90 días para enamorarnos

Reto Fale

Capítulo 

 

 

Ella era rara, sí, en realidad no existía palabra en el diccionario que la pudiera describir mejor, Fale no podía ser tan hermosa y extraña a la vez, excesivamente fría e incapaz de brindarle cariño a otro ser humano, bueno a excepción de su gato que lo amaba como si ese saco de pelos fuera la gran cosa… Bueno, bueno, no podía evitar sentirme celoso por ese pulgoso animal, él podía hacer lo que yo no, recibir al menos unas caricias de esas manos blancas y suaves que parecían de porcelana. 

 

La manera como la conocí no fue la mejor, de hecho esa caprichosa y odiosa chica tan testaruda, no pasaba desapercibida para mí, cuando llegué a Nueva York después de haber terminado la última temporada de “Peregrinos” quise visitar a mi mejor amigo de la infancia, fue cuando pasé por esa estación de gasolina y la vi ahí, me daba aires de ser tan distante e indiferente a su entorno, y no me equivoqué en ello. Por esa razón quise proponerme un plan para acercarme a ella tanto como pudiera demostrando, así que ninguna mujer se resistía a Gael Walter. 

 

—Vaya que tenías hambre, te comiste casi toda la pizza —dije mirando la caja prácticamente vacía y ella se sonrojó. Estaba masticando un pedazo a medio terminar y lo extendió aún con la boca llena.

 

—Perdón quieres —ofreció y negué.

 

—Tranquila, come, necesitas reponer fuerzas —manifesté y mi atención se fue a una pared de discos al lado derecho de la cama—. Y esto —cuestioné poniéndome de pie, ella encogió los hombros. 

 

—Solo es mi colección de música de los 90 —explicó dándole otra mordida a la rebanada que le quedaba en la mano. Admiré con detenimiento y podía decir que ella tenía excelentes gustos musicales, al menos por esa parte teníamos algo en común. 

 

—¿Metálica? Vaya, no me lo esperaba de ti —agregué en un halago.

 

—No me conoces Gael, así que no esperas muchas cosas de mí —aclaró tan fría como siempre. 

 

—¿Puedo? —pregunté antes de tomarlo y volvió a encoger los hombros.

 

—Mientras no rompas nada todo bien —advirtió antes de que pudiera tocar la carátula del CD. Admiré lo viejo que era y sentí nostalgia, a mis 15 años amaba escuchar rock y también meterme en problemas con los chicos de mi calle.

 

—Sabes, esta fue mi banda favorita durante mucho tiempo, recuerdo que me escapaba, de casa con amigos para fumar cigarrillos a escondidas y poníamos un reproductor con temas de Metálica —traje a colación y ella sonrió por primera vez.

 

—En noruega lo más extremo que hice fue esconderme en la nieve por 6 horas, casi muero de hipotermia —comentó y solté una carcajada.

 

—Vaya, niña ruda, tienes un pasado oscuro —bromeé. Hizo un gesto de lado con la boca y frunció el ceño. 

 

—Tú eras peor, así que no me juzgues —soltó con mal genio como siempre.

 

—Fue sarcasmo, pero aparte de intentar morir que otras cosas extremas llegaste a hacer, nunca te saltaste las clases, o te escapaste con algún novio —insinúe y puso los ojos en blanco.

 

—Yo no tenía novios, fui muy aplicada en la escuela y no falté a clases —admitió orgullosa.

 

—O sea una aburrida que no rompe las reglas —comenté decepcionado.

 

—A diferencia de otros, hay personas que sí les gusta portarse bien.

 

—Ja, me dices que nunca rompiste las reglas, eso no puedo creerlo, y menos viniendo de ti. Eres como una rebelde sin causa, siempre tan enojada y poco afectiva —reconocí y sonrió porque al parecer amaba ser de ese modo.

 

—Pues eso no es tu problema, eres demasiado entrometido, sabías —denotó para librarse y me senté en la cama haciendo rebotar levemente mi cuerpo con las manos extendidas hacia atrás. 

 

Mi intención era obvia, quería acercarme a Fale, ella me interesaba y al ser una mujer tan difícil hacía que el reto se volviera más interesante. 

Recordaba en la secundaria haberme metido en problemas por enamorar a la hija del director, esa niña aplicada y estudiosa fue la razón de mi expulsión; sin embargo, valió la pena haberlo hecho porque era realmente hermosa.

 

—Ash, espero recuperarme pronto, no soporto que estés aquí —se quejó y me reí. 

 

—¿De verdad, tanto té incómodo Fale? — indagué queriendo saber si su confesión se debía a estar incómoda o temía que ambos estuviéramos solos y algo ocurriera inevitablemente. 

 

—Pff, por favor, de solo verte la cara me generas estrés. Eres molesto y haces muchas preguntas, al menos Clarisa respeta mi espacio —dijo disgustada viendo a otro lado. Eso me parecía extraño, porque cada vez que se quedaba de mí no era capaz de mirarme a la cara.

 

《 Sospechoso 》

 

Pensé. 

 

—Fale, sabes que a mí me causas todo lo contrario, de hecho es agradable estar contigo a solas, pienso en como podría ser si al menos cedieras un poco —ofrecí tregua y puso cara de pocos amigos.

 

—¿Qué insinúas? —demandó molesta

 

—Nada, solo quiero que seamos amigos. No te haría nada que tú no quieras —señalé y me confrontó viéndome con ojos de león a punto de atacar.

 

—Tú solo intenta acercarte, te juro que voy a darte una descarga eléctrica con el Taser que compré, así que si no quieres ser el primero en estrenarlo, será mejor que dejes tus pensamientos raros —amenazó y luego se movió a la puerta—, Bien, gracias por tu visita, pero ya puedes largarte de aquí —me echó como perro sin importarle nada.

 

—Bueno, bien dicen que después de tragar lo demás no importa —comenté poniéndome de pie y fue peor aún porque me sacó casi a empujones y luego me lanzó la caja de pizza vacía. Al menos me hubieras dejado algo, tragona —grité a la puerta y cuando sentí que se iba a abrir de nuevo, salí de ahí a toda prisa, no quería que realmente utilizara esa pistola eléctrica para darme una descarga. 




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