la realidad. Lo miré y ver esos negros y profundos ojos provocaban dentro de mí una sensación increíble.
– Perdón, nada más pensaba.
– ¡Chicos! Vengan a comer – Cony nos llamaba desde la cabaña.
Pero conociendo al chico no lo dejará pasar, pero para entonces tendré una buena respuesta esperando.
Esta mañana luego de que volviéramos de nuestro desayuno y nuestro paseo por la playa decidí pasar tiempo con mis amigas ya que las vi despiertas y en nuestra cabaña. Alejo también aprovecho el tiempo para despertar a sus amigos y obligarlos a acompañarlo a comprar las cosas requeridas para el mediodía ya que aun mantenía la idea de almorzar todos juntos.
Las chicas habían reaccionado como lo imaginé, se encontraban extasiadas por la sorpresa ya que fue algo inesperado sin lugar a dudas, y según ellas así comenzaba una fabulosa historia de amor. Algo molesta por la referencia preferí ignorarlas a pesar de la avalancha de preguntas que tuve que soportar. Pero algo que dijeron si quedó grabado en mi cabeza a pesar de que no lo veía del todo correcto, pero habían dicho que la frase “Del amor al odio existe una fina línea” era aplicable para nuestro caso, aunque yo sabía que no fue odio lo que sentí cuando lo conocí más bien frustración y cansancio además por supuesto de otros factores.
Lo único que pude decirles a mis amigas para tranquilizarlas con las tantas preguntas fue que el chico realmente es un pesado y que gracias a eso logró acercarse a mí y pasar tiempo juntos. Les confesé que a pesar de mi primera impresión tal parece que Alejo era alguien simpático y buen amigo obviamente me guardé esos sentimientos que comenzaba a sentir ya que eran cosas muy prematuras para contarlas además de emociones muy mías que las expresaría luego con mis dibujos estando sola disfrutando de una buena vista y un delicioso café.
Compartir ese almuerzo fue increíble, sus amigos eran increíbles podía entender porque Anabelle y Constanza estaban muy emocionadas de pasar tiempo con ellos. Eran buenos chicos, con grandes planes a futuro, pero que al igual que nosotras estaban disfrutando de un momento para ellos mismos, relajarse y olvidar la rutina.
Eran como hermanos y eso lo podía entender muy bien, nosotras tres nos amábamos de la misma manera. No podíamos ser una sin la otra, a pesar de nuestras personalidades tan diferentes nos aceptábamos y nos queríamos tanto. Era gratificante ver que existen más personas que comprenden la importancia de los amigos.
– No puedo creer que sean tan bueno asadores y ni siquiera son argentinos.
– Estaba pensando eso mismo – digo y me gano una risita que eriza mi piel, Alejo.
– Eres una pequeña mentirosa – me susurra al oído.
Estaba tan cerca, prácticamente me rodeaba con sus brazos, esto me ponía en estado de alerta porque, aunque reconfortante era nuevo para mí.
– ¿De qué hablas? ¿Cómo podrías saber en qué pensaba?
– Has estado muy pensativa desde que nos llamaron para comer, se te nota – me dice eso pellizcando la punta de mi nariz.
– No lo puedo creer, unas horas conmigo y ya me puedes leer como nadie.
– Es que presto mucha atención cuando se trata de ti, cielo.
Aquello logró sonrojarme por completo. Sentía mi rostro arder, no sabía dónde mirar.
– Ustedes dos, dejen de cuchichear a escondidas. – Any, maldita sea, la mataré.
Tal y como habíamos dicho antes, luego del exquisito asado nos retiramos ya que ambos estábamos exhaustos. Nuestros amigos también tenían planes por lo que nadie se molestó por nuestra partida. El asunto estuvo en que Alejo me acompañó hasta la cabaña y en la puerta de la misma ninguno tenía ganas de despedirse. Podía ver en s rostro lo que deseaba y a pesar de que mi subconsciente me decía a gritos que era una mala idea accedí a formular la pregunta que ambos queríamos escuchar.
– ¿Quieres quedarte? – pregunto tímidamente.
– ¿Quieres que me quede y te haga compañía? – responde con otra pregunta y eso logra que ruede los ojos provocando una risa de su parte.
Me toma desprevenida cuando su cuerpo se presiona con el mío aprisionándome contra la pared, sus labios casi rosando lo míos. Podía sentir su aliento bailar entre nosotros, acariciando silenciosamente mi rostro con su estela invisible. Sus ojos clavados en los míos, aún no me había tocado con sus manos, pero podía sentir un calor emerger de los dos, era intenso.
Mis manos sin tener poder sobre ellas fueron directos a posicionarse una en su pecho y otra detrás en su nuca. Pude ver como cerraba los ojos con cada caricia y ver cómo le afectaban, no era la única que estaba por incinerarse en una llama invisible.
– Sigue acariciando de esa forma y no sé si podré contenerme por mucho tiempo.
– ¿Quién ha dicho que debas contenerte?
¡Oh por Dios! ¿De dónde había salido eso?
¿Qué me estaba pasando? No podía reconocerme. Este hombre enserio tiene un poder sobre mí que era tan fuerte que me atraía como a un imán.
– No quiero arruinar las cosas antes de siquiera comenzar.
– No lo arruinarás, ¿Qué es lo que no puedes contener ahora mismo?
– Las ganas imperiosas de besarte – responde y sus ojos eran fuego, tan negros lleno de un calor que alcanzaba los míos.
– Solo hazlo. – digo y con una sonrisa pequeña siento el choque de sus carnosos labios sobre los míos devorándome sin dejar ningún solo rincón sin explorar.
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Editado: 18.02.2022