9 meses después...

Historia 8.

 

Capítulo 1.

 

La noche estaba cálida, así que me quedé en el patio de la casa donde había una gran fiesta, propuesta y hecha por mi mejor amigo.

Lo miré por un momento intentando no reírme por su intento de coqueteo hacia Erika, la hija del director de la universidad, todos sabíamos que esa familia estaba forrada en dinero, pero también sabíamos que no nos podíamos acercar a Erika y no porque lo tuviéramos prohibido o ella fuera una chica difícil, si no que era la persona más tímida que había conocido.

Sabía que ella nunca terminaría abriéndole las piernas a mi amigo, aunque él decía no rendirse, ridículo.

Corrí mi vista cuando regresaba.

— No entiendo por qué no me habla.

— Le das miedo.

— Que gracioso, Sam.

— Gracias, Rodri.

Le sonreí.

Rodri fue a buscar una cerveza, aproveché para sacar un cigarro, el encendedor y prenderlo, me sacaba la ansiedad.

Le di unas caladas cuando escuché una voz.

Bajé la cabeza para verla, ahí, frente mío, mirándome con sus ojos brillosos, y sacando la lengua para pasarla por sus deliciosos labios que tantas veces había probado.

— ¿Hoy vamos- 

No alcanzó a terminar, nos dimos vuelta al mismo tiempo para ver a mi amigo levantando la lata de cerveza que se le había caído.

— Eh… — tragó saliva, no podía despegar su vista de Erika — Entonces… si aceptaste mi propuesta.

Ella me miró, la sentí, pero yo no corrí mi vista hacia ella, mi amigo se veía realmente ilusionado por meterse entre sus piernas.

— No, yo… yo solo venía hablar con Sam.

Mi amigo me miró con una cara completa de confusión.

Mierda.

Se supone que era un secreto nuestra relación.

Por alguna extraña razón habíamos comenzado una relación, no una de solo follar, una con sentimientos, pero ella me rogaba no contarle a nadie.

No sabía por qué, pero la quería, así que respetaba su decisión.

— ¿Sam? — su voz salió ronca.

¿En serio tanto le importaba ella?

Le hice un movimiento de cabeza a Erika y nos corrimos juntos, quedamos frente a un árbol del costado de la casa, no había nadie y estaba medio oscuro.

Ella saltó a mi cuello y plantó su boca en la mía.

No dude en responderle y posar mis manos en su cintura, en sus caderas y llegar a su trasero para apretarlo.

Era el único que conocía su cuerpo, y eso me encantaba. Aunque tampoco me hubiera importado si no hubiera sido el primero, me enamoré de ella por cómo era.

— Estas preciosa.

— Gracias, tú también te ves muy guapo — ella mordió su labio, me encantaba, estaba jodido por ella.

La volví a besar pegándola al árbol, pasando mis dedos por las curvas de su cuerpo, sintiéndola completamente pegada a mí. Quería llevarla a casa.

— Espera — dijo separando su boca un poco de la mía.

Me quedé atento viéndola, se veía nerviosa, lo sabía, porque clavaba sus uñas en mi espalda.

— Tengo algo importante que decirte. No sé cómo… te lo tomarás.

— Está bien, solo dime.

Se quedó callada unos segundos hasta que lo soltó.

— Estoy embarazada.

Capítulo 2.

El doctor nos había dado las ecografías para que las llevaramos a casa, Erika no dejaba de sonreír al mirarlas, y yo conducía con cuidado de no maltratarla.

Iría a presentarme a sus padres, quería fumarme un cigarro para bajar los nervios, pero no podía con ella a mi lado.

— ¿Cómo le pondremos si es niño? Porque si es niña quiero que se llame Jessica, ¿sí?

— Sí — asentí — Tú ve el nombre que quieras, estoy seguro que escogeras el correcto.

Los autos me pasaban, así que aceleré un poco más apretando el manubrio.

Joder.

Quería fumarme un cigarro.

— Puedes opinar también, eres su padre.

Sí lo sabía, pero estaba tan nervioso, y me ponía más nervioso tan solo verla.

Agradecia que los dos fuéramos de familias con dinero y que me faltara solo un año de universidad para poder trabajar a tiempo completo y no tener que depender mayormente de nuestros padres, también quería que ella terminara sus estudios, pero no sabía cómo lo haría, había estado averiguando y… 

— Amor, tranquilo — sentir su mano en mi pierna me calmaba.

Puse la mía sobre sus dedos pequeños, hacía maravillas con ellos, nunca probaré una comida más deliciosa que la que ella preparaba.

— Lo estoy intentando, solo que se me llena la cabeza de cosas.

— Hay que ir despacio.

— Ya faltan seis meses para que nazca el bebé, Erika.

— Ya — ella rió suave, cuando detuve el auto frente a su casa di vuelta mi cabeza para verla, me sonreía — Faltan seis meses, es bastante tiempo para que nos ordenemos en todos los sentidos posibles.

— Está bien — suspiré profundo.

Bajamos del auto tomandonos las manos.

Las únicas veces que había venido era para dejarla aquí después de nuestras citas, pero ahora estaba entrando, porque estaba embarazada y yo era el padre.

— Tranquilo — volvió a sonreirme — Son igual de simpáticos que tus padres.

Esperaba que no fueran como mis padres, que luego de que se fuera Erika recibí el reto de mi vida.

— Espero que no me tire a la cara un par de condones.

Le saqué una carcajada a la chica de mi lado.

Y sonreí dejando los nervios a un lado.

Si toda mi vida vería su lindo rostro a mi lado desde que me duermo a cuando me despierto por la mañana, entonces no dudaría ni un segundo en decir que sí.

Conocer a los padres de tu novia, es un momento incómodo, claro, si esos no son los padres de Erika.

Luego del almuerzo me he puesto a jugar a la play con el padre de Erika.

— Señor.

— Andrew — me corrigió.

Sonreí.

— Andrew, ¿me puedo casar con su hija?

El juego fue detenido y tragué saliva.

Él me miraba con una sonrisa.

— Si le rompes el corazón te cortaré las bolas y te las meteré por el culo, ¿entendido?

— Sí — asentí con mis mejillas calientes.



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En el texto hay: amor, relatoscortos, embarazos

Editado: 26.12.2022

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